Cuando permitimos que la injusticia prevalezca por miedo al conflicto

La vida cotidiana está llena de situaciones llenas de injusticia que pueden llevar a conflictos. Usted está aguardando en la cola y de repente alguien disimuladamente salta a tres personas delante de él; o el comerciante intenta cobrar más por algo que usted sabe que cuesta menos. O bien, su jefe le da una orden imposible de cumplir, porque se levantó de mal humor.

Todos tenemos la libertad de elegir la cual oa cuales de estas situaciones conflictivas reaccionar. A veces "compramos la pelea", porque parece justo o razonable. Otras veces dejamos pasar porque no vale la pena gastar energía con algo sin importancia.

"El hombre se descubre cuando se enfrenta a un obstáculo".
- Antoine Saint-Exupéry -

Sin embargo, hay personas que no pueden hacer esta elección. O, en vez de eso, eligen previamente renunciar a cualquier situación donde tengan que enfrentarse al otro. Ellas no sólo huyen de esos enfrentamientos, pero tampoco reclaman, no exigen o ejecutan ninguna conducta que involucra un conflicto directo. Lo que sienten es más que miedo: experimentan un sentimiento de impotencia que va más allá de la razón. A veces, no tienen conciencia de su miedo.

Simplemente dicen que prefieren quedarse en paz y no pelear con nadie. Por ejemplo, si trabajan en grupo y algunos de los miembros del equipo no cumplen su parte, esas personas asumen la tarea que el otro dejó por hacer sólo para evitar una pelea. Ellas harán un trabajo que no es de ellas, sólo para no entrar en conflicto con el otro. La estrategia de evitar conflictos a pesar de la injusticia Evitar el conflicto es una estrategia válida, siempre y cuando usted pueda evitar un mal mayor.

Si usted sabe que el otro es absolutamente inflexible en determinado asunto, no sirve de nada. O si existe una regla de que no te gusta, pero ya se ha advertido que no se puede cambiar, no sirve para iniciar una confrontación.

Sin embargo, hay muchos otros casos donde lo que está en juego es algo mucho más importante. Sus derechos, por ejemplo, o su dignidad o el respeto que usted merece. En estos casos, usted pierde mucho más por no iniciar un conflicto que por evitarlo. Usted sabe cuando está cometiendo una injusticia, cuando está haciendo algo ilegal o está permitiendo un acto humillante. Sin embargo, algunas personas se callan y siguen su camino como si nada hubiera pasado.

Las consecuencias pueden ser graves, no sólo porque el individuo aceptó un acto ofensivo, sino también porque eso tiene un impacto en su equilibrio emocional. Aunque la persona pretenda seguir su camino, sin dar importancia a la injusticia cometida contra ella, algo en su interior se quejará. Esto resultará en frustración, malestar, intolerancia, angustia o tal vez incluso una enfermedad física. Por otra parte, estas actitudes alimentan y nutren las relaciones sociales tóxicas. Hoy dejamos pasar y la situación continúa repitiendo porque el agresor no para, porque el otro no ofrece resistencia. Por el contrario, sentirá que tiene el campo libre para avanzar. Fugir de los conflictos no significa resolverlos o eliminarlos.

La evitación aprendida Evitar, huir, dejar pasar ... Son comportamientos que, a menudo, aprendemos o nos enseñaron.

Nos hacen creer que el contener, reprimir o callar son respuestas válidas e incluso deseables. Un bebé nace sin saber cómo reprimirse. Son las personas a su alrededor que le enseñan, porque de esa forma, es más fácil controlarlo.

Quien rodea los conflictos no recibe en cambio paz o tranquilidad.

Lo que hacen es "aguantar" y "acumular". Lo que normalmente ocurre es que el recipiente se va llenando hasta que desborda por cualquier cosa. Es lo que sucede con aquellas personas que siempre se callan y asustan a aquellos que las rodean cuando explotan. A veces estas explosiones, después de una larga contención, pueden tener consecuencias muy graves. Cuando usted se calla ante las injusticias logra, en primer lugar, destruir su autoestima. Sin darse cuenta, usted alimenta la idea de que es indefenso ante todas las circunstancias. Y cada día se siente menos capaz de cualquier cosa. Además, usted también perjudica su cuerpo. Las personas que son muy contenidas son más propensas a desarrollar gastroenteritis, úlceras, problemas musculares y enfermedades autoinmunes.

Un conflicto relevante nunca debe ser contorneado. También no es sano ir al otro extremo y reaccionar agresivamente al menor problema. Hay maneras de eludir, procesar y resolver los conflictos. Así como usted ha aprendido a evitarlos, también aprenderá a manejarlos. En realidad, el conflicto es positivo porque nos permite crecer, madurar y ganar independencia. Además, aquellos que enfrentan el conflicto de frente tienden a ser personas más satisfechas y felices.