Me gusta la gente feliz, llena de esperanza

Hay días en que decidimos poner en la cara las sonrisas que nos regalaron. Es casi inevitable que la esperanza que una sonrisa irradia haga que nos sintamos bien: es que sentirse feliz contagia rápidamente cada uno de nuestros sentidos, sobre todo cuando somos tocados por personas maravillosas.

Esto ocurre porque algunas personas tienen la capacidad de mejorar nuestros días, de marcar a fuego en nuestra piel el poder de la buena sintonía, de la esperanza y de la positividad.

Por eso esa gente feliz nos marca de una manera tan intensa y nos anima para la vida. demuestran que podemos todo y que no necesitamos tirar del freno, sólo sonreír y dejar fluir el camino de la vida.

El sabor de la gente feliz

Las buenas personas exhalan cercanía, abrazos y cariño sin restricción. Por eso generalmente nos abrimos más, porque nos sentimos cercanos a ellas, que nos hacen sentir como en casa. Esta capacidad para vestir y llevar nuestra felicidad para dar una vuelta cada día es lo que nos conquista, y nos hace viciados en el bienestar común y en la magia de las sonrisas, de las palabras bonitas y de las buenas intenciones. No es entonces de extrañar que nos guste rodearnos de gente feliz así, quien es capaz de sumar y sumar, y nunca sustraer. Los rápidos momentos que pasamos a su lado son tan genuinos como breves , pues el tiempo pasa volando y cada vez acabamos con más motivos para siempre volver a sus abrazos, a sus miradas sinceras y sus sonrisas. "Los verdaderos oyentes pueden oír incluso lo que se dice en el silencio. El más importante en la comunicación es oír lo que no se está diciendo "-Peter F. Druncker-
Las emociones que contagian
Transmitimos y captamos nuestros estados de ánimo de manera asombrosa.

Y más, nuestro estado emocional es capaz de cambiar de 0 a 100 en segundos de un modo totalmente sutil, con mayor o menor intensidad y de manera consciente o inconsciente.

Gracias a eso somos capaces de moldear nuestras emociones de manera que nos sintamos mejor o hagamos con que los demás se sientan cómodos y bien. En eso, las personas esperanzadoras son verdaderamente eficaces. Compartir

Hay personas que son capaces de cambiar nuestro humor con un buen día acompañado de una sonrisa.De hecho, cuando nos relacionamos con alguien percibimos su estado emocional, de tal modo que hasta nuestra musculatura tiende a estar de manera similar a la de nuestro compañero.

Es decir, si la otra persona sonríe durante el tiempo necesario, contribuirá a que nosotros también lo hagamos. Esto no sólo supone una simple imitación gestual, sino que generará una gran proximidad emocional, la cual ocurrirá en mayor o menor grado dependiendo de nuestra sensibilidad. El investigador John Cacioppo dice que independientemente de entender o no los gestos de los demás, somos influenciados inconscientemente por sus emociones, produciendo así una sincronía sentimental y emocional.

En ese sentido, hay personas que nos transmiten buenas emociones de un modo muy fuerte, y así el vínculo que establecemos con ellas es tan sano que la unión acaba generando un gran compromiso y, probablemente, más comportamientos basados ​​en lealtad y cariño. Así, aquellas personas que percibimos con más interés en nosotros y mayor determinación emocional serán las que más nos gustan y las que nos harán sentir mejor, ya que logran influenciar de manera positiva nuestro estado de ánimo. El hecho de que estamos conectados de forma invisible y energética es algo que nos sorprende y nos deja muchísimo maravillados. La ciencia está obteniendo respuestas al respecto, y hoy en día podemos hablar de las neuronas espejos como la base para ese tipo de comunicación.

Estas neuronas parecen ser los grandes responsables de la comunicación emocional, haciendo que lo que observamos refleja en nuestra bioquímica cerebral muy rápidamente.

Compartir Por eso las personas felices, sinceras y con buenas intenciones son tan queridas para nosotros, porque gracias a ellos nos contagian por buen humor, motivación y alegría, sintiendo que al lado de ellos somos capaces de arrojarnos a la cabeza vida en cualquier momento.