Algunas actitudes distancian más que la distancia

Algunas actitudes distancian con la misma eficacia de un océano frío. No importa si es el miembro de la familia con quien convivimos, no importa si es el compañero de trabajo que vemos diariamente. Sus esquemas rígidos, sus pensamientos inflexibles y sus valores incuestionables levantan murallas, vallas y trampas emocionales que perjudican seriamente muchos de nuestros ambientes.

Como hemos escuchado a menudo, lo que cuenta en nuestras relaciones sociales y afectivas, por encima de las palabras, son ciertamente las actitudes. Pocas dimensiones son tan básicas y al mismo tiempo tan interesantes en el campo de la psicología como esos procesos que las componen. Como dijo Thurstone en su época, son como una amalgama caótica donde convergen distorsiones, ideas pre-concebidas, miedos, evaluaciones y determinadas tendencias para la acción. "La actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia."

-Winston Churchill-
Ahora, cabe decir que el estudio de las actitudes es una de las disciplinas más clásicas en el mundo de la psicología. Sin embargo, su avance a lo largo de estas décadas nos ha demostrado que son nuestras actitudes que nos conducen a un estilo de vida más feliz o, por el contrario, a esa complejidad existencial donde hay cada día más conflictos que oportunidades.

De hecho, hay un aspecto que todos vemos diariamente. En nuestros ambientes más cercanos siempre habitan determinadas personas que, por sus actitudes, por su forma de pensar y de actuar sobre ellas, facilitan o dificultan seriamente la convivencia. Estas dimensiones psicológicas tienen su expresión en los contextos sociales y, por lo tanto, nadie es inmune a ellas. Además, hay momentos que actúan como semillas del mal y como desencadenantes de conflictos reales. Los diferentes tipos de actitudes que debemos conocer Viktor E. Frankl dijo una vez que

"todo puede ser sacado del ser humano, excepto la última de las libertades: la actitud con la cual él enfrentará una determinada circunstancia". Todo esto nos lleva a la conclusión de que pocas herramientas son tan básicas y maravillosas como el poder de nuestras actitudes.

Sin embargo, debemos tener un enfoque constructivo, flexible y sano para poder sobrevivir mucho mejor en este mundo a veces complejo e incluso contradictorio.

Una de las primeras preguntas que sin duda nos viene a la mente es cómo se forman y cómo se integran en nosotros. Es interesante saber que las actitudes se aprenden. Durante nuestra infancia, "absorbemos", muchas veces sin percibir, muchos de esos valores, interpretaciones y atribuciones que nuestra familia nos transmite.Sin embargo, llega un momento en que muchos de nosotros las modificamos. Nosotros lo hacemos sea por nuestras experiencias o por las interacciones en los diferentes medios sociales donde nos movemos y donde empezamos a relativizar muchas de las ideas que nos enseñaron. Así, algo que debemos entender es que las actitudes no son dimensiones estables y fijas en el tiempo. Muchas de ellas pueden cambiar y mejorar, y eso ciertamente es bueno, porque significa que siempre estamos en continuo crecimiento para delimitar mejor nuestra valiosa identidad. Compartir

Algunas actitudes distancian y dificultan la convivencia Lo hemos dicho al principio. Las actitudes distancian y pueden actuar como fuentes de conflictos a veces insuperables entre nosotros.

Esto ocurre porque algunas personas siempre aplican una actitud defensiva, otros son muy resistentes al cambio y basan sus interacciones en prejuicios y algunos, por supuesto, permiten vislumbrar un sustrato basado apenas en su narcisismo, en su egoísmo.

Veamos ahora cuáles son los tipos de actitudes que podemos observar en nuestro día a día:Actitudes desinteresadas o integradoras.

Es la actitud más positiva y la que más facilita la convivencia. Se basa en cualidades como la disponibilidad, la apertura, la aceptación y la solicitud y siempre se intenta obtener un beneficio mutuo.

Actitudes manipuladoras. En este caso, sin duda, las clásicas personas que persiguen un único objetivo: el bienestar propio. Cada comportamiento y cada palabra hará uso de la decepción más oscura para alcanzar su propósito. Actitud interesada.

Hay personas con discapacidades y necesidades diferentes. Por eso, cada una de sus acciones estará dirigida sólo para cubrir esta situación de desamparo, y harán eso llamando la atención o si victimiza.

  • Actitud agresiva. En este caso, tenemos los perfiles que gustan de marcar las distancias de una manera descarada, dejándose llevar por sus prejuicios y por aquellos valores frecuentemente agresivos que suelen causar tantos problemas.
  • Cuatro actitudes que necesitamos para ser más felices. La psicología positiva nos recuerda que la felicidad depende de varios factores. Uno de ellos es la genética, otro nuestra situación personal (contexto social, educación, trabajo, relaciones, salud ...) y por último, considerado el más relevante de todos, es sin duda, el que se refiere a nuestras actitudes.
  • El más interesante de todo este enfoque es que, así como señalamos que las actitudes pueden ser cambiadas, ellas también pueden ser entrenadas y trabajadas diariamente para mejorar mucho más nuestra convivencia, y el enfoque vital para construir un verdadero bienestar. Por lo tanto, y como asunto sobre el que reflexionar, vale la pena conocer cuáles son esas actitudes que deberíamos integrar en nuestro día a día para empezar a notar cambios. Serían las siguientes: Asuma un enfoque más favorable sobre el comportamiento de las personas a su alrededor.
  • Entienda que los demás no pueden actuar siempre como usted quiere, por lo tanto debemos aceptarlos como son, concentrándonos mucho más en nosotros mismos. Aplique una visión más positiva sobre el futuro y lo que está a punto de suceder. Intenta confiar en ti mismo y en lo que el mañana puede ofrecerte.

Deje de ser obsesivo

con lo que usted necesita para ser feliz. Muchas veces, lo que realmente necesita ya está dentro de usted. Desarrollar una confianza en sí mismo más fuerte. Siéntase el protagonista de su vida, el único responsable de su felicidad.

Para concluir, como pudimos ver, el campo de estudio de las actitudes es tan amplio como enriquecedor.Así, y aunque es verdad que a veces puede ser tremendamente complejo convivir con personas que aplican actitudes un tanto hostiles y complicadas, la clave es siempre proteger las nuestras.

Porque al final de cuentas son nuestras actitudes que nos hacen grandes, son ellas las que nos acercan a la felicidad y que nos proteger en todo momento.