La madrugada pertenece a los apasionados, a los soñadores ya los lectores

En la madrugada nuestros pensamientos vuelan como telegramas en busca de destinatarios. En esta línea mágica entre la noche y el día que habitan los lectores inveterados, los soñadores melancólicos, las mentes creativas y esos amantes que, entre caricias y confidencias, se desnudan de sus ropas y de sus emociones ... La madrugada, como podemos ver , no es sólo el territorio de aquellos que tienen insomnio o de los sonámbulos. En realidad,

es un escenario especialmente evocador para el cerebro. Es cuando nos sentimos libres de estímulos externos para conectarnos con espacios mucho más íntimos, libres y creativos. De hecho, hasta la bioquímica cerebral se ve alentada por otros mecanismos muy diferentes de los que nos rigen a lo largo del día. "Los capítulos de la madrugada derivan de su borrador al nacer del día."

-Gonzalo Santoja-
Sabemos que el ser humano rige sus ciclos biológicos a través del ritmo circadiano. Estamos sincronizados por esta pequeña y fascinante estructura llamada glándula pineal que, al ser estimulada por la luz o inhibida por la oscuridad, propicia la producción de melatonina para orquestar nuestros ciclos de sueño y de vigilia. Su participación en la entrada y la permanencia en estos estados es bastante conocida; sin embargo, también abre la puerta a otros procesos igualmente interesantes, pero menos conocidos que el de vigilia-sueño. Muchas son las personas que llegan en la cama cansadas, pero en vez de dormir, en vez de rendirse al placentero refugio de la almohada, sienten que sus mentes se activan y se sintonizan. Como radares esperando captar señales de las estrellas.

Es un momento donde la lectura cae bien, porque se vuelve más vívida

, porque entre ese mar de letras y la mente existe una arteria invisible que bombea con más fuerza. La misma cosa sucede con la creatividad o incluso con el amor. Porque en esas horas en que la ciudad se apaga, las emociones se encienden con más intensidad.Los horarios actuales: inhibidores de la creatividad y la felicidad

Las personas son criaturas cautivas de la afilada aguja del puntero. Vivimos constantemente atentos a los relojes que rigen nuestros tiempos de trabajo, alimentación y ocio.

Pero estos horarios aceptados en nuestra sociedad no siempre atienden nuestras necesidades. Los turnos de trabajo rotativos o las largas jornadas profesionales que imposibilitan la conciliación familiar son enemigos asumidos que impiden parte de nuestra felicidad.

"La noche es la mitad de la vida, y la mejor mitad." -Goethe- Neurocientistas como Paul Kelly, investigador del Instituto del Sueño y Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford, explican que tanto el mundo profesional como el educativo poco, que consideran los ritmos circadianos.

Según él, todos estos efectos están haciendo que nos transformemos en "una sociedad cansada". Entrar temprano en el trabajo o en la escuela y someterse a extensas jornadas profesionales saliendo de madrugada y llegando a casa de noche es una cosa desalentadora en todos los sentidos.
Vivimos una modernidad donde se valora más "estar presente" que la eficacia.

Estar físicamente en el puesto de trabajo o en la cartera de escuela no significa que la persona pueda dar en aquel momento lo mejor de sí misma. El cansancio acumulado y el estrés de estos horarios poco justos cercían por completo el potencial de nuestros propios cerebros. Poco a poco quedamos abstraídos en una utopía emocional hasta caer en un triste letargo de infelicidad. La madrugada, el hogar de los soñadores Dicen que la madrugada es el hogar de los soñadores,

ese momento en que las estrellas cochichan entre sí y donde algunos tienen el don de poder oírlas. Incrustados como estamos en esos horarios titánicos y poco conciliadores que acabamos de describir, apenas tenemos tiempo para esos momentos. Sin embargo, es común que el fin de semana el cerebro nos demande un canto propio, unas horas más para liberarse.

El proceso a través del cual puede hacer esto es simplemente fascinante.

De noche el cerebro funciona a otro ritmo La corteza cerebral es el área donde se concentran una serie de zonas responsables de tareas como la atención, la planificación, la memoria de trabajo o las recompensas. Es un área muy activa durante el día gracias a una contribución regular de dopamina. Sin embargo, cuando la oscuridad acaricia la glándula pineal, esta contribución disminuye e invita al recogimiento.

La corteza cerebral, por decir así, se apaga o entra en estado de "stand by" porque ya no hay tantos estímulos externos para procesar, para administrar o enfrentar.

La noche, así como la madrugada, son momentos de sutil satisfacción para un cerebro que desea enfocar en otras áreas. Es entonces que se abren los umbrales de esos cantos fascinantes como es el caso de la imaginación, de la emoción, de la penetración o de la reflexión.

Es el momento de otro tipo de energía

  • Seguro que ya ha experimentado esto más de una vez. Ir a la cama con algún problema, falta de ideas o preocupado y, de repente, despertar al amanecer con la mente clara como la superficie de un espejo.
  • Las respuestas empiezan a llegar.

La inspiración florece, las emociones se afinan , nuestra propia capacidad de sentir, conectar ideas o visualizar imágenes mientras que estamos abstraídos en la lectura se intensifica aún más.

No es magia o alguna capacidad sobrenatural. Es el motor de la neuroquímica que ve en la noche el instante perfecto para enfocar toda su energía y recursos en el propio cerebro.

La mente se vacía y los pensamientos fluyen a otro ritmo

  • , existe una mayor conexión y la persona siente más placer con ciertas actividades que, durante el día, no siempre son posibles. Sin embargo, es evidente que a causa de nuestros horarios no siempre podemos disfrutar de esos instantes que muchas veces nos quitan el sueño. Sin embargo, nunca es demasiado deleitarse con esa recogida sutil y favorecedor que las noches y las madrugadas nos ofrecen,momentos donde sólo la Luna o el tímido Sol - al amanecer - son testigos de nuestros humildes placeres: soñar, leer, amar ...