Los niños 'burbuja' y los peligros de la sobreprotección

Hoy en día hay una nueva y curiosa etiqueta social denominada "madres agenda". Puede que alguna de nuestras lectoras se sienta identificada, o es posible que conozca muy bien a las personas con este tipo de comportamiento. Son madres (a veces también son padres) acostumbradas a ver las agendas de sus hijos, tengan estos seis o dieciséis años. Cuando los hijos llegan a casa, estas madres revisan cada una de las tareas, deberes y pruebas que los niños tienen previstas. Es obvio que es importante estar al tanto de este tipo de asunto, pero tampoco es necesario vigilar cada dato de cada obligación académica de los niños. Con eso, lo que conseguimos es que, lejos de desarrollar una autonomía adecuada en ellos,

terminemos por crear personas absolutamente dependientes."Pero si yo no cogiera el pie, él no haría nada", dicen. Sin embargo, tampoco se le dio al niño una oportunidad para que ella intente hacer las cosas sola.Tenemos las "madres agenda" y los "padres helicópteros"

, progenitores que "sobrevuela" la vida de sus hijos, supervisando, vigilando cada movimiento. En esencia, evitan que los niños se conviertan en adultos maduros y autosuficientes, negando oportunidades a ellos, rodeando sus espacios personales hasta crear una auténtica burbuja a su alrededor.

La superprotección infantil en los tiempos modernosAlgo está sucediendo. Según nos explican los expertos,hoy en día los niños disponen de menos libertad que las generaciones pasadas. Profesionales de educación infantil afirman que, en los jardines de infancia, se encuentran niños un poco más torpes, que aún no se han desarrollado parte de su función motorao su motricidad fina.

Un ejemplo de esto puede ser visto en aquellos padres que insisten en arrastrar a sus hijos en carritos, cuando ya podrían caminar perfectamente. Sin embargo, prefieren llevar a sus hijos así "porque es más cómodo". ¿Y qué pasa cuando llegan a la escuela? Encontramos niños de 6 y 8 años que van de un insulto a otro por no conseguir lo que quieren, porque no son capaces de resistir la frustración o cualquier negativa.

¿Por qué sucede esto? ¿Qué hay detrás de la sobreprotección? Básicamente, el miedo que los padres tienen que suceda algo mal con sus hijos, la necesidad casi obsesiva de tener cada aspecto de la vida del niño bajo control, aspirando a ofrecerles una vida perfecta, sin traumas y errores. Pues bien, a veces la inconcebible idea de ser "el padre o la madre perfecta" acaba derivando en el contrario. Generamos en nuestros hijos una relación de odio compleja y traumática. La perfección en la educación no existe. Se trata simplemente de estar allí cuando sea necesario. De servir de guía, de apoyo, de ofrecer vínculos de amor y cuidado donde, día a día, podamos favorecer la madurez emocional de nuestros hijos.

Cuando la burbuja de la sobreprotección estalla tarde o temprano, ese día llega. Puede que el hijo tenga 12 o 20 años, pero finalmente llegará el momento en que la burbuja protectora va a estallar; la persona va a salir para descubrir el mundo, y tendrá un miedo enorme de todo lo que hay fuera de la burbuja, de todo lo que envuelve y

edifica el "mundo real", ese mundo del que ha sido, desde siempre, protegido. La persona se sentirá insegura y ansiosa, siendo objeto de miradas de los demás. Es muy posible que sufra bullying en la escuela o que reaccione frente a esas amenazas, siendo muy consciente de su vulnerabilidad. Un dato curioso que muchos expertos demuestran es que un gran porcentaje de

hijos superprotegidos tienen una mayor tendencia a desarrollar alergias. Esto se debe a sus emociones y al estrés, lo que lleva a un sistema inmunológico más débil, donde es común el surgimiento de una u otra enfermedad.

Y, a su vez, estas enfermedades son un motivo aún más justificado para seguir ejerciendo la sobreprotección , con la que se crea una especie de ciclo kármico que no termina nunca. Sin embargo, esto no significa que los niños estén irremediablemente condenados a ser eternamente inmaduros y, consecuentemente, a ser infelices.

Si tienen una buena autoestima y saben reaccionar a tiempo, muchos de ellos podrán romper esas vendas y andar con seguridad, avanzando y aprendiendo por sí mismos.

Hoy en día vivimos en un mundo donde la información es accesible a cualquiera. Nuestros padres son, durante un tiempo, esa burbuja protectora, pero la vida va más allá de nuestra zona de confort y debemos atreverse a salir de ella. Se suele decir a menudo que profesores, psicólogos y educadores empujan a los niños hacia la puerta de la madurez, pero a veces los padres están del otro lado, evitando que esto ocurra. No es necesario tener miedo. Los niños no se rompe y necesitan crecer teniendo oportunidades de aprendizaje. Es ahí donde debemos ofrecer nuestra confianza a ellos, siempre guiando, pero no levantando las barreras de la sobreprotección.