Muchas veces, cuando queremos aliviar el llanto de un niño por una caída o por birra, utilizamos frases del tipo: "no llore", "hay que ser valiente", "los hombres no lloran", etc. ¿Alguna vez has parado para pensar en lo que conseguimos con estas frases? Decimos NO al comportamiento y también al niño ya sus emociones. Nosotros les enseñamos a reprimir y no expresar sus emociones. Esto causa graves implicaciones en su desarrollo emocional y en el de toda la sociedad.
No es de extrañar que eduquemos de esa forma; simplemente reproducimos el tipo de educación que recibimos. Pero, ¿por qué no podemos llorar cuando algo nos duele?
El llanto es un mecanismo natural y debe usarse cuando sea necesario. El llanto como forma de entender las emociones Si queremos que nuestros hijos vivan y comprendan sus emociones, debemos excluir de nuestro discurso algunas frases y hábitos del día a día. Por ejemplo, estas frases son lo contrario de lo que usamos para bloquear pensamientos, emociones y comportamientos.
- Deja que se vayan, Lucía - dijo la abuela.
- ¿Quién?
- ¡Las lágrimas! A veces son tantas que parece que nos van a ahogar, pero no es así.
- ¿Crees que un día van a parar?
- ¡Claro! - respondió la abuela con una dulce sonrisa. Las lágrimas no permanecen por mucho tiempo, hacen su trabajo y, a continuación, siguen su camino.
¿Y cuál es su trabajo?
- Son agua, Lucía. Lavan, limpian, blanquean ... Así como la lluvia. Vemos todo con más nitidez después de la lluvia.
- Extraído de "La lluvia sabe el porqué" -
- Fernanda Heredia -
Cuando alimentamos a los niños con amor, los miedos mueren de hambre
Es necesario ayudarlos a identificar las causas de su llanto y canalizar sus emociones, aumentando su capacidad de autorregulación.
Normalmente lo que nos hace llorar es un problema, una perturbación que nos quita nuestra tranquilidad.
Afortunadamente la naturaleza es sabia y ha luchado contra ese modelo educativo vigente, haciendo que la tristeza permanezca como la emoción más empática. Nuestra mente y nuestro cerebro tienen una predisposición especial para responder a la tristeza, empatizar con ella y tratar de consolar a quien está sufriendo. El problema es que todos estos años de un modelo incorrecto de educación nos hacen suprimir las emociones negativas, pero saludables. Queremos mostrarnos a nosotros mismos ya los demás que somos tranquilos y tranquilos.
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Debemos enseñar a los niños que la tristeza puede tener muchas causas, que es una respuesta natural ante algo que nos incomoda y que puede ser canalizada de forma sana; ofrecer modelos de autorregulación adecuados y alentar la capacidad de reflexionar sobre todo lo que este mal nos proporciona. En vez de negar: "No poder jugar no es el fin del mundo", aprobar: "Yo entiendo que usted quería ir y está triste".
Compartir Cuando decimos "no llores", estamos enseñando al niño un sistema basado en el miedo y la negación del mensaje que el llanto ofrece.La tristeza es una emoción desagradable y negativa, pero sana.
Además de enseñar a comprender la tristeza, tenemos la obligación de ayudarles a aliviar ese dolor y salir de ese círculo vicioso.Tal vez el motivo del llanto sea algo irritante y banal y entonces necesitamos ser firmes: no permitir las rabietas.
Necesitamos subrayar que las rabietas en niños de 2 a 06 años son muy comunes y, sobre todo, muy importantes. Ellas nos muestran cuáles son las necesidades y los puntos fuertes del niño, teniendo en cuenta su fase de desarrollo. En estos casos, muchas veces nos quedamos sin saber cómo actuar, pero es esencial e importante que nuestras palabras transmitan nuestro mensaje correctamente: "sí" para los sentimientos y para el niño y no para el mal comportamiento. Necesitamos evaluar las emociones y los sentimientos del niño basados en su nivel de comprensión y facilitando la penetración.
Sabemos que las emociones no ocurren aisladamente. Nuestro mundo emocional es muy complejo. Por ejemplo, necesitamos enseