Emociones encarceladas

En ciertos momentos de la vida usted puede sentirse bloqueado emocionalmente y sin saber expresar lo que siente. Tal vez usted se siente incapaz de identificar el estado de su humor y que lo perciba como un fantasma, cuya silueta no puede definir. "Cada uno de nosotros es su propio clima y determina el color del cielo dentro del universo emocional que habita."

- Fulton J. Sheen -CompartirLa cuestión es que, por diversos motivos,

en algunos momentos de nuestras vidas nuestras emociones se encuentran encapsuladas. Como si estuvieran encerrados en una jaula, resistiendo salir, mientras van creando un tremendo malestar internamente, teniendo influencia tanto en nuestro cuerpo como en las relaciones con las otras personas. ¿Te ha sucedido alguna vez?

Piense por un momento ...

Tal vez usted ha pasado meses deambulando en la tristeza, sin conseguir colocarla en lágrimas, exteriorizarla o compartirla.


Tal vez usted tiene sentido impotencia por alguna situación que creía injusta pero se calló, no supo identificar su rabia por alguna frustración, usted no manifestó cuán contento estaba por miedo a herir, o simplemente tuvo la sensación de que no sabía cómo se sentía , lo que deseaba o hacia donde iba ... Usted simplemente lo guardó, abrazó un veneno de la misma manera que la persona que guarda un tesoro.

Sea cual sea la situación o la experiencia vivida,

usted no ha sabido o no puede expresarse completamente, reprimió sus emociones. Estas se encontraban encapsuladas, es decir, bloqueadas y acumulándose en su interior. Guardar las emociones va generando un peso, creando una carga emocional peligrosa y difícil de soportar, a veces llegando a repercutir en el propio cuerpo.

Es necesario profundizarse

Si dejamos de saber y experimentar lo que sentimos, ya sea de forma consciente o inconsciente, dejamos de estar conectados a nosotros mismos.

Las emociones son necesarias y sentirlas es útil.

Es muy importante permitirse, pues manifestarlas es un privilegio; son el puente para conocernos y saber lo que necesitamos. Lo que sucede es que, la mayoría de las veces, hemos sido enseñados a reprimirlos desde pequeños

, considerándolos peligrosos. Por lo tanto, consideramos normal negarlas o controlarlas. Así, vamos aprendiendo desde nuestra infancia a dejar de probarlas y mandarlas a nuestro inconsciente. Sin embargo, si las emociones no se expresan, no se superarán, permaneciendo de alguna forma en nuestro interior, en nuestros cuerpos, invadiendo.

El problema es quelas emociones encapsuladas pueden transformarse en una forma de ser o de enfrentar la vida, estableciéndose como si fueran totalmente normales en el adulto: el bloqueo emocional como forma de protección para no sentir tanto dolor.

Así, vamos soportando cargas con una gran cantidad de dolor no reconocido y no descargado, bloqueando nuestras necesidades reales y sustituyéndolas por falsas necesidades. No permitiendo crecer ni evolucionar, ya que nos limitamos. Acabamos de desconectarnos de lo que sentimos, haciendo de sordos para nuestra voz interior, y por encima, viviendo de forma automática ...

e incluso sentir sentir un cierto temor, que sea difícil expresar lo que sucede en el plano afectivo o que no quieras atravesar el dolor, conseguir hacer todo esto es fundamental para poder curarte.

El problema surge, como dijimos, cuando guardamos o reprimimos lo que sentimos, cuando no reconocemos nuestras heridas; vivimos anestesiados y como si estuviéramos durmiendo.Nuestros sentimientos y emociones son energía, y si no los expresamos, nos quedamos sin ella.

No está mal, de vez en cuando y principalmente frente a situaciones de especial importancia, preguntarnos qué estamos sintiendo y reflexionar durante unos minutos con total sinceridad.

Es necesario aceptar toda su gama de emociones para tener una vida plena , pero teniendo cuidado de no expresarlas de forma extrema. El secreto está en el equilibrio, el punto medio.


Debemos ser conscientes de que nuestras emociones funcionan como indicadores o alarmas de lo que nos ocurre dentro de nosotros.