¿Usted conoce a las dos caras de la envidia?

La cultura occidental no quiere ni saber de envidia. Si la mujer tuvo que arrastrar a lo largo de la historia su "traición a Adán", la envidia tuvo que cargar a lo largo de la historia el estigma de haber sido el motivo por el que Caín mató a Abel. De hecho, en el lenguaje cotidiano existe la expresión "usted es peor que Caín". Una expresión que no raramente se lanza sobre niños pequeños, sea para simplemente censurar su comportamiento, sea para describir a una tercera persona.

Además, es uno de los pecados capitales, asociado con la codicia, y un claro motivo para la confesión. Fuera del ámbito religioso, los relatos históricos de la vida en la Edad Media están repletos de asesinatos que nacen de la envidia por la posición de poder que una determinada persona ocupaba. Sin ir tan lejos en el tiempo, la envidia es uno de los sentimientos que no suele perder los eventos en que reencuentramos a personas de larga data y hablamos de andanzas adornadas en el marco de vidas contadas con pinceladas de retoque.

"La envidia es una declaración de inferioridad."
-Napoleón-

Si la envidia es tan mala, ¿por qué no se extinguió?

Existen dos razones que podrían justificar el hecho de que la envidia ha sobrevivido como una de las motivaciones más poderosas, y no ha caído en el campo que la selección natural impone a aquello que perjudica o compromete el futuro de una especie. En este caso, la nuestra.

La primera tiene que ver con la su utilidad para apuntar objetivos o propósitos. La envidia actúa como un bolígrafo marca-texto sobre la realidad y destaca lo que deseamos e incluso, aunque sea en raras situaciones, lo que necesitamos. Entonces, envidiar a alguien que tiene un determinado trabajo puede apuntar nuestra vocación, porque lo que conocemos de él a través de la persona que lo desempeña nos fascina.

La envidia no sólo apunta el deseo por objetos, sino también en relación a aptitudes, actitudes y formas de comportamiento. Hay personas que tienen ese don de encajar en todos los ambientes, hay otras que tienen el don de iluminar con su presencia, otras que traen calma, otras que escuchan ...

Ver los efectos que posee una determinada forma de ser puede motivar a intentar imitarla.Compartir

La envidia también está relacionada de forma íntima con los celos. Junto al temor de la pérdida, la envidia apunta que necesitamos la atención de las personas que nos rodean. La necesitamos desde pequeños. Así, la envidia es uno de los sentimientos más complicados de administrar cuando llega un nuevo miembro de la familia.

La envidia como motivación

Con esto atamos la segunda razón positiva que la envidia tiene que existir. Esta razón tiene que ver con la motivación. Usted puede encontrar que no se trata de una motivación noble porque pocas veces va más allá del interés egoísta, pero es una motivación al final de cuentas. Como dijimos antes, podemos ver cómo una persona amable se comporta y envidiar los efectos que logra con su actitud. Entonces, comparar los efectos de esta manera de comportarse con la realidad puede llevarnos a arremangar las mangas para mejorar la vida de los demás.

Obviamente, la actitud no tiene por qué ser positiva. Pensamos que trabajamos muchas horas para lo poco que recibimos y entonces empezamos a percibir que muchos de nuestros compañeros de trabajo salen antes del trabajo y que esto no tiene consecuencias. Entonces, no será difícil acabar optando por imitar su comportamiento.

Muchas veces la envidia no nace de un elemento en sí, sino de los efectos que ese elemento tiene sobre la realidad. Hay personas que envidian otras porque tienen un coche muy moderno, poderoso y llamativo. En realidad muchas personas no envidian ese coche, lo que envidia es el estado en que el coche sitúa a su propietario. Envidia tener un objeto que diga al mundo que tienen dinero e influencia.

De hecho, hay investigaciones que dicen que muchas personas no comprar un teléfono de una cierta marca si fueran obligadas a usarlos con una capa que cubriera la identificación del fabricante. Esto es una cosa complicada de reconocer ya que, de la misma manera que la envidia, la asociación con marcas habla de las personas como seres emocionales, cuando lo que la mayoría desea es ser racional. La envidia nos recuerda que somos seres emocionales, cuando la mayoría de las personas aprecian más las cosas racionales.

CompartirDe hecho, muchas de las justificaciones que usaremos para nuestros comportamientos no tienen nada que ver con la motivación primera de tales comportamientos. Antes de comprar el teléfono no se busca si la batería dura más o menos, incluso tal vez las características técnicas demuestren que es inferior. Sin embargo, si después comprobamos que tienen una duración aceptable y nos preguntan, fácilmente colocaremos este motivo entre las opciones de compra.

Los grandes problemas que la envidia causa

Uno de los grandes problemas que la envidia puede causarnos es crear obstáculos a la capacidad de apreciar las cosas que tenemos.

Puede capturar a tal punto nuestra propia atención que nos hace perder la visión del todo, y nos hace ver sólo la visión reducida y pobre de un solo árbol, y no del bosque entera. Un árbol que, además, muchas veces no podemos elegir. Además, la envidia se transforma en un roedor de nuestras vidas cuando

hace más profundo el sentimiento de insatisfacción con el cual, en menor o mayor grado, todos contamos. Este no parar, ese perseguir, esa necesidad de seguir escalando, motivada muchas veces por la envidia. La envidia es una sensación, como tantos otros, que nos trae energía e información para que la controlamos. Entonces, se transforma en nociva cuando asume el control y se quita la atención, impidiéndonos disfrutar de todo lo bueno que tenemos.