Cuando se habla de problemas sexuales solemos pensar sobre todo en temas relacionados al orgasmo. Es más común que se comente cosas sobre la eyaculación precoz en algunos hombres o la dificultad para llegar al orgasmo que algunas mujeres tienen. Pero, ¿son éstos los únicos problemas de este tipo?
De ninguna manera. Entre las dificultades que pueden afectar nuestra vida sexual encontramos otros problemas que no sabemos solucionar, o que ni siquiera sabemos si son un problema. En este artículo vamos a enfocar la fase previa al encuentro sexual, en la que se supone que nace y se alimenta el deseo. Así, trataremos de identificar a partir de qué punto podemos hablar sobre un verdadero problema de deseo sexual y de cómo canalizarlo. Seguir leyendo para saber más! "No desear nada es no vivir".
-Paul Géraldy-
¿Cómo es la respuesta sexual humana?
Para empezar, es importante tener claro cómo es la respuesta sexual humana.
Esta se compone por cinco fases que vamos a detallar a continuación: Deseo: aquí se iniciaría la respuesta sexual. Se caracteriza por la presencia de pensamiento o fantasías sexuales, por el deseo de que ocurra la actividad sexual y por posibles cambios hormonales.
- Excitación: es la segunda fase. Aquí la gente tiene una sensación subjetiva de excitación. Pero no es sólo eso: el cuerpo se prepara para la actividad sexual. Así, ocurre una serie de cambios tanto en el hombre como en la mujer con la finalidad de iniciar las relaciones de este tipo.
- Orgasmo: sigue la excitación. Además de una serie de contracciones en el cuerpo del hombre y de la mujer, proporciona una sensación y un estado de placer.
- Resolución: después del orgasmo, aparece una sensación de alivio y relajación a medida que el cuerpo vuelve a su estado previo al inicio de la respuesta sexual.
- Satisfacción sexual: sería el componente psicológico subjetivo de satisfacción con la relación sexual que finaliza la respuesta sexual.
- En cada una de estas fases pueden aparecer problemas que dificultan la ocurrencia de relaciones sexuales satisfactorias. Estas dificultades pueden ser clasificadas en diferentes dimensiones: temporal, situacional, grado de severidad y etiología.
En relación a la primera, si la disfunción siempre existió sería primaria, mientras que si aparece a partir de un determinado momento sería secundaria. Si está presente en todas las situaciones, la llamamos de general; situacional, sin embargo, si se asocia con circunstancias muy específicas. En cuanto al grado de severidad, puede ser total si ocurre en su máximo nivel, y parcial si no. Con respecto a la etiología, en función de las causas que la provoquen, puede ser orgánica o funcional. "Vivir sus deseos, agotarlos en vida, es el destino de toda existencia". -Henry Miller-
Los problemas del deseo sexual
En la primera fase de la respuesta sexual humana pueden aparecer varios tipos de dificultades. Una de ellas sería el bajo deseo sexual. Sin embargo, un deseo demasiado alto también sería una conducta problemática. Sin embargo, la disfunción más común en esta fase sería el deseo sexual inhibido, que puede llevar a la aversión hacia las propias relaciones sexuales
(pasan a ser una obligación y dejan de ser momentos de placer). La inhibición del deseo sexual es una reducción anómala y persistente del deseo y de la voluntad de realizar actividades sexuales.
"Sólo hay una fuerza motriz: el deseo".
-Aristóteles- ¿Por qué sucede esto? Las causas son muy variadas, empezando por la relación de la pareja.
Si ésta tiene conflictos o es rutinaria, o uno de los miembros tiene una disfunción sexual, esto puede llevar a la inhibición del deseo sexual. El deseo nace de la anticipación de una situación placentera; así, si la relación no es percibida como placentera en todos los niveles, es muy difícil que el deseo aparezca.
También encontramos otras causas. A nivel físico influencian algunos problemas médicos y el consumo de drogas o medicamentos. En esta línea, los anticonceptivos orales o el cansancio físico también pueden causar estos problemas.
En cuanto a los factores psicológicos e individuales, pueden influenciar la ansiedad, el estrés o la depresión, tener una orientación sexual ambivalente o parafilias. Además, tener experiencias sexuales traumáticas es otro posible factor desencadenante. Este último puede hacer que la inhibición leve a una aversión sexual, un sentimiento de repugnancia extrema en relación al sexo.
La cuestión es que, como el deseo sexual es la primera fase de esta respuesta, un problema en este aspecto condiciona enormemente la actividad sexual y, por lo tanto, la satisfacción que viene con ella.
Dados los beneficios asociados a la práctica sexual, es importante buscar ayuda profesional de un psicólogo si hay un problema de este tipo. ¡Está en sus manos resolverlo!