Ser consciente implica dolor y un despertar liberador

Ser consciente implica dolor, por eso es algo que evitamos, significa vernos cara a cara con nosotros mismos. Con lo que no queremos ver, que rechazamos, y que nos hace ir con los demás. Los problemas que estamos experimentando no están separados de nosotros; somos de hecho el problema en sí.

Los problemas existen cuando cada persona no se conoce a sí mismo. Surgen de nuestra falta de comprensión con nuestro consciente e inconsciente. El despertar de la conciencia

Despertar nuestra conciencia significa iniciar un proceso en el que nos sentimos incómodos, ya que tendremos que alejarnos de nuestras ideas y creencias preconcebidas, realizando un reaprendizaje para expandir nuestra mentalidad, nuestras perspectivas y creencias.

Nuestro ego, formado por el orgullo y todos nuestros comportamientos infantiles ya en la edad adulta, representa una prisión de la cual es muy difícil salir. Creemos que somos libres y pensamos que decidimos en todo momento lo que queremos hacer, sin embargo, somos esclavos de nuestra falta de conciencia y claridad para conocernos a nosotros mismos.La conciencia y la claridad, inicialmente, implican dolor, una vez que quitamos todo lo que hemos estado evitando ver.

Vemos el daño que hemos hecho a nosotros mismos ya los demás, y nuestra falta de responsabilidad para lidiar con todo lo que ha sido consecuencia de nuestras actitudes y de nuestros pensamientos.Asumir la responsabilidad por quien somos

Es mucho más simple, sin dudas, permanecer en la ignorancia de quiénes somos. Es lo que nos acostumbra a hacer y, de esa forma, actuamos poniendo la culpa en los demás y en las circunstancias por todo lo que sucede en nuestras vidas. Ni siquiera cuestionamos nuestras actitudes o nuestros pensamientos ante lo que vivimos.

Cuando estamos realmente dispuestos a responsabilizarnos por nuestras vidas, el proceso de concientización comienza.

Confrontando el hecho de reconocer nuestros miedos, nuestras dificultades, emociones, nuestros límites, cómo nos relacionamos, los prejuicios, las creencias y los patrones de comportamiento. Comprendemos todo el repertorio del cual somos parte, de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, identificando así todo lo que hacemos como algo nuestro, especialmente lo que nos afecta y es doloroso.

Este proceso no es algo teórico, sino algo vivencial en el que nos instalamos en nuestro presente, aceptando e integrando todo nuestro repertorio de comportamientos actuales. Salimos así de nuestra zona de confort, y de la actitud infantil que nos hace incoherentes e irresponsables ante las circunstancias que enfrentamos.

Ser consciente nos hace libres

En ese despertar de la conciencia que envuelve dolor, sobre todo al inicio del proceso, nos acercamos a todos nuestros aspectos, considerando nuestras luces y nuestras sombras. Integrando todo nuestro repertorio para permitirnos realmente quiénes somos, y comprendernos mejor. Muchas veces son las propias situaciones de la vida que nos plantean frente a circunstancias y fases en las que nos vemos incapaces de avanzar y resolver nuestros conflictos.Las fases difíciles que enfrentamos en nuestras vidas son aquellas que nos van a llevar a iniciar el proceso de concientización.

Debemos hacernos conscientes de nosotros mismos liberarnos de nuestras represiones, de la culpa que nos persigue y de los conflictos tóxicos en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Es necesario aprender a diferenciar lo que depende de nosotros y es nuestra responsabilidad, comprometiéndonos con nuestro cuidado y bienestar.