Cuidar de los demás es cuidar de sí mismo

Ayudar, dar, entregar, contribuir, alimentar, extender la mano, escuchar, proteger, acudir y abrazar. Todos estamos de acuerdo en que es un acto de valentía y generosidad practicar cada una de esas acciones relacionadas con el cuidado con los demás, porque ellas exigen algo de nosotros. Sin embargo, también nos dan, pero lo que dan es más oculto que el que nos cuestan. Porque lo que recibimos con nuestra entrega se confunde y emana del acto mismo. Puede ser que no distingamos de forma tan feliz, puede ser que quien no practique ninguno de esos actos mire sin comprender lo que otra persona hace cotidianamente, puede ser que esas acciones ni sean las más comunes.

Para diferenciarse de quien no comparte su energía, es sólo dar una buena mirada alrededor en busca de personas necesitadas. Desgraciadamente basta abrir los ojos y mirar para ver a alguien que no tiene nada para comer, una injusticia siendo cometida y una persona que no tiene absolutamente nadie para conversar.¿Qué es cuidar?

Esta palabra proviene del latín "cogitare", que significa pensar. Si buscamos la definición en el diccionario encontraremos: dar atención, diligencia o ser solícito en la ejecución de algo.

Cuidar también se refiere a asistir, conservar y guardar. Piense en cuándo está cuidando algo o alguien. Por ejemplo de un animal doméstico, de una planta o una madre de un hijo.

Cuidar indica que está dedicándose a la persona o cosa, dejando de lado sus cosas y prestando atención a lo que el otro necesita. El acto de cuidar es diferente en función de lo que está siendo cuidado. Para cuidar de un niño la vestimos y mimamos, de un perro, lo vestimos y llevamos al veterinario, de una planta a regamos y podamos.

Al cuidar, no importa la acción puntual, sino la actitud que tenemos para con el ser. Incluso podemos cuidar de objetos, como un coche o una casa, e incluso de cuestiones abstractas, como ideologías y valores, y es siempre lo mismo ... ofrecemos nuestro tiempo y dedicación para que haya protección y no haya daño, que no se sienta corrompían o estraguen. ¿Tengo que cuidar de mí mismo primero?

Con certeza has escuchado la frase "amad a ti mismo en primer lugar para después amar al otro". Algo similar ocurre cuando cuidamos a alguien.

Es necesario que en primer lugar te sientas cuidado por ti mismo, para que luego tenga la capacidad de cuidar del otro. Veamos un ejemplo muy práctico donde se demuestra que es necesario que cuidemos de nosotros para cuidar del otro.

El protocolo de aviación indica que en caso de turbulencia, cuando caen las máscaras de oxígeno, primero debemos colocar nuestra máscara para luego ayudar a quien tenga necesidad, como nuestros hijos. ¿Eso es ser un pésimo padre? Claro que no. Significa que usted está cuidando su integridad física para poder también cuidar de la integridad física de los pequeños, si ninguno de los dos será cuidado. Entonces no se puede pretender pasar horas y horas de prontitud cuidando de un familiar enfermo sin dormir. Si no duerme, no estará despierto en condiciones de prestar atención a las necesidades del otro. No es cuestión de egoísmo, sino todo lo contrario. Usted se pondrá a disposición de ayudar de manera inteligente, no despreparada.

No confunda amor propio con egoísmo. No se siente culpable. Los egoístas llenan su autoestima beneficiándose de los demás. Los que tienen amor propio se dan cuenta de que primero deben respetarse y así será no sólo mucho más fácil, como sea posible, respetar a los demás.

Cuidar al otro es cuidar de ti Nuevamente haremos uso de un decir popular: "No haga al otro lo que no quisiera que le hicieran a usted". Podríamos usar esta frase en su versión positiva:

"Haga al otro lo que quisiera que hicieran con usted".

Cuando vamos a cuidar de alguien, debemos pensar en la manera en que nos gustaría que cuidara de nosotros. Si estuviéramos enfermos, ¿qué debería saber el cuidador? Si fuese un niño, ¿de qué modo nos gustaría ser protegidos? Cuando llegamos a la vejez, ¿cómo nos gustaría ser tratados por nuestros seres queridos?

Cuidar a alguien es una de las tareas más nobles a las que podemos aspirar: cuidar nos hace más útiles y valiosos para nosotros mismos y para los demás.

Quien sabe ni Dios, ni el Karma, ni el mundo te agradezcan, pero su corazón con certeza agradecerá.