Cuando alimentamos los rencores, morimos poco a poco

La hija llega a su padre y dice:

- Papá, ya no aguanto más la vecina! Quiero matarla, pero tengo miedo de ser descubierta. Usted puede ayudarme con eso?

El padre le responde:

- Claro que sí, mi amor, pero tengo una condición ... usted tendrá que hacer las paces con ella para que después nadie desconfíe de usted cuando ella muera. Usted tendrá que cuidar muy bien de ella, ser gentil, agradecida, paciente, cariñosa, menos egoísta, retribuir siempre, escucharla más ... está viendo este poquito? Todos los días usted pondrá un poco de él en su comida. Así, ella morirá poco a poco.

Después de 30 días, la hija vuelve a decir al padre:

- No quiero más que ella muera. Yo la amo. ¿Y ahora? ¿Cómo puedo cortar el efecto del veneno?

El padre, entonces, le responde:

- ¡No se preocupe! Lo que te di era polvo de arroz. Ella no morirá, porque el veneno estaba en ti.

Cuando alimentamos rencores, morimos poco a poco.
Aprendamos a hacer las paces con aquellos que nos ofenden y nos hieren.
Aprendamos a tratar a los demás como queremos ser tratados. Aprendamos a tener la iniciativa de amar, de dar, de donar, de servir, de regalar y no sólo de querer ganar y ser servido.

Autor: Desconocido

Cuando alguien le hace mal, es como si una serpiente lo mordiera.La herida puede ser más o menos grave, pero podemos cerrarla y curarla. Lo peor es cuando la mordida es venenosa. Como señala el terapeuta José Antonio García, los venenos más comunes son la venganza, el ojo por ojo y la búsqueda por la justicia a toda costa.

Estos venenos pueden estar actuando durante años en nuestro interior, comiendo por dentro y haciendo que nuestra vida pierda la alegría y la esperanza.Compartir el rencor es humano, muy humano.

Pero también es humano perdonar.E errar. Dicen que quien no ama, no perdona. De hecho, es precisamente el amor el culpable del perdón; el amor al otro, a la vida, al mundo ya sí mismo. Es decir, el perdón, el de verdad, no existe si no hay nada que lo justifique. Puede haber amabilidad, responsabilidad e indiferencia, lo que quieras, pero

la única forma de alcanzarlo es el amor.Además, digamos que, de alguna manera,

perdonar es sinónimo de serlibre. Si no hay lo que nos sostiene, rencores, miedos y odios en relación al otro, no habrá nada que justifique vivir encerrado en la prisión del resentimiento.De hecho, sólo habremos curado nuestras heridas emocionales cuando podamos hablar de nuestro pasado y de nuestro dolor sin derramar lágrimas, habiendo perdonado y dejando que el olvido haga su trabajo.

CompartirPerdonar no significa que tengamos que apagar el pasado ni que debemos olvidar el dolor.Perdonar es crear una nueva manera de recordar y de mirar nuestro presente y nuestro futuro.

El perdón, indispensable para la libertad emocional

Perdonar es indispensable para alcanzar la libertad emocional y, con ella, nuestro bienestar mental. Puede ser muy difícil, pero es la única manera de curarnos. Veamos a continuación cómo hacerlo:

1. Reconozca su herida y su dolor.

Esa es la única cosa que le permitirá distanciarse emocionalmente y reconstruir la empatía con la persona que le hirió. Hacer esto permitirá analizar las motivaciones que llevaron a la persona a actuar de tal forma, lo que contribuirá a disminuir su necesidad de culpar al otro y de atribuir a él una intencionalidad específica. 2. Seleccione la opción de perdonar. Para ello, vamos a usar la metáfora del anzuelo.

Quien nos hizo mal nos clavó un anzuelo que atraviesa las entrañas, haciéndonos sentir un enorme dolor. Queremos dar a esa persona lo que ella merece, tenemos ganas de hacerla sufrir lo mismo y meterla en ese mismo anzuelo, en un acto de justicia, que sufra lo mismo que nosotros. Si nos esforzamos para meter el anzuelo en ella, lo haremos sabiendo muy bien qué herida que ella nos causó y cómo duele estar atrapado en el anzuelo en el que ella me metió. Mientras ponemos el anzuelo en ella, o intentamos, continuaremos dentro de nuestro anzuelo. Si conseguimos meterla en el anzuelo, estaríamos entre ella y la punta de él y, para salir, tendríamos que sacar a la persona antes.Si salimos del anzuelo, tomaremos el cuidado de no estar cerca de la persona, porque ella puede volver a meter el anzuelo en nosotros y, si alguna vez nos unimos de nuevo, debe ser con la confianza de que no va a volver a herir.

Pero no es la opción de no sufrir que justifica la elección, sino una opción basada en lo que se desea a largo plazo. 3. Aceptar el sufrimiento y la rabia. Es natural que nos sintamos enojados y dolidos, pero la única forma de dejar de sufrir es abandonar el enfrentamiento con nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestros pensamientos.4. Auto-protección.

Cuando analizamos lo ocurrido y damos lugar al perdón, no podemos olvidar las señales que nos estaban indicando peligro. Por eso, hay que tener muy claro y presente cuáles son esas señales para protegernos de daños y amenazas futuras. 5. No basta con decir "Yo lo perdono".

Cualquiera de nuestras expresiones puede estar totalmente vacía de contenido. Esto es lo que habitualmente sucede, pensamos que perdonamos, pero nuestro resentimiento continúa alimentándose dentro de nosotros.El perdón es algo que se siente. Por eso, si los pensamientos, emociones y sentimientos vuelven a repetirse, debemos volver a realizar de nuevo todo el proceso hasta lograr vaciar el dolor que está minando nuestro carácter.

Tenemos que cargar nuestros recuerdos, pero no con nuestro dolor. La vida se hace más fácil si lo hacemos así.Compartir