Si es diferente es un crimen, yo misma pondré mis esposas

La libertad de ser nosotros mismos, de ser diferentes de los demás, no debería ser mal vista. Ser feliz con o sin compañero, tener una personalidad fuerte, hacer locuras saludables de vez en cuando como reflejo de la propia alegría de vivir no debería ser objeto de críticas. Entonces, "si es diferente es un crimen, yo misma pondré mis esposas".

Dicen que para enfrentar la vida hay que superar las barreras defensivas. Pero, ¿qué pasa cuando la gente ya ha superado los propios miedos e inseguridades, y son los otros que insisten en colocarnos cercas? Una cosa no debería ser diferente de la otra. El crecimiento interior, el que nos permite ser libres y auténticos, implica ser fuertes psicológicamente y emocionalmente para no ser permeables ante los alfileres del entorno. Yves Pélicer, médico y psiquiatra del hospital Necker de París, es conocido por ofrecer al público libros de psiquiatría realmente simples de entender y muy didácticos. Su enfoque siempre defiende un mismo principio:

la psicología necesita devolvernos la dignidad de ser seres humanos únicos y diferentes. Sólo cuando nos permitimos a nosotros mismos ya los demás ser queridos ser de verdad, encontraremos la felicidad. Por eso, ser diferente - en un mundo donde el modelo de mujer es casi siempre tan homogéneo y restrictivo - es sin duda un desafío personal. La compleja aventura de ser usted mismo

La mayoría de los enfoques psicológicos nos enseñan el valor y la necesidad de ser siempre "nosotros mismos". Pero hay que afinar un poco más la idea.

"Ser usted mismo" no incluye características temporales o accidentales. Entonces, si mi compañero me dejó, eso no implica que yo sea "alguien que no merece ser amado / a"; si estoy sin trabajo, no soy, de ninguna manera, un / a "fracasado / a".

La autoacetación no tiene que ver con ese tipo de hecho. Ni implica, mucho menos, aceptar lo que otros dicen, piensan y esperan de nosotros. Ser nosotros mismos es hacer un hermoso tejido con nuestra identidad y esencia para vestirnos todos los días. Para ser fiel a cada una de sus tonalidades, de sus fuerzas y procurar, a su vez, mejorar cada día que avanzamos. Sin embargo, este proceso de incorporación y construcción del yo implica también sentarse y dedicar tiempo a un único propósito: saber de verdad quiénes somos. Lejos de ser la clásica pregunta filosófica, detrás de ella existe un aspecto fundamental.

Saber quién es implica a su vez descubrir si la vida que llevamos está en sintonía con nuestra propia identidad.Si soy una persona positiva, inquieta y llena de sueños, no puedo estar al lado de alguien que sólo lanza por tierra mis sueños. A veces, ganando conciencia de quien eres, te das cuenta de que nada de lo que te rodea tiene que ver con su esencia ...

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Ser diferente, imperfecta, libre y felizSer diferente, en una sociedad donde se espera que la la mayoría de las mujeres son iguales, no es fácil.

Hemos señalado esto al principio. Dejando de lado la sombra del patriarcado que ya conocemos, en la mayoría de los escenarios caracterizados por la modernidad otro tipo de realidad está empezando a definirse. La mujer de ahora está obligada a encajar en un tamaño único en todos los ámbitos de su vida: la perfección. Se espera de ella que alcance el triunfo profesional, pero que llegue la hora sea madre. Pero no una madre cualquiera, sino una "super madre" capaz de combinar el trabajo, de cumplir con el hogar, con el compañero, la familia, los amigos y, además, mantener el cuerpo perfecto.

Sin olvidar, como no podía dejar de ser, que debe preocuparse en educar a niños igualmente perfectos capaces de leer y escribir a los cinco años de edad.

Todo esto puede ser positivo, sin duda. Y habrá mujeres que lograrán todo esto. Sin embargo, lo que hay detrás de todo esto es también una "súper exigencia": además de la regla implícita de que todas seamos iguales. La madre sin compañero todavía es apuntada. La mujer que es feliz con sus kilos más es criticada por su descuido, por no cuidar. La que triunfa profesionalmente y no desea vivir la maternidad también es vista con extrañeza. Si vive la maternidad y da el pecho en público también es apuntada.

Ser diferente, de hecho, es tener el valor de ser normal. Porque la normalidad es justamente ser la misma en cada uno de nuestros actos y decisiones. Lo que nunca será normal es dejarse llevar por esquemas ajenos, por estereotipos y por lo que otros establecen como se esperaba, en su afán de controlar la vida de los demás.

Ser felizmente imperfecta en un mundo que aspira una falsa perfección es sin duda el más sano. Porque no hay nada mejor que aprovechar todos los días la libertad de ser nosotros mismos sin miedo, rompiendo cada corriente que aparece nuestro camino y que nos intenta apuntar.