Un monstruo viene a verme: se llama ANSIEDAD

Hay un monstruo que viene a verme y no tiene la intención de matarme, pero casi me impide vivir.Un monstruo que cambia de forma y de posición en mi cuerpo. A veces me parece que me hago que se ahoga, otras veces acelera mi sistema nervioso, y otras me paraliza. Es un monstruo muy famoso, padecido y explicado. Se llama ansiedad.

El estado de alerta ha sido esencial para nuestra supervivencia como especie. Sin embargo, cuando este estado de atención, tensión y alerta se vuelve crónico, el resultado es una PREOCUACIÓN constante, que habitualmente también se generaliza en todo y en todos.

Esta preocupación nos hace tener conciencia de todo lo que nos rodea, pero de una forma amplificada y distorsionada. Ya no distinguimos lo que nos estresa de lo que es simple. Todo se amontona en nuestra mente y funciona con plena capacidad. No para ocuparnos, sino para preocuparnos.Es un monstruo que nos domina porque no sabemos transformar su rabia en energía, sólo se convierte en debilidad. ¿De dónde viene la ansiedad?

Cuando la ansiedad se vuelve crónica y se transforma en un estado de preocupación perpetua, podemos hablar de lo que se conoce en el ámbito clínico como trastorno de ansiedad generalizada (TAG).

Tiene que estar presente durante al menos 6 meses y presentar tres o más síntomas, como agitación, irritabilidad, cansancio, dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco, tensión muscular y problemas de sueño. La ansiedad generalizada comparte muchos síntomas con la depresión; ambos trastornos presentan un alto efecto negativo. Sin embargo, la depresión se caracteriza más por el sentimiento de tristeza y la ansiedad por una hiperactividad fisiológica continua y una sensación de incertidumbre y falta de aire. Cualquier cambio en la rutina diaria es percibido como un monstruo amenazador, listo para atacar nuestra garganta.

CompartirEl TAG no parece tener un fuerte componente genético, pero parece tener un carácter crónico que se agrava con el estrés y va flotando en intensidad a lo largo de la vida.

Su principal característica definitoria es la preocupación constante por aspectos de la vida cotidiana.Su presencia es evidente - en los casos en que está presente - en torno a los 20 años de edad, aunque su comorbilidad con otros síntomas ansiosos o depresivos puede dificultar el diagnóstico. Es mucho más frecuente en mujeres, así como la mayor parte de los trastornos emocionales en la vida adulta. Por su parte, el trastorno se manifiesta en un triple sistema de respuesta: el cognitivo, el motor y el emocional.

Este monstruo que conocemos a la perfecciónMuchas personas conocen sus síntomas de color, ya que

este trastorno suele aparecer en personas con una alta conciencia sobre lo que ocurre con ellas, incluso si no son capaces de tratarlo y de mejorar la situación sintomatología. Además, suelen describir con perfección como la ansiedad paraliza. La alexitimia no es una característica predominante en estos pacientes, muy al contrario.

Ellos saben mucho sobre la ansiedad, pero este trastorno parece no tener un tratamiento suficientemente bien establecido y exitoso, aunque sea muy frecuente en la población.El tratamiento suele ser la terapia cognitivo-conductual, como la de Dugas y Ladouceur (actualizada en 2007); la de Borkovec y Pinkus (2002) o la de Brown y Barlow (1993).A veces se utilizan medicamentos para potenciar su eficacia, pero ATENCIÓN:

la ansiedad prolongada nunca debe ser tratada con ansiolíticos en el caso de utilizar medicamentos.Se debe utilizar un antidepresivo ISRS como la paroxetina, aunque los más indicados son los antidepresivos duales, como la venlafaxina.Un cuento sobre la ansiedad y el mundo en que vivimos

Aunque muchos pacientes conocen bien sus síntomas, la terapia les ayudará a actuar como científicos ante sus propios síntomas, como "gurús" en la búsqueda de su propia regulación emocional.El psicólogo / a debe poner a su alcance las mejores técnicas para ello.

Una buena idea es que la persona con ansiedad crónica se haga preguntas reales acerca de su existencia y de sus valores de vida.

A veces hay que hacer preguntas a este mundo, que parece crear y alimentar a este monstruo. A veces vale la pena convertirnos en un pequeño relato para ver un sentido en lo que percibimos como caos.¿Qué debes al mundo? ¿Qué es lo que este monstruo te exige?Recuerde su infancia. Recuerde cuánto usted era feliz porque saltaba, corría y disfrutaba sin tener que dar explicaciones a nadie. Recuerde que usted saltando, se ensucia y se despensa, embriagado / a por la intensidad del momento.

No había tiempo para la preocupación, porque no existía el concepto de tiempo más allá de lo que estaba viviendo. Pero pronto llegaron las demandas y, con ellas, la sensación de que debías algo al mundo.Usted empezó a sentir que era más importante ocultar aquello que no quedaría bien a los ojos de los demás que vivir la verdadera realidad a su alrededor. Las demandas comenzaron a sustituir las inmersiones. Los discursos que glorifican a los niños "con altas capacidades" parecían ensordecedores los gritos que antes eran de alegría y espontaneidad.

Nadie supo decirle que usted nunca podría asumir el control de todo.

Nadie le enseñó a continuar manteniendo la llama de su infancia encendida mientras construía una identidad con nuevas responsabilidades.Nadie ha sabido explicar la diferencia entre deberes y derechos, entre ellos el de ser feliz sin sentirse culpable.En este momento, con este monstruo te devorando cada vez más, es hora de empezar a exigir más de él y menos de ti. Pregunte a él:

qué debo a usted, mundo, para enviarme este monstruo? Tal vez con esta pregunta usted y muchas personas entiendan que por más que él exija de nosotros, no podemos dar nada al mundo si no somos capaces de disfrutar el hecho de estar viviendo en él.

Usted no va a decepcionar a nadie, usted tampoco pidió permiso para estar aquí. Olvídese de tantas demandas y vuelva a reclamar sus derechos.Vuelva a ensuciarse, sin preocuparse si el mundo se va a molestar por ello. Por cierto, este monstruo, e incluso si parece venir con fuerza a veces, muéstrele a él con sus acciones que lo único que tiene para él es lo que usted no es capaz de dar a sí mismo.