Cómo ser amable consigo mismo

Dicen que somos nuestros peores jueces y verdugos y que tratamos mejor a los demás que a nosotros mismos.Solíamos exigir mucho de nosotros mismos, no perdonamos nuestras fallas y tenemos mucha dificultad en decir cosas buenas.

Es necesario, entonces, que aprendamos a amarnos, respetar y aceptar, así como con otras personas que viven a nuestro alrededor.Comenzando por nosotros mismos, será más fácil extender eso al prójimo.Algunas personas pueden decir que requieren mucho de sí mismas porque necesitan límites, metas y exigencias para seguir adelante. Todo bien. Lo que no es muy cierto es quedarnos continuamente "jugando en la cara" lo que hacemos mal o lo que podríamos hacer mejor.Podríamos empezar por no ser tan estrictos y permitirnos cometer errores de vez en cuando

(lo que, por lo demás, nos servirá como aprendizaje).Demostramos ser personas fuertes, decididas, valientes; todo el mundo es un superhéroe o una mujer-maravilla.Mientras tanto escondemos que tenemos miedo, que dudamos, que no somos felices.

Toda esta máscara o pantalla no nos ayuda, por el contrario, porque cuando llega el momento de estar solos, nos convertimos en las personas más injustas y duras del planeta, no nos permitimos errar ni siquiera un poco.Cómo empezar a ser bueno?

Decir "me amo" no es sinónimo de narcisismo, pero de aceptación y de amarme como soy.Y aunque esto parezca ser justamente la cosa más difícil del mundo, no debería ser. Por eso, siguen algunos consejos que pueden ayudarle:1. Asuma que usted erra:

nadie es perfecto y nadie nació sabiendo. Al igual que ocurre con los demás, también comete errores porque es un ser humano.

Relativice sus errores, no haga tempestad en vaso de agua, coloque las cosas desde la perspectiva.Si hay algo en su actitud o en su modo de hablar que no le ha gustado, preste más atención la próxima vez, analice la situación y determine de qué manera la solucionará. ¿Qué pasaría si el mismo error sucediera con un amigo o un familiar?

Se convenza de que el mundo no dejará de girar, ni será el apocalipsis porque usted se equivocó, o mejor dicho, porque usted admitió su error. 2. No ignore el dolor:ni mucho menos la tristeza, el miedo, el sufrimiento, la desesperación, la depresión ... o sea, todo de malo que esté sucediendo.Desear disimular delante de los demás puede servirle en algunas ocasiones, pero llega un momento en que usted deberá enfrentar sus sentimientos y sus emociones.

Usted es capaz de soportar a un amigo que se siente mal o un mal día de su compañero, pero no puede decir"hoy estoy triste", o "estoy deprimida", porque queremos de cualquier manera apartarnos de ese sentimiento, y no solucionarlo. Esto sólo sirve para empeorar las cosas.

3. Trate de la misma manera como tratar a alguien que amas:imagine que estás en la cocina con tu hijo pequeño que te quiere ayudar a poner la mesa. Él toma un vaso, cae y se rompe. ¿Qué le diría a él? Puede ser que se enoja, pero también puede ser que el pequeño se corte y empiece a llorar; usted diría que fue sin querer, que es un error que puede suceder con cualquiera, etc.Entonces, ¿qué pensaría si, en lugar de su hijo, usted usted hubiera roto el vaso en mil pedazos?

Con certeza su primera reacción sería pensar que es un inútil, que no sabe hacer nada derecho.Compare las dos situaciones e imagínese cómo su hijo se sentiría si usted dijese lo mismo que se diría a sí mismo y cómo usted se sentiría si fuera más comprensivo como es con el niño.4. Tener un mal día no significa que el azar ha llegado para quedarse:

todos podemos pasar por momentos que queremos olvidar, que nos hacen mal, en los que parece que caminamos con una nube negra en la cabeza que sólo nos moja.Pero además de las cosas malas o adversas, tenemos la posibilidad de salir victoriosos y ganar la batalla negativa, de azar o como queramos llamar.

Siempre habrá cosas buenas para destacar, incluso en los peores momentos. Pare un minuto todos los días para pensar por lo que debe agradecer ... notará que son muchas cosas buenas!

No sea su mayor enemigo. Conviértete en tu propio aliado y compañero.