Empatía, la lectura emocional de nuestro cerebro

La empatía es la habilidad de nuestro cerebro emocional para leer o percibir sentimientos y pensamientos de otras personas. Desarrollarla nos permite experimentar las emociones de los demás como si fueran nuestras, comprender su psiquismo y garantizar el apoyo o la actitud que la persona necesita.No es fácil dibujar un mapa en que aparezcan correctamente identificadas las emociones propias y las ajenas, pero el esfuerzo cuando logramos vale la pena. Si tenemos éxito, tendremos una excelente referencia que influenciará de manera positiva el tipo de vínculo que establecemos, porque seremos capaces de extender la mano y seremos capaces de experimentar alegrías a partir de eso.

Porque conseguir colocarnos en la piel de otra persona que está triste, por ejemplo, es una maravillosa habilidad que nos ayuda a moverse por el mundo, acompañados de una valiosa e inteligente capacidad emocional.

Al contrario de lo que puede parecer, teniendo en cuenta que el término ha caído ya en el lenguaje común, no es simple alcanzar ni lograr desarrollar la empatía. No obstante, a nuestro favor hay el hecho de que somos seres emocionales que aprendemos a pensar, no máquinas pensantes que aprendemos a sentir. Aunque muchos se han olvidado de eso ... "Los verdaderos espectadores empáticos pueden escuchar incluso lo que se dice en silencio. El más importante en la comunicación es escuchar lo que está más allá de lo que se está diciendo. " -Peter F. Druncker-

El aprendizaje emocional, la base del desarrollo de la empatía Nuestros primeros contactos emocionales nos enseñan lo que es y lo que no es es positivo en el mundo de los sentimientos y las emociones. Así, nuestro aprendizaje empático tiene por sí mismo varias premisas:El primer aprendizaje empático se basa en el hecho de que

tenemos que poner empeño para tener éxito en percibir las emociones de los otros
. Es decir, tenemos que sintonizarnos con los sentimientos y emociones ajenas para favorecer la comprensión de su mundo interior. El segundo aprendizaje es que tener actitudes empáticas no implica de ningún modo adoptar el 100% de la perspectiva ajena, sino saber que es posible ver el mundo con otros ojos, lo que nos ayuda a comprender por qué una persona actúa de cierta forma .

La comprensión empática contiene en sí misma una respuesta emotiva para la persona en cuestión, que es comprender los motivos que conducen a ciertos sentimientos y acciones dentro del modo de ser de cada uno.

Además, tenemos que entender que no vale sólo percibir y comprender lo que el otro siente, pero también debemos saber transmitir a los demás que están siendo comprendidos

  • , de modo que el circuito se cierra y los beneficios de ser empáticos aparecen. Es decir,se trata de coordinar actitudes a nivel cognitivo, conductual y sentimental.
  • Además es importante diferenciar entre empatía y simpatía, pues aunque a través de la simpatía consigamos percibir los sentimientos ajenos, ella no permite que nosotros los comprendamos. La empatía supone comprender y experimentar los estados emocionales de los demás como si fueran nuestros. La sensibilidad para captar los mensajes no verbales es algo que debe ser practicado del mismo modo como practicamos ecuaciones matemáticas o análisis sintácticos.
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  • Con buena disposición podemos alcanzar el clima emocional que nos permite alcanzar esa sintonía y descifrar deseos, anhelos, mensajes profundamente enterrados, necesidades,etc. Todo ese proceso maravilloso que a veces puede parecer casi mágico se desarrolla en nuestro cerebro, el cual realiza hábilmente una intensa lectura emocional.

La cuestión siguiente a responder es, inevitablemente, cómo hacerlo. Por suerte nuestra ciencia viene teniendo respuestas y está logrando localizar diversas zonas cerebrales en las que reside nuestra capacidad emocional. Veamos algunos de los descubrimientos: Uno de los hallazgos más importantes de la neurociencia fue el de las neuronas espejo , los cuales se encuentran presentes en nuestros circuitos emocionales. Esas son las células cerebrales que cumplen la misión de reflejar en nuestro cerebro lo que estamos observando (además, es muy conocido el efecto que causa en nosotros al ver a una persona bostezando y bostezos también). El sistema límbico es la base de nuestro cerebro emocional.

Esta zona cerebral es funcional desde que nacimos e incluso antes de eso, dentro del vientre materno. Se trata del lóbulo temporal, la amígdala, el hipocampo y la zona orbitofrontal. Esta última funciona como una estación de repetición, pues percibe y transmite información al resto del cuerpo sobre el estado anímico propio y ajeno.El lóbulo frontal es nuestro cerebro ejecutivo

. Esta parte de nuestro cerebro se encarga de modular y de gestionar las emociones del sistema límbico para que podamos encararlas en el ambiente que nos rodea. Es decir, permite que seamos seres funcionales de la sociedad, y nos hace capaces de actuar correctamente de acuerdo con las normales sociales, así como de ser reflexivos con nuestros sentimientos y acciones.

Los hemisferios cerebrales. En términos generales, podemos afirmar que nuestro hemisferio izquierdo domina la capacidad de reflexionar sobre las emociones, mientras que en el hemisferio derecho el sistema límbico tiene más peso. A nivel individual, las diferencias cerebrales pueden llegar a ser inmensas. Se encontró que en los hombres predomina, por ejemplo, una actividad cerebral ejecutiva en detrimento de las emociones, mientras que en las mujeres el sistema límbico resultó más importante. Esto va en contra de creencias populares de que el mundo femenino tiende a ser más emocional, con la consecuencia de que las mujeres tienen generalmente una capacidad empática mayor.

Sea como sea,

  • la empatía puede ser desarrollada tanto por hombres como por mujeres de la misma manera. Es importante, por lo tanto, que alfabetizamos nuestro cerebro emocional y que nos esforzamos para mirar el mundo desde los ojos de los demás. El viaje es maravilloso ...