Carta a mi cuerpo

Querido cuerpo,

Hace tiempo que no nos hablamos y siento nostalgia. ¿Qué sensación más extraña volver a hablar contigo, como si fueras un viejo amigo que hace tiempo que no visito. Como si sintiera falta de su contacto y quisiera verlo apresuradamente a través de estas líneas.

La vida pasa tan deprisa que me falta tiempo para estar contigo de forma consciente. Si usted está ahí, sepa que le debo cada movimiento y cada pensamiento, y que aún así, a veces lo siento distante, como si mi mente funcionara sola, como si no hubiera un cuerpo físico dándole soporte.

No lo culpo por eso, porque somos uno solo. Soy yo, y por lo tanto tú, el responsable de hacer de sordo cuando gritas mi nombre agitadamente. Somos nosotros que no paramos hasta llegar al límite para volver a mirarnos mutuamente.

Aunque a veces ajeno, te siento, pero no pienso que no escucho, que estos gritos no llegan a mis oídos, porque no es verdad.

Oigo y siento, pero a veces lo ignoro. No me culpe por eso, sé que muchas veces has hecho lo mismo conmigo. Ambos conocemos la frustración de hablar sin ser oídos. Sus mensajes, que van desde lo sutil a lo grotesco, captan mi atención cuando quiero que sean atendidas.

Incluso con usted marcando el ritmo, soy yo que tendré la última palabrapara decidir el momento y el lugar adecuados para que estemos juntos. Yo sé que eso le deja angustiado. Sé que usted quiere más y, aunque usted trate de engañarme diciendo lo contrario, también quiero más. Anhelo por el momento de estar a solas con usted, pero uno de nosotros tiene que imponer los límites en esa relación.

Hay un momento y un lugar para ti

No te desesperes, aunque a veces sea difícil entendernos, no somos nada uno sin el otro, y sólo podemos llegar a la cima si estamos juntos. No me abandone en el camino, pues sin mí te quedas vacío, y sin ti, me quedan inerte. Es difícil marcar un encuentro con usted, mi agenda está siempre apretada, pero usted, de paciencia infinita, espera a mi lado que el puntero del reloj deje, entre su tic y tac, un espacio para que su voz resuene.

Aunque es difícil, el momento acaba llegando. Buscamos ese momento como quien busca una aguja en un pajar y termina encontrando después de un trabajo arduo. Disfrutando del momento, sabiendo que llegó la hora y que el puntero volvió a su lugar, allí donde pertenece, y no se pierde en un montón de paja. Si usted me mira, miro hacia usted

Y cuando llega la hora y finalmente estamos solos, es cuando empezamos a ser nosotros mismos.

Se quita la ropa y se descubre mientras tomo los pensamientos que cubren mi cabeza hora tras hora. Sólo estamos tú y yo. Nus y sin protecciones que interrumpan nuestra comunicación. Si usted habla conmigo, yo respondo. Si me miras, te miro. Por fin, lo siento en todo su esplendor.

Desde el tacto suave de su cuello hasta las cosquillas en la pantorrilla que perturban un mar en calma, no hay una sola parte de usted que quiera perder ahora

, e incluso el canto más pequeño parece digno de ser explotado, como si fuera a primera vez. Cuando estamos juntos, somos grandesAsí como la erupción es para el volcán, usted es mi vida. Primero en calma, que todo parece tranquilo.

Tenemos tiempo para parar en todos los valles que encontramos y juntos disfrutar de lo que nuestros sentidos nos ofrecen.

Los ruidos y el aumento de la temperatura nos indican que hay actividad, que el volcán está vivo y que la calma aparente era sólo un espejismo. El calor y el movimiento de la tierra cada vez más urgente nos alertan de la llegada inminente de la explosión que transformará la roca en lava. Porque cuando hablamos, nos entendemos, y cuando eso sucede, el resultado es casi mágico. Como la imagen de un cuerpo y una mente en plenitud, como la escena de un volcán en erupción. Y es que

cuando estamos juntos, somos grandes y podemos conseguir lo que cada uno no era capaz de hacer solo.

Querido cuerpo, el placer fue mi Querido cuerpo, no puedo prometer que voy a escribir con más frecuencia, ni siquiera que voy a dejar de ignorarlo. Vamos a seguir perdiéndonos en el "quiero y no puedo", y en el "hoy puedo pero no quiero".

Pero va a llegar un momento en que vamos a volver a mirar y escuchar el uno al otro.

Tal vez, después de estas palabras, esto suceda más temprano que tarde y que, sin darse cuenta, volveremos a estar unidos de nuevo bajo la misma conciencia.

No hay necesidad de agradecerme por esas líneas, el placer fue mío.