Vaginismo: definición, síntomas y tratamientos

Una de las principales dificultades conocidas a la hora de tener relaciones sexuales es el vaginismo. Al contrario de lo que puede parecer, es algo bastante común, pero poco reconocido. El vaginismo es una disfunción sexual bastante frecuente que puede llevar a problemas en la pareja relacionados con la pérdida de autoestima, ansiedad, comunicación o frustración por ambas partes.

Alrededor de uno de cada tres parejas tiene un problema de disfunción sexual. Muchas mujeres se sienten incómodas o avergonzadas a la hora de hablar sobre asuntos relacionados con el sexo, el dolor y la incapacidad de mantener relaciones con la penetración. Sin embargo, debemos intentar no subestimar esas situaciones, ya que un problema que tiene una solución se vuelve una pesadilla a nivel físico y psicológico para la persona que lo sufre. ¿Qué es el vaginismo?El vaginismo es una condición que causa la contracción involuntaria de los músculos de la pared pélvica que rodean la vagina

, causando el cierre parcial o total de la misma, lo que causa dolor e imposibilidad a la hora de intentar una penetración. La contracción de estos músculos puede ser leve o intensa. Dependiendo de uno u otro, habrá situaciones de incomodidad e incluso la incapacidad de mantener relaciones sexuales a través de la penetración.

Está dentro del grupo de disturbios sexuales por dolor. En la última publicación del manual DSM-V, "disturbios relacionados con el dolor (dispareunia y vaginismo) se funden bajo el nombre del trastorno por penetración / dolor genital-pélvica" (Moyano y Sierra, 2015, p.277-286).A pesar de la nueva categoría, lo más común es referirse al problema de forma clásica como vaginismo.

El diagnóstico del problema es complicado, pues casi siempre se hace sobre la base de la información de la mujer que lo sufre.

Sería necesaria la evaluación de la salud mediante un examen. Esto generalmente es complicado debido a la contracción mencionada. Tipos de vaginismo y dolor Siguiendo los estudios más recientes, podemos hablar de dos tipos de vaginismo. De acuerdo con Engman (2007):

Vaginismo total:

en este caso, existe un intenso miedo a la penetración que, como consecuencia, se evita a toda costa. Se presenta una contracción total en el área de la pared pélvica. Es algo que queda completamente fuera del control de la mujer.

  • Vaginismo parcial: la diferencia con respecto a la anterior es un reflejo parcial de contracción muscular. La vagina se cierra durante la penetración (o intenta) causando molestias significativas. Por otro lado, debemos distinguir si es un vaginismo primario o secundario. El primario tiene que ver con factores psicológicos o combinados. El vaginismo secundario aparece después de una lesión después de una cirugía, una caída, candidiasis o cistitis recurrente.
  • ¿Por qué sucede conmigo? El 90% de los problemas de disfunción sexual tienen origen psicológico.

Las principales causas identificadas se refieren a un trauma o abuso sexual del pasado, factores de salud mental o una respuesta deficiente debido al dolor físico continuo. A pesar del rechazo que puede generar la penetración, eso no está relacionado con la pérdida de deseo.

La mujer puede perfectamente sentir deseo y excitación

, y puede alcanzar el orgasmo por medio de la estimulación del clítoris. De acuerdo con el modelo de Barlow (1986), las disfunciones sexuales se derivan de un proceso multidimensional que reúne la interacción entre interferencias cognitivas y ansiedad (...). Así responde de manera negativa a situaciones sexuales más o menos explícitas, lo que provoca, a su vez, la focalización de la atención en los estímulos o circunstancias irrelevantes o expectativas negativas ". Como un proceso natural, seguiría "éstas aumentarán la respuesta emocional negativa que, a su vez, potenciará el proceso negativo y, por lo tanto, interferir en la respuesta sexual" (Carrasco, 2001). De acuerdo con el DSM-IV puede ser un problema de toda la vida o adquirido. Es decir, es posible estar presente desde el primer intento de penetración. Si es adquirido, ya sea por la incomodidad continua en la penetración o por haber sufrido abuso sexual, puede generar un trauma que favorezca para la disfunción mantenerse. Así,siempre es aconsejable ir al médico

para descartar factores orgánicos, como la vaginitis atrófica o incluso la diabetes (que puede producir sequedad e irritación), infecciones o endometriosis.

