Las personas valientes son las que mejor conocen el miedo

Actualmente estamos presenciando cada vez más ataques terroristas en diversos países del mundo.

El pueblo - las personas que lo constituyen, independientemente de su ideología - sintió las pérdidas y las heridas como las suyas, y las manifestaciones de repudio y rechazo ocurrieron. Algunas, sin embargo, más acertadamente que otras. Entre todos los mensajes que ganaron adeptos en las manifestaciones y en las redes sociales, una especialmente llamó mi atención. Poco original, muy recurrente y no por ello menos interesante. Se trata de aquel tipo de mensaje que anuncia que no tenemos miedo. Ahora, la pregunta que queda es:

"es verdad que esa no es una emoción que quedó estampada en los rostros de los habitantes y de los turistas de las ciudades atacadas?". "Estamos hablando del miedo porque tengo miedo y mi abuela también tiene cuando me dice para mí ni pensar en pisar cerca de esos lugares". Compartir Sí, las personas valientes tienen miedo Este lema tal vez reúna de manera inocente todo lo que todavía queda para comprenderse en el campo de las emociones. La Inteligencia Emocional está de moda, es un tema muy presente en las vitrinas de las librerías y en los títulos de artículos, pero todavía estamos muy lejos de integrarlo en nuestro habla, que no deja de ser una manifestación cotidiana de cómo pensamos y sentimos.

Estamos hablando del miedo porquetengo miedo y mi abuela también tiene cuando me dice para mí ni pensar en pisar cerca de esos lugares.

Prudencia, precaución y miedo. Miedo de que vuelva a suceder. Miedo a lo imprevisible, al inevitable, al azar. Miedo de la rapidez con que el fin llega para aquellos que vieron imágenes se fragmentaron delante de él y no oyeron sirenas ni consiguieron encontrar una manera desesperada de salir de aquella trampa, un lugar que minutos antes estaba adornado de rosas y era ideal para hacer un paseo tranquilo .

Hablamos de no querer reconocer el miedo a causa del pánico que sentimos de mostrarnos vulnerables: porque cuando éramos niños nos enseñaron que mostrar vulnerabilidad era una señal de debilidad. De esta manera, nos da pánico sentir que somos vulnerables, reconocer esa sensación para nuestro diálogo interior consciente. Así, evitamos y negamos mil veces la existencia del miedo, afirmando que, en realidad, somos personas valientes que no temen nada.

¿Qué sucede cuando negamos el miedo? Entonces, ¿cuáles son las consecuencias de negar una emoción, en ese caso, el miedo? En primer lugar, la energía de esa emoción se transporta o pasa a otras emociones que admitimos, como pueden ser la rabia o la indignación. Al aumentar la energía de las emociones de ese polo, lo que pasa es que el control que tenemos sobre ellas se vuelve mucho más débil, provocando actos de venganza sin sentido contra personas que creemos que comparten características con los terroristas. En ese caso, la característica más evidente es la religión. ¿Y qué pasa al poner la culpa en seguidores de una misma religión? Pues, por ejemplo, facilita el trabajo de las personas que se dedican a atraer adeptos a esa barbarie. Es decir, la consecuencia casi inmediata es la multiplicación del número de personas dispuestas a ganar el paraíso a los costos de la propia vida y de la vida de las personas que las "odian". Por otro lado, debemos pensar que cuando ignoramos el miedo, escondemos nuestro coraje.

Un coraje que merece, al menos, ser reconocido por las personas que la tienen o que la defienden en su lema. El miedo nos permite reconocer el esfuerzo y el mérito de los ciudadanos que al día siguiente del atentado salieron a las calles para decir a los terroristas que no se esconder, también nos permite entender a las personas que no lo hicieron. Reconocer el miedo también facilita el entendimiento de nuestro mundo interior o la explicación de la sintomatología característica de la ansiedad que podemos presentar en ese momento. Negando el miedo, sin embargo, perdemos esa posibilidad y, además, corre el riesgo de disolverlo. El miedo que un atentado puede producir, al principio, tiene un propósito. Él nos dice

"¡Cuidado! Algo está sucediendo, debemos ser precavidos ".

Además, reconocer ese miedo nos permite tener empatía o unirse a las personas que también lo sienten. De otra forma, impedimos que se sientan extrañas o débil cuando la emoción es sólo una consecuencia de lo que sucedió ... y quizás ilógico sería negar lo que se siente. Para mi abuela, digo que entiendo su miedo y que yo también lo siento. Digo para ella no preocuparse porque yo tendré cuidado ... y así ella se vuelve más tranquila porque sabe que mi comportamiento no va a ser indiferente a cómo los dos nos sentimos. Una sensación que nos da la oportunidad de ser personas valientes. Compartir