Yo sólo soy yo cuando estoy solo

Miguel Hernández escribió en uno de sus sonetos más famosos, titulado"Para cuando me doy cuenta", una de sus frases más conocidas: "Yo soy sólo cuando estoy solo". No podía venir de otra mente una frase tan simple y fascinante al mismo tiempo, sino de la de un escritor ávido por transmitir la melancolía y la belleza de la soledad que lo embriagaba. Las cosas simples, pero melancólicas, suelen reponer el espíritu del más escéptico, de lo que ya se ha cansado de todo y de todos.Encontré en esta frase una de las mayores verdades que he leído y que siempre experimentar. Creo que Miguel Hernández se refería en su soneto a la sensación de ser mejor con la compañía de su amor y de sentirse él mismo, pero una versión peor, cuando estaba solo.

Sea como sea, dejar que los lectores tengan libertad para interpretar un poema de la forma que más les reconforte es uno de los mayores placeres de un escritor. Aunque es una frase breve y con palabras cortas, esboza una idea con varios objetivos.El placer íntimo, inigualable y auténtico que muchas personas encuentran cuando están solas.

Soy solitario, no estoy soloLas personas que aprovechan su soledad suelen ser generosas con las personas que las rodean.

Ellas saben que la compañía no implica mandatos ni exigencias. Las personas que disfrutan de la soledad suelen pedir menos explicaciones, pero también son más exigentes con sus compañías. De la misma forma que no piden lo que saben que no pueden exigir, ellas sugieren que los demás hagan ese trabajo personal que se refleja igualmente en sus demandas.

Nunca existe una soledad no escogida, sólo existen soledades necesarias cuando las compañías ya no compensa.No hay sensación peor que sentirse solo cuando se está rodeado de personas.

Usted vierte parte de su contenido de forma forzada, y luego sólo queda un malestar residual, pegajoso e incómodo. Yo siempre preferí estar solo que sentirme solo estando rodeado de personas. La gente dice, comentan y estoy de acuerdo con esa idea. Me parece una sensación extremadamente desagradable. Soy de aquellos que piensan que cada día nuevo contamos con una batería limitada de energía, si no sabemos gastarla con quien merece, acabemos por no poder hacer nada cuando realmente queramos o necesitamos. Por eso digo que soy solo, no que estoy solo.

Soy solo de muchas maneras, pero no estoy solo de ninguna de ellas. Estoy rodeado de mi presencia y compañía, y este sentimiento no me parece censurable.

Me parece increíble encontrar siquiera una sola persona entre millones con la que compartir el reflejo que tal vez a veces mi soledad ha distorsionado.Me encanta rodearme de personas que no me hacen estar solo, porque con ellas soy solo, auténtico, acompañado y enriquecido.Soy solo cuando estoy solo, aunque no me apoye ni en mi soledad. A veces me levanto de mal humor o estoy triste, como el resto de los mortales. Normalmente nos dicen que debemos buscar compañía como la primera opción antes de vivir el aburrimiento o la tristeza con nosotros mismos. En muchas ocasiones he seguido este consejo que me recomendaron, pero acabó siendo poco satisfactorio.

Creo que nadie debería sentirse culpable por querer quedarse solo cuando está triste.Hay mucha gente triste pagando por los errores de los demás, por creer que están mejor si están acompañados, huyendo de la "terrible" soledad.

Para ellos da en la misma atacar, gritar, agredir, insultar o mentir. Ellos creen que la vida y las relaciones consisten en eso, que es la "sal" de la vida. En cambio, otras personas prefieren ser más sin sal, pero más "templados" en el tratamiento, cuando sea apropiado.

No se debe confundir el sentimiento de disfrutar el máximo de su soledad con evitar el contacto con los demás.

No somos ni esquizoides, ni paranoicos, ni insociables. Simplemente asumimos lo que la vida siempre nos repitió, captamos el mensaje: preferimos una compañía que nos haga sentir aún más felices, pero no la necesitamos para estar felices.Somos lo que mucha gente considera raro, exigente o infantil. Continuamos reaccionando con inocencia ante las contradicciones del mundo y no nos gusta ser los primeros en hacer todo lo que supuestamente se debe hacer en esta vida.

No vamos atrás, vamos observando, para cuando llegue nuestra vez a hacer todo bien, sin imposiciones.

Sin la necesidad de sentirse atado o vigilado. Yo no soy más cuando estoy solo, porque nadie me entiende como yo me entiendo, y nadie me gusta tanto de mí como yo mismo.

Yo, solo, no me siento la peor versión de mí mismo, pero a veces sólo entiendo mis plumas. Cuando, en mi soledad, me encuentro con alguien, no pido que los soporte. Este es el delicioso placer de estar solo, ser solo y elegir estar solo cuando quiera.