Para casi todo hay ingresos

La vida no tiene ingresos permanentes. No tiene fácil ni difícil. Nada es absoluto ni definitivo. La vida está repleta de excepciones. Hemos cambiado un poco todos los días, estamos en constante transformación. ¿Qué era bueno ayer, hoy ya no es, mañana, quién sabe? El gran desafío es ser feliz ...

Hay receta para casi todo: pastel de zanahoria con cobertura de chocolate, dulce de leche, torta de piña, tejer, medicación ... Hay una variedad de ellas. Sin embargo, nunca vi receta para enseñar a vivir y ser feliz. No, no hay, pues cada uno tiene su propia fórmula y la descubre viviendo y experimentando ... Algunos, sin embargo, no la descubren y pasan la vida buscando. De la misma forma, no hay receta para criar y educar a nuestros hijos, pues, como bien dijo una querida amiga, "tener hijos es convivir todo el tiempo con los imprevistos". Sabemos, sí, que nos exige mucho trabajo, dedicación, amor y, principalmente, muchos buenos ejemplos para que puedan reflejarse y tener una referencia. De este modo, tenemos la mínima posibilidad de acertar. Sin embargo, aun haciendo todo esto, todavía corre el riesgo de no tener éxito en la misión. Podemos tener éxito, pero también fracasar, ya que hay siempre factores externos que pueden actuar y cambiar la dirección o la situación de la vida de un hijo. Lo peor es cuando tomamos conciencia de esto: no los controlamos. Intentamos pasar a nuestros hijos lo que sabemos. Extraemos ese conocimiento de lo que tenemos de mejor en nosotros - los principios sólidos que nos han sido pasados ​​y enseñados por nuestros padres y que adquirimos a medida que fuimos expuestos a la vida ya las personas. Pero, sin embargo, no hay certeza de éxito en esta empresa.

No podemos desconsiderar algunas improbabilidades e incertidumbres durante el trayecto.Muchas veces atropellamos algo y, cuando percibimos, hicimos tonterías, pero todo forma parte de nuestro aprendizaje. Aunque la gente lea, se informe, converse, el riesgo de equivocarse existe. Sin embargo, cuando tratamos de dar nuestro mejor, siempre tendremos esa sensación de que hicimos lo que sabíamos, conocíamos y podíamos en el momento.Es sabido que, a lo largo de la vida, nos encontramos con varias situaciones con las que no siempre estamos listos para lidiar.

Mejor dicho, pienso que no estamos listos para nada. Creo, sí, que es la vida que nos da la receta y nos proporciona los ingredientes todos los días, y es ella la que nos prepara en el momento en que las situaciones se presentan a nosotros. Una vez expuestos a estas, quedamos listos y preparados, y así seguimos nuestro recorrido, pasando por los desafíos que necesitamos afrontar, algunos escogidos y otros atraídos aleatoriamente o inconscientemente por nosotros. Con la llegada de la madurez, comenzamos a hacer un balance de nuestras experiencias, a repensar y evaluar nuestras actitudes y nuestra trayectoria. Con eso, mejoramos nuestros ingresos personales de vida. Tal guión va a ser más exigente, más selectivo y más primoroso ... También seleccionamos nuestras actitudes, procuramos no actuar de manera intempestiva y pasamos a tomar más cuidado con nuestras palabras y con nuestras acciones en relación a las personas. Oímos y observamos más de lo que hablamos, pues ese comportamiento suele ser más sabio y prudente. En consecuencia, pasamos a tomar algunas decisiones diferentes ya mirar de manera diversa a las antiguas; así, pasamos a caminar con más tranquilidad y ligereza, quedamos en paz con nuestros fantasmas.

Creo que es la verdadera clave: la posibilidad de reinventarnos todo el tiempo, en todo momento. Con eso, descubrimos el real significado de la vida y nos sorprendimos con la nueva persona que despunta en nosotros todos los días. La vida es generosa y siempre nos propicia renovación. Nuevos sueños y nuevos deseos van surgiendo a la proporción que vamos trazando nuevos caminos y nos quedamos atentos. Parece que nos encontramos en una nueva excursión para el futuro, pues, aunque estemos en el mismo camino y seamos los mismos antiguos pasajeros, nos transformamos y pasamos a percibir nuestro mundo con otros ojos. Creo que allí reside una posible receta para vivir.