¿Qué hacer con el fin?

¿Sabe ese momento del fin? Cuando todo está acabando y usted siente que el fin se acerca, el amor ya no habla más alto, el corazón se aprieta a cada nueva llamada y usted simplemente no sabe a dónde ir y quedarse allí, removiendo ese final de historia, apegándose a los restos de sentimientos que, gota a gota, van finalizando un proceso.

Una señal fue colocada para usted y él dice: oiga sus sentimientos. Estamos pasando por un momento en que ser feliz es moda, basta con correr los ojos en las vitrinas virtuales, entre ahora en su red social y dígame: ¿ves a alguien triste? ¿Alguien desempleado? Fotos de los boletos atrasados? No mi gente, las vitrinas no muestran lo que viene con el fin de las relaciones.

Todo tiene que ser indoloro, rápido, sin gusto y sin olor porque no da tiempo de esperar. Cuidar el jardín para qué, si usted puede seducir las mariposas con promesas vacías de una vida mucho más interesante para quien ve? Esta es la propuesta que la gente compra, sin darse cuenta. Estamos mirando el vacío de las redes sociales engañadas con la felicidad a toda costa y nos distraemos de nuestros sentimientos, perdemos la gran oportunidad de elaborar ese dolor y conocer un poquito más del universo que cargamos dentro.

Pero vamos a pensar por el otro lado, si usted se permite vivenciar el fin, usted debe sentir que cuando una relación termina, parece que un pedacito de la gente va junto con él, todos los sueños, promesas a dos, proyectos formulados con tanto el cariño, todo yendo así, por agua abajo, tanto empeño por nada. Y lo que sobra es un miedo dañado del futuro en la carrera solista y una dulce de la gente misma, aquella sensación de 'ay de mí'.A veces la gente incluso piensa que perdió tiempo, pero creo que ese sentimiento está más relacionado con el futuro que con el pasado, porque todos aquellos momentos increíbles tendrán que ser borrados momentáneamente para amenizar un poquito el dolor y así la gente sabe que el futuro, incierto como él solo, nos reserva recuerdos de un pasado que podría haber sido. Entonces, empeñamos nuestra energía en el miedo a la soledad.

¿Quién nunca dijo aquella frase dramática:

"nunca más voy a encontrar a nadie". Hay gente que gusta de sentirse ese amor que podría haber sido, pero que ya ha dejado de ser hace mucho tiempo, incluso antes de todo llegar al final, y esas personas no entierran a sus muertos, guardan y mantienen sus cenizas en una caja bien decorada llevando con ellas hacia donde sean; por lo que es más fácil recordar sentir una pena de sí misma. Lo que es muy serio y necesario es: necesitamos enterrar a nuestros muertos, necesitamos el duelo y eso sólo se hace cuando entendemos nuestros mecanismos internos, lo que no sucederá mientras usted está viviendo la idea de que no puede sufrir, que es mejor poner pronto una ropa y salir a bailar, de esa forma el amor de la próxima esquina siempre será el próximo amor.Me duele demasiado, la gente lo sabe, terminar procesos, sean ellos cuales sean, duele demasiado.

Un agujero se pone dentro de nuestro pecho y nos quedamos perdidos sin saber bien dónde ir.

Cuando llega la noche y nada sucede parece que el mundo va a acabar allí dentro de su cuarto y nada, nada que usted tome alivia ese dolor. Ya pensó en usar esos momentos para deconstruir, dejar caer por tierra todo lo que sedujo en esa relación que ya no tiene más sentido para ti, desapegar de vez del 'y si?' y así, después de todo puesto, construir un nuevo, sin prisa y ni ansiedad, dejarse florecer. Fortalecer sus instintos y conectarse con su esencia.

Esa es, al fin y al cabo, nuestra verdadera búsqueda como seres espirituales: reconocer nuestra esencia. Construir a partir de la relación con usted misma, elaborar los sentimientos, dejar ir - sin juicio - las sensaciones que usted niega. Recuerde: lo que resistimos persiste, por lo tanto, deje la ligereza ser su guía en la finalización de procesos. El amor, el que es propio, siempre vence al final de la historia. Recuerde usarlo en su construcción. ¿Y cómo hacerlo? Comienza conociéndote, ve ahora delante del espejo, mira en tus ojos y haz la pregunta: ¿qué quieres hacer ahora? Yo te aseguro, una gran llama de poder empieza a despertar cuando dedicas tu tiempo a la divinidad que habita tu ser. Permítase.