En esta vida, no hay prórrogas

La muerte es, en la actualidad, un tema bastante tabú. Por lo menos en las sociedades occidentales, intentamos evitarla por todos los medios: los cementerios se construyen alejados de la ciudad, los velorios ya no se hacen en la casa del difunto durante varios días como antiguamente, y cuando indebidamente tenemos que hablar de ella, intentamos no mencionarla o esconderla con frases del tipo "siento por su padre". Negar la muerte no es la solución de nada; es justamente lo contrario, puede ser un problema. En primer lugar, porque el hecho de no tener la muerte presente hace que no seamos conscientes de que sólo vamos a vivir una vez y que, realmente, eso se acabará algún día.

Creemos que somos inmortales, que la vida es muy larga y eso no es verdad todos vamos a desaparecer. No sabemos cuándo ni cómo, pero esta es la realidad y es maravilloso que así sea. El problema de pensar que somos inmortales ocurre porque dejamos de vivir intensamente, dejamos de hacer cosas que queremos por miedos irracionales.

Dejamos pasar el tiempo y cuando nos damos cuenta, ahí sí, la muerte está cerca y posiblemente, ya es tarde, pues no hay otra oportunidad.

No hay otra vida para empezar de nuevoPor lo tanto, pensar en la muerte como un hecho inevitable y natural pone todos nuestros problemas en perspectiva y nos aleja emocionalmente de ellos.

Las cosas dejan de tener tanta importancia como damos a ellas porque somos conscientes de que algún día, esos problemas que hoy nos atormentan dejar de existir, y nadie se acordará de ellos. Nadie se acordará de las deudas que hoy no podemos pagar, ni del novio que nos ha dejado por otra. De hecho, nadie, o casi nadie, recordará a usted dentro de cien años.

Debemos aprender a ver la muerte como algo natural y no como algo macabro, aterrorizante o místico. Si pensamos bien, nos daremos cuenta de que morir forma parte del ciclo de la vida: nacemos, crecimos, nos reproducimos y morimos. Y eso es así con todos los seres vivos, por lo tanto es un hecho natural al que tendremos que apegarnos y aceptar sin cuestionamiento alguno.

Los seres humanos creen que tenemos algo así llamado "alma" debido a nuestras diferencias con otros seres vivos. Somos la especie más evolucionada, tenemos sentimientos muy complejos, somos capaces de razonar, pensamos de manera muy elaborada, etc. pero eso no es más que producto de la evolución, de un cerebro complejo muy evolucionado. Todo lo que pensamos, todo lo que sentimos, todo lo que somos está insertado en nuestro cerebro y al morir, se apaga para siempre.

Dejamos de ser, dejamos de existir. Abrazar esta perspectiva científica y natural puede ser muy desesperante y puede, incluso, generarnos sentimientos de pánico, pero ciertamente, es la mejor forma de empezar a aprovechar nuestra vida, a dar a ella todo el sentido que queremos darle sin miedo a nada y a partir de ahora! Si vamos a morir dentro de poco, tenemos que temer a qué? Si lo peor que puede suceder en una situación es que acabe muriendo, y eso ya se sabe que algún día ocurrirá, de que tienes miedo?

Además, la muerte hace que seamos conscientes de que todos somos iguales: personas mortales

, de carne y hueso, que un día dejarán este mundo. Algunos serán más recordados que otros, pero nada más. Pensar así nos hace ver que no hay nadie superior a nadie, que somos simplemente seres humanos que tienen un comienzo y un fin, que nacemos y morimos. En la misma que seamos blancos, negros, heterosexuales, homosexuales, ricos o pobres:

el destino es el mismo para todos.

La conclusión más acertada que podemos sacar de esas reflexiones es: ¡llega de tonterías! ¡Llega de miedos! ¿No te das cuenta de que nada es tan importante? ¿No ve que al lado de la muerte no hay nada terrible?Ahora, sí, estás vivo, ahora el mundo, sí, está a tus pies.

De todas las personas que pudieron haber nacido y no lo hicieron, usted es un afortunado por haber nacido y saber lo que es vivir. Tome la vida como si fuera un juego o como una pieza de teatro. Salir para jugar, salir a actuar, hacer lo que quieras hacer, sin miedo de no hacer lo correcto o lo que "debería" ser, sin miedo de lo que los demás dirán, sin miedo de nada, porque no hay nada que temer.

Hoy estás vivo, mañana no se sabe ... ¡No hay prórrogas y no hay tiempo que perder!

La realidad es que ya estamos muriendo. La vida es fulgaz y pasará muy rápido ... ¡haga que valga la pena!