Hikikomori, jóvenes japoneses aislados en sus habitaciones

Los Hikikomori son jóvenes japoneses que evitan salir de sus habitaciones. En la cultura japonesa, la soledad siempre fue un valor tradicional que representaba la búsqueda y la sabiduría de sí mismo, de la naturaleza y de las relaciones sociales. De cierta manera, es una perspectiva feudal, aunque positiva. Pero en la actual sociedad japonesa la soledad constructiva se convirtió en un aislamiento patológico. Tras la Segunda Guerra Mundial, la sociedad japonesa comenzó a desarrollarse económicamente de manera desenfrenada, lo que llevó a un ritmo de estudios y de trabajo cada vez más exigente y competitivo.

Los jóvenes recibían una educación cada vez más rígida, que se manifestó en un sistema educativo que promovía una férrea disciplina de adquisición de conocimiento, dejando de lado temas comunicativos y psicológicos de los alumnos en las aulas. Las familias de los Hikikomori ven a sus hijos como una vergüenza, como algo a esconderse de los vecinos y de los familiares, con miedo de escándalos y de la probable estigmatización. Compartir Expuestos a estas presiones por parte de sus familias y de la sociedad, los jóvenes japoneses desarrollaron una forma de aislamiento desconocido para el mundo occidental:

ellos se encerraban en sus cuartos durante meses o años sin la intención de volver al mundo real.Hikikomori, un fenómeno a definir

La primera persona que acuñó el tener Hikikomori fue el psiquiatra japonés Tamaki Saito , en su libro "Hikikomori, Rescue Manual", en 2002. En esta obra, él describe a los jóvenes japoneses que se aíslan en sus hijos como víctimas de un sistema educativo y de un mercado de trabajo cada vez más asfixiante y competitivo. El apunta que el principal problema es la deficiente comunicación que existe entre los padres y los hijos de algunas familias japonesas.

La sociedad japonesa actual

La sociedad japonesa se está desarrollando a una velocidad vertiginosa hace algunas décadas. Pero desde hace algunos años se ha diseñado una crisis económica en la que si alguien quiere ascender socialmente, hay que mostrar una capacidad y una disciplina impecables. Muchas parejas que vivieron ese crecimiento económico tuvieron apenas un hijo. Ellos depositaron en ese hijo todas las esperanzas de un futuro de vida mejor y tal vez hayan proyectado en él algunos deseos frustrados de sus juventudes.Las familias hacen enormes esfuerzos económicos para que los hijos puedan vencer en el mercado de trabajo, llevándolos a las mejores escuelas, con muchas actividades extracurriculares y con un currículo que no deja el menor espacio para el ocio y la relación con sus iguales.

Las escuelas en Japón

Las escuelas en Japón tienen un nivel educativo y un proyecto curricular muy exigente y variado. Tienen una dinámica de pruebas constantes, tareas de casa y una rígida supervisión del profesor en relación a las actividades del alumno. Muchas veces los jóvenes japoneses hacen sesiones intensivas extracurriculares que involucran tardes y finales de semana pasados ​​en la escuela. Pero no es sólo eso, a veces se organizan campamentos intensivos en las escuelas, en los que los estudiantes duermen y comen en las aulas, y son evaluados en varias materias hasta que puedan pasar. Muchos de ellos no duermen si no pueden resolver todas las pruebas a las que se someten.

"Nunca considere el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para entrar en el hermoso y maravilloso mundo del saber."

-Albert Einstein-

Sin embargo, muchos de ellos nunca consiguen adaptarse, ya sea porque tienen necesidades educativas especiales o porque, El estrés tan intenso provoca el surgimiento de varios trastornos psicológicos. Desafortunadamente, Japón tiene una red de asistencia deficitaria para ayudar a estos jóvenes cada vez más perturbados con ese ritmo.

La relación con los iguales: competencia, falta de comunicación y persecución

Muchos de esos niños y muchos de estos adolescentes empiezan a ver sus iguales con recelo y desconfianza.
Y muchos de ellos sufren persecución debido a sus bajos resultados en comparación con el grupo o debido a otros aspectos personales. Los jóvenes no reciben la atención de ningún psicólogo o educador social de los centros educativos, lo que hace que el problema se vuelva cada vez mayor.

Además, ellos ven el mercado de trabajo no como una herramienta para satisfacer su independencia personal y poner en práctica sus habilidades, sino como un terreno hostil, en relación al cual temen no estar a la altura y no pueden ser productivos. Muchos de ellos se ven solos, tensos, aislados, presionados por sus familias y con un futuro profesional al frente que se presenta muy competitivo para sus capacidades. Si a todo esto añadimos el increíble desarrollo tecnológico en el país, tenemos una bomba casera: muchos de estos jóvenes se sentir más atraídos por el aislamiento y crear una "vida virtual". Es una manera de decir basta a la sociedad ya sus familias.

¿Dónde está la solución para los Hikikomori?

Las familias de los Hikikomori ven a sus hijos como una vergüenza , como algo a esconderse de los vecinos y de los familiares, con miedo de escándalos y de la probable estigmatización. Ellas piensan que esto puede ser un problema pasajero. Sin embargo, si un joven queda encerrado en su cuarto durante semanas y no hay una respuesta clara de los padres, el problema tiende a convertirse en crónico. Los jóvenes abandonan la escuela y se bloquean en sus habitaciones en un aislamiento social. Ellos comen, duermen y tienen su ocio virtual dentro de esas 4 paredes.

El mundo parece mejor al relacionarse con las personas a través de un ordenador, viendo películas, leyendo mangas, jugando a videojuegos, escuchando música y durmiendo. Ellos tienen una higiene personal bastante limitada y si necesitan cortar el pelo, por ejemplo, lo hacen solos. Pasan años así. Y hoy es una epidemia en Japón, pues

existen aproximadamente dos millones de Hikikomori en el país. Los jóvenes japoneses son víctimas de un sistema educativo y un mercado de trabajo cada vez más asfixiante y competitivo.

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Las autoridades japonesas ya han puesto en práctica un plan de intervención, pues esta es una gran pérdida de toda una generación.Además, están buscando maneras de ayudar a estos jóvenes. Muchos psicólogos apuntan que la mejor intervención es la sistémico-familiar, para hacer que progresivamente la familia se comunique con el joven y pueda conseguir sacarlo de su confinamiento.

La reintegración a la sociedad debe ser gradual y, a menudo, los Hikikomori recuperados son las personas que orientan y apoyan a estos jóvenes para salir de ese confinamiento voluntario. El problema no es de fobia social, agorafobia o timidez excesiva, problemas que existen en otros países del mundo; su enfoque, por lo tanto, debe ser diferente.

La solución sería más de carácter preventivo, pues la sociedad japonesa debe tomar nota de este problema para disminuir el nivel de exigencia y aislamiento social que promueve en sus escuelas.