Factores personales e impersonales De acuerdo con Master y Johnson (1970, 1987), existirían los factores personales e impersonales. Los personales tienen que ver con los problemas de información, mitos culturales, miedos, el miedo de rechazo o dolor, entre otras cosas. Aunque sus estudios tienen casi cuarenta años de edad, la verdad es que

los problemas relacionados con los mitos e informaciones equivocadas continúan. Las generaciones son diferentes, pero lo que hace algunos años fue la desinformación ahora podemos traducir más como información distorsionada (películas, películas eróticas, "modas", redes sociales, etc.).

"El erotismo es una de las bases del conocimiento de sí mismo, tan indispensable como la poesía". Los problemas impersonales tienen que ver con la comunicación de la pareja, los papeles de poder entre los dos, la agresividad, la pérdida de atracción física, la desconfianza o las diferentes actitudes en relación al sexo. Esta descompensación puede llevar a problemas de dispareunia (dolor físico al mantener relaciones sexuales).

¿Cómo resolver? Actualmente se recomiendan estrategias multidisciplinares. ¿Que significa eso? Abordar el problema a partir de diferentes áreas médicas. Lo ideal es tener un ginecólogo, un fisioterapeuta y un psicólogo.

En las tres áreas, es posible trabajar a partir del control médico, de los trabajos musculares del área y de los pensamientos, actitudes y habilidades sexuales a ser mejorados individualmente y por parte del compañero.
A nivel muscular, los fisioterapeutas trabajan con la idea de cambios hormonales, fibras musculares, liberación de calcio y sustancias inflamatorias que afectan al área. Por lo general utilizan técnicas como la discriminación sensorial, la presión manual, los dilatadores, el entrenamiento de la pared pélvica, la reeducación postural y el trabajo en el área abdominal para una recuperación y prevención a largo plazo.

La parte psicológica, parte de las terapias sexuales, es esencial para completar una recuperación correcta. Recuerde que el 90% de los casos tienen un origen mental, un porcentaje que aumenta cuando hablamos de las condiciones y circunstancias que hacen que el problema se mantenga o se intensifique a lo largo del tiempo.

El tratamiento estará orientado hacia una serie de puntos clave en tres dimensiones: la de los pensamientos, la de las emociones y la de las conductas.

Objetivos en la terapia psicológica A nivel de pensamiento, se revisan los mitos y creencias relacionadas con el sexo.

También los miedos y creencias acerca de las relaciones sexuales. El trabajo con las obsesiones y el pensamiento negativo es necesario para avanzar. El sexo y sus dificultades son algo presente en el día a día que genera problemas psicológicos asociados.

Las preocupaciones acerca de la pareja y la desconfianza son dos enemigos a combatir durante la terapia. Por último, se revisan las expectativas en relación al dolor. Con respecto a lo emocional, se trabajan temas relacionados con la ansiedad, el miedo y la autoestima. "En cada encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación".

-Octavio Paz-

Tanto individualmente como en pareja, se trabajan técnicas de exposición en vivo o psicoeducación. A veces, las primeras en desconocer la anatomía y las posibilidades de la vagina son las mujeres. Se utiliza el "entrenamiento de autoexplotación y autoestimulación, que busca mejorar el autoconocimiento acerca de las reacciones y respuestas del propio cuerpo al estímulo (...) y focalización sensorial con el fin de reducir la ansiedad ante el contacto sexual, aprender a dar y recibir placer sexual y aumentar la comunicación "(Olivares Crespo y Fernández - Velasco, 2003, p.67-99). Todo ello combinado con técnicas como la relajación muscular (tensión - distensión en la interacción sexual). Nuestro socio, un apoyo

Siempre que hay comunicación, comprensión, paciencia y amor, podemos encontrar un apoyo terapéutico en la persona que tenemos al lado. En relación a la presencia o no del compañero en la terapia, los autores Olivares y Fernández - Velasco (2003) nos recuerdan que:

Hartman y Daly (1983) demostró que
la terapia de pareja puede potenciar los efectos de la terapia sexual.

Además, Cáceres (1993) afirmaba que la combinación de terapia sexual y de pareja es necesaria para resolver los problemas sexuales, así como la intervención en problemas sexuales sería aconsejable, aunque no es suficiente para la mejora de la pareja. (P.67-99). La verdad es que resolver los problemas sexuales generalmente mejora y mucho la relación. Cuidado, esto no significa que una mala dinámica en una pareja con varios problemas se resuelva a través del sexo. El tratamiento de este tipo de problema tiene una alta probabilidad de éxito. Es más la vergüenza o el miedo que impide que muchas mujeres acaben con el tabú de las dificultades de penetración (sea el examen médico vaginal, la relación sexual o la higiene íntima).