Mi bondad supera mi orgullo

La bondad es una de las cualidades que nos hace más humanos, porque nos une unos a otros con respeto y de forma amorosa. Muchos dicen que la gente buena es tan inocente que los demás se aprovechan de eso. En realidad, es nuestro orgullo que nos mantiene siempre a la defensiva. "Nuestra personalidad siempre nos trae problemas, pero es nuestro orgullo que nos mantiene en ellos". Muchas veces nuestro orgullo es un obstáculo que nos impide mostrar como realmente somos. Nuestra interacción y comunicación se vuelven frías y distantes, el ego se manifiesta para intentar protegernos de lo que creemos que es peligroso, permanecemos vigilantes sin la posibilidad de relajarse.Mantenemos nuestra bondad escondida cuando decidimos optar por el orgullo

. Ser dominado por el orgullo puede transformarse en un problema que nos hace desconfiar de los demás, con la sensación de que debemos protegernos contra todo lo que nos rodea.
La bondad puede ser aprendida

Nuestra esencia está hecha de bondad e inocencia, de seguridad y confianza, que nos permiten expresar esa actitud. Esta calidad humana se manifiesta desde la infancia en actos de amabilidad, de respeto y gratitud. El amor es uno de los frutos de la bondad, por lo que es tan importante cultivarlo. Muchas veces la gente confunde ser bondadosamente con sumisión, inocencia y falta de personalidad.Dicen hasta que son personas débiles e indefensas. Nada está más lejos de la realidad. Las personas bondadosas son tan fuertes que no necesitan protegerse todo el tiempo.Una persona bondada escoge el camino del rechazo al orgullo que limita nuestras buenas acciones y nuestro enfoque acogedor cuando interactuamos con los demás. Ella decide quedarse en paz para conocerse mejor y estar siempre en armonía con los demás y consigo misma.

"El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad". El orgullo es una actitud que nos impide crecer y desarrollar todas nuestras potencialidades. Nosotros no asumimos nuestros errores y, por lo tanto, no aprendemos de ellos. Responsabilizamos a los demás por lo que sucede con nosotros y alimentamos nuestro ego con la irresponsabilidad. "Los infinitamente pequeños tienen un orgullo infinitamente grande".-Voltaire- Cuando nos sentimos pequeños, tenemos la necesidad de compensar ese sentimiento a través del orgullo, fingiendo que somos mejores que los demás. Esta actitud es ridícula y perjudicada a nuestras relaciones personales; a nadie le gusta que lo hagan sentirse inferior y, entonces, surgen los conflictos.

La orgullosa disfraza nuestras debilidades, nuestras emociones y sentimientos.

Mostramos una eficiencia que no poseemos, cuando en realidad queremos el reconocimiento de los demás. La verdadera fuerza viene de dentro de nosotros, de lo que realmente deseamos, sin preocuparnos por la aceptación externa.

La bondad nos hace más felicesLa manifestación del orgullo es la prueba de que algo no funciona bien. Tal vez sean creencias enraizadas que no queremos afrontar, tal vez nos sintamos débiles, inferiores e incompetentes. La angustia de todo lo que no podemos admitir sobre nosotros mismos nos hace altivos, arrogantes y superficiales.

Una actitud solidaria permite que tengamos actos bondadosos y desprenda esa máscara innecesaria que es creer que somos superiores a los demás. Cuando valoramos la amabilidad, la gratitud y el respeto, somos capaces de acabar con ese sentimiento de inferioridad. Cultive una actitud de bondad, espontaneidad, gratitud, el calor de la confianza y la cooperación para ser feliz.

Son claves simples, y cuando las aplicamos en nuestra vida diaria, recibimos un tratamiento más humano, tenemos relaciones más saludables, y dejamos ir la necesidad de gratificaciones o recompensas para sentirnos bien.
"La gente buena, si usted piensa un poco sobre eso, son siempre personas alegres".

-Ernest Hemingway-