Querida vida,
Lo siento por decepcionarla.Perdóname por traicionarla al dejar de ser yo misma por miedo de que los demás me juzgar. Perdón por dejar de escucharla, por renunciar a ti, por creer que estarías siempre a mi espera.
Ser yo misma en un mundo que hace de todo para que yo no sea una proeza. En el caso de las mujeres, las mujeres, las mujeres, las mujeres, las mujeres, las mujeres, las mujeres.
Cada una de estas razones me hizo equivocarse en la planificación de mis prioridades. ¿Sabes lo que pasó? Yo estaba equivocada. Confundi caminos y esperanzas. Creí estar creando un futuro emocional sano cuando en realidad estaba haciendo castillos en el aire.
Sólo percibí esto cuando estaba dispuesta a subir hasta la cima de la torre. Pero no había escalones. Entonces me di cuenta de que, por miedo al rechazo y de lastimar a los demás, me había abandonado.Había renunciado a ser yo misma. Yo lo reconozco. Había oído el timbre que dio por terminado el recreo y no pude hacer más que quedarme perpleja mirando de forma desconcertada a las agujas del reloj de la vida.
En ese estado de trance percibí que tenía cartas buenas y malas en mi baraja.
He jugado muchas buenas pero tal vez las ha usado con las personas equivocadas y de manera errónea.Aunque esto en este momento no hace diferencia, porque no dejan de llegar cada vez más cartas. En mi analogía, las cartas significan oportunidades, algo que creo que nunca va a faltar, siempre que cambie algo en mí.Sin embargo, debo admitir que siento un gran cansancio a la hora de jugar. Hay tantas personas marcadas, tantas personas que me han decepcionado, y he sido tantas veces engañada, que a veces sólo puedo sentir que se están aprovechando de mi buena voluntad. Por otro lado, tengo que decir que entiendo que la familia, la salud, los amigos y nuestra propia esencia son globos de vidrio que tienen que ser mantenidos en el aire en equilibrio.
Y he sido capaz de experimentar la sensación de derrota cuando alguno de esos globos cae y se rompe a mis pies.
Ya lloré, más que una vez, por dañar mis globos. Y percibí que en ese momento todo cambia y que cuando un daño está hecho, ya no se puede reparar.Además, gracias a las veces en que fui engañada, comprendí que el trabajo no es una bola de vidrio como las otras, sino una de aquellas saltando que hacen rebote y, por eso, al final de la vida no es tan importante.
En mi trayecto aprendí a ser valiente. Prueba de ello es esta carta, pues en verdad no hay mayor coraje que adentrarnos en nosotros mismos.CompartirHoy, soy consciente de que el hecho mismo de las personas tóxicas dejan de hablar con nosotros supone un alivio emocional tan intenso que a veces resulta abrumador.
Es como si la basura hubiera limpiado si solo, aunque la conciencia no me deja decir eso en voz alta.Lo sé. He podido comprender. A la base de puñal que todavía hoy siento, decidí pedirle perdón y perdonarme a mí misma, que es casi la misma cosa.
Porque llega a un punto en que podemos fingir muchas cosas, excepto el perdón. No importa lo que quieras, las palabras que no se pronuncian y las lágrimas que no se lloran siempre van a pesar en su mochilaPor eso hoy doy un paso adelante y corro para reencontrarme con esa parte de mí que las personas equivocadas y las las prioridades mal planificadas encubrieron en algún momento. Por eso digo adiós a todo aquello que me perjudica. ¡Por eso me hago valer! ¡Por eso vuelvo a conocerme! Por eso creo un nuevo punto de partida!
Por eso me voy a dar a mí misma otra oportunidad.