Para olvidar primero debemos recordar

Hay muchos episodios de nuestro pasado que pretendemos olvidar. Para cerrar un dolor, sin embargo, hay que recordar primero. No tanto para dejar aquello fresco en nuestra mente, sino para integrar en nuestra vida actual los acontecimientos que nos lastimar, con el enriquecimiento que eso trae.

Todos los procesos por los que pasamos durante nuestra vida implican cambios, y suponen algunas batallas internas y externas. Los cambios implican pérdidas, y con éstas vienen también las despedidas, dolores y renuncias. Parece que sería natural evitar integrar eso a nuestra historia, ya que para ello es necesario esfuerzo y algún sufrimiento porque son lutos ya pasados ​​que necesitamos revisar.

Claro que los lutos forman parte de nuestras vidas, teniendo un sentido importante para nuestro propio desarrollo personal. Ya que los lutos nos ayudan a cambiar para mejor e ir aceptando lo inevitable, no tiene sentido evitarlos, incluso porque ellos todavía nos preparan para incorporar nuevas experiencias con gran valor y significado.

Aceptar la transformación del luto no implica tener que olvidar, sino tener que integrar, para renacer en cada una de nuestras etapas de la vida.Compartir

Perdonar es más que olvidar

En el perdón hay más que nuestra incansable lucha interna llena de rencores, culpas y remordimientos. Cuando el perdón finalmente llega, la aceptación para cerrar el duelo ya está en curso. Esto es común con los amores frustrados, que pretendemos olvidar antes de perdonar, y así acabamos manteniendo un dolor que nos envenena.

Perdonar requiere la aceptación para obtener el aprendizaje necesario e incorporar a nuestro ser el desarrollo personal que toda relación trae. Es un proceso que nos trae paz y tranquilidad al final, y que supone una conciencia tranquila. El camino hacia el perdón es como el camino hacia el amor, ya que se vale de este sentimiento para finalmente manifestarse. Es claro que usted debe haber pensado en algún momento en aquella frase muy famosa: "el tiempo lo cura todo". Pero eso es un gran error ya que

el tiempo, por sí solo, no cura nada ; es lo que hacemos con nosotros mismos durante ese tiempo que puede ayudarnos y madurar, a aprender ya crecer interiormente para resolver nuestros conflictos y nuestras dificultades."No se puede olvidar el tiempo si no nos servimos de él."

-Charles Baudelaire-
Aprender a despedir

Decir adiós es una constante inevitable en nuestras vidas.

Pasamos por muchas despedidas importantes, tanto de personas (rompimientos en relaciones amorosas, alejamiento de amistades, muertes de familiares, etc.) como de circunstancias (trabajos, salud y diagnóstico de alguna enfermedad, expectativas que no se cumplen, etapas que se finalizan, hijos que alcanzan su independencia y salen de casa, etc.). En cada uno de los momentos por los que pasamos dejamos atrás asuntos irrecuperables. Permitimos el cambio para poder avanzar, y así es como aprendemos a despedirnos, sabiendo que toda interacción significativa en la vida deja una marca en la que estamos actualmente. En el momento de luto, principalmente si estamos hablando de relaciones amorosas, lo mejor en un primer momento es no tener a la vista todo lo que nos recuerda a la persona, para que así podamos ir superando sin tanta dificultad. Una vez superado el luto, podemos darnos cuenta que esa persona ya no nos afecta y no se mueve en nuestras emociones.

"Conservar algo que me ayude a recordar de ti sería admitir que te puedo olvidar." -William Shakespeare-

Vivir el presente sin olvidar el pasado

Una de las principales claves de nuestro bienestar es cómo nos situamos ante el presente.
El pasado ya no puede ser cambiado, no podemos controlarlo ni realizar ningún cambio, lo único que podemos controlar es nuestra actitud de cómo confrontar el pasado estando en el presente.

Para eso nuestro trabajo personal no está en olvidar nuestro pasado, ni las personas que importan tanto para nosotros, sino en poder integrar todas esas experiencias en nuestro presente, de modo que sea una vivencia que traiga aprendizaje y crecimiento.

Poder entender totalmente lo que fuimos y lo que vivimos, tanto las partes más agradables cuando las más desagradables, hacen que sepamos mejor lo que queremos actualmente. Nuestra visión se vuelve más lúcida y sabia al integrar el conjunto de las experiencias de nuestras vidas para la maduración.

"Caminante, son sus huellas, el camino y nada más;

Caminante, no hay camino, el camino se hace al andar.

Al caminar se hace el camino,
y mirando hacia atrás
se ve el camino que nunca
volver a pisar.
Caminante, no hay camino, sólo rastros en el mar "
-Antonio Machado-