Anorexia y bulimia: el precio de la insurgencia emocional

Los trastornos de alimentación como la anorexia y la bulimia representan un desafío para nuestra sociedad. Aunque su tasa sea mayor en niñas adolescentes, la verdad es que los niños tampoco escapan de sus garras y las mujeres que pasaron de la adolescencia tampoco están inmunes a esas enfermedades.

El término "buena niña" se asocia al hermetismo, aseo, calor, control emocional e innumerables exigencias que ponen obstáculos al desarrollo espontáneo y natural de cualquier persona. El estereotipo, detrás del cual se esconde una gran cantidad de exigencias, condena precisamente a las mismas adolescentes para las que hacen publicidad.

Una forma fácil de controlar su peso, de controlar su cuerpo, de controlar su imagen es a través de los sacrificios alimentarios. Renuncias voluntarias que en la mayoría de los casos son infundadas, mal administradas y, por lo tanto, vienen con una alta dosis de frustración. Esta forma de relacionarse con la comida es, en el fondo, su manera trágica de administrar y desviar su propio sufrimiento. El propio deseo de ser quien no es, el desprecio que sienten cuando se ven en el espejo. Anorexia y bulimia

Normalmente asociamos la anorexia con restricción alimenticia y bulimia con castigos, vómitos o conductas compensatorias después de comer. Estos no son patrones rígidos, y pueden variar en función de la persona que sufre el trastorno.

En realidad,

existen dos subtipos de anorexia, la restrictiva y la purgativa (purgar es toda conducta compensatoria que pretende eliminar el alimento ingerido) . La anorexia de tipo no purgativo se asocia al perfeccionismo, rigidez, hiper-responsabilidad y sentimientos de inferioridad. El tipo purgativo se asocia a un historial familiar de obesidad, sobrepeso pre-mórbido, impulsividad, reacciones distímicas, debilidad emocional y conductas adictivas.En la bulimia nerviosa son habituales las purgas o conductas compensatorias. En este caso de bulimia nerviosa prototípica, existe una mayor

distorsión de la imagen corporal, mayores patrones de alimentación anormales y mayores problemas psicológicos asociados. El no purgativo (existe un gran consumo, pero no conductas compensatorias), podría ser parecido a un trastorno por alto consumo alimentario, pero no es porque existe la idea sobrevalorada del peso y del cuerpo. Este subtipo se asocia a otros problemas como la tendencia suicida, conductas adictivas y los trastornos de control impulsivos.

¿Qué tienen en común?

La base de estos trastornos es emocional, los pacientes se ven incapaces de regular sus emociones

. Emociones que en algunas ocasiones no pudieron expresar de forma satisfactoria en un ambiente familiar poco estimulante, restrictivo, con grandes exigencias en relación a su comportamiento o en un entorno que no supo responder adecuadamente a su alta intelectualidad y deseo de cariño.Los trastornos de conducta alimentaria generalmente aparecen entre los 10-30 años, el 95% son mujeres y tienen en común la idea sobrevalorada de la delgadez

. Compartimos una extrema preocupación por el peso y el cuerpo, distorsiones cognitivas, síntomas depresivos y ansiedad, además de un funcionamiento social deficiente.¿Por qué aparece a esa edad?

Si se tiene en cuenta que la mayoría de las víctimas son adolescentes, una de las causas probables es que las jóvenes no saben administrar la transición entre la niña y la mujer. Su sistema de comunicación "de niña" todavía es deficitario y siente presión, se encuentran en un contexto de emoción inhibida, y en esa edad son más conscientes de lo que el género femenino "aparentemente" las impone: delgadez, belleza y sumisión.

La necesidad de perfección, el temor de recaídas y la distorsión perceptiva hacen que sus patrones de comportamiento se mantengan . Son patrones comportamentales que sólo reciben recompensa en su propia repetición.Mitos sobre la anorexia y la bulimia

La personalidad de las mujeres con estos trastornos se asoció a un patrón de desorganización vital, de debilidad, de poca inteligencia, de la alta influencia en relación a los comentarios ajenos. Pero no son las características personales que encontramos en esos pacientes cuando las evaluamos. También no son personas delirantes incapaces de discernir la realidad de la imaginación. La anorexia no hace de las pacientes personas delirantes e histéricas. Según algunos estudios, tampoco se trata de una alteración perceptiva, sino de la comparación con modelos cada vez más exigentes, que se materializa en un comportamiento restrictivo.En su forma de relacionarse con el mundo, de enterrar lo que nunca pudieron expresar,

no comer es la mejor manera que encontraron de controlar aquello por lo que están pasando.

Pero cuando no lo consiguen, se castigan sin piedad.

No son histéricas, se sienten solas Por otro lado, el hecho de tener la atención tan enfocada en un propósito las libera de enfrentar otros problemas, que siempre serán secundarios, y permite postergarlos hasta el momento en que buscar una solución es un verdadero problema.

Muchas de las niñas y niños que padecen algunos de estos trastornos logran restaurar la normalidad en sus vidas . Hacerlo es un trabajo duro, que requiere paciencia y en el que normalmente hay recaídas. Sin embargo, para conseguir vencerlo es necesario el apoyo de las personas que aman a los pacientes. Su apoyo, su fe y su persistencia para conseguir salir del túnel son fundamentales. Esto sucede porque el trastorno ataca directamente la autoestima de la persona

, la hace inferior porque siempre se compara con modelos que ella cree ser superiores, más perfectos, más deseables. Por lo tanto, la persona se sitúa siempre en un lugar de inferioridad y de aspiración, constante y continuamente.

Además, es normal que las personas que han sufrido algún tipo de trastorno alimentario, como la anorexia o la bulimia, presenten patrones de dependencia excesiva , miedo al abandono, hipersensibilidad a las críticas, alexitimia, etc. De alguna manera estos tipos de trastornos pueden ser superados, pero no se curan y se transforman en un desafío constante para mantener su recuperación a lo largo de la vida de la persona.