Ventilando nuestra casa emocional

Desde que nacimos, en nuestro interior, existe una casa emocional. Un lugar donde las emociones básicas residen, imprescindibles para nuestra supervivencia. El miedo, la rabia, la tristeza, la alegría y el disgusto. Toda casa necesita un cuidado y una limpieza, y nuestra casa emocional también tiene que estar abierta y ventilada. Hay que estar preparada y lista porque en ella llegarán más emociones, que habitarán en nosotros, nos informarán y partir. Pero, ¿qué sucede cuando alguna de esas emociones se queda con nosotros, habitando nuestra casa emocional de manera permanente, y no se va?

Si hay alguna emoción que queda, es porque no la dejamos ir, ya sea porque está bloqueada, o nos hace sentir desequilibrados, infelices, o afecta nuestra salud emocional. Emociones que entran y salen de su casa emocional A esa altura de su vida,

usted es responsable de lo que sucede en su casa emocional.

Es importante que conozca qué emociones la habitan, qué sentimientos y afectos entran y salen, cómo se relacionan entre ellos y cómo nos mueven hacia la acción. Las emociones que entran en su casa emocional determinar sus sentimientos, las sensaciones producidas en usted, qué siente y cómo actúa. La naturaleza de las emociones es fluir. Sentirlas, identificarlas, acogerlas y dejarlas partir. Sean agradables o desagradables de sentir, una vez sentidas, tenemos que dejarlas partir.

Ventilar nuestra casa emocional Ventilar las habitaciones de nuestra casa también significa dejar salir algo que esté delimitada o presa.

Por ejemplo, si usted no se permite sentir rabia y la aprisiona en su interior, acumulará ira. Una ira que, si no es gestionada, puede transformarse en furia, rencor o resentimiento. Si usted deja aprisionadas en alguna cuarta emociones desagradables como la envidia, el rencor o los celos, ellas terminarán te lastimando y también las personas que te rodean, porque en algún momento ellas saldrán y eso lo afectará de manera negativa.

Abrir las ventanas para dejar entrar emociones nuevas también forma parte del dinámico proceso de la propia vida. Si usted no se permite aprovechar, o sentir amor, porque está anclado en un dolor anterior, está negando la entrada de emociones que son más útiles para el momento presente que las pasadas.

Usted no puede prohibir o negarse a sentir emociones. Aunque sean desagradables para usted, son importantes y necesarias para que aprenda algo con alguna situación. Usted podrá redirigir su vida gracias a ellas.

Entender las emociones Todas las emociones nos indican algo y nos orientan.

Nos proporcionan datos sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con nuestro proyecto de vida. Si las identificamos, las nombramos, las aceptamos y las dejamos seguir, estaremos comprendiendo y administrando de manera adecuada y ninguna nos bloqueará.

La decepción significa saber que lo que creía no es verdad, e indica que no todo es como usted pensaba o deseaba, sin que tenga que necesariamente transformarse en una fuente de desánimo: sirve para aprender.La envidia o los celos intensos y permanentes dificultan nuestras relaciones sociales.

Pueden ser adaptativas, pero dejan de serlo cuando impiden que nos alegre por los demás. La tristeza indica que has sufrido una pérdida dolorosa que tienes que manejar. Usted debe ser consciente de ella, aprender a vivir de otra manera. La rabia te informa que algo o alguien es un obstáculo para lo que te proponen. El disgusto o la aversión indican que usted debe apartarse de algo que no es sano para usted. El miedo apunta un peligro y te empuja para protegerse o defenderse.

La alegría intenta repetir una situación agradable. La sorpresa promueve la apertura al aprendizaje. Y así, cada una de las emociones nos informa sobre algo, nos hace sentir de determinada manera, y tenemos que aprender a gestionarlas.

Compartir las emociones Es nuestra gestión de las emociones que las transforma en positivas o negativas para nosotros.

En sí, todas ellas tienen una utilidad, aunque no deje de ser verdad que algunas son más agradables de sentir que otras. Independientemente de que las emociones sean agradables o desagradables, nos harán mejor o menos si las compartimos. Un buen apoyo social será muy útil para relativizar las emociones desagradables y compartir las alegrías, contagiando nuestra felicidad.

Si usted siente que está atrapado en alguna emoción, pierde mucho tiempo quedando triste o aburrido o si piensa que sus relaciones sociales no son satisfactorias porque usted no las disfruta, es hora de empezar a hacer una buena gestión emocional. Tal vez todavía exista margen para actuar en el exterior y acabar con los estímulos que llevaron a su situación interior; sin embargo, si no, está en sus manos mejorar su regulación emocional para que su corazón sea un hogar en el que salen y entran emociones, sin estancamiento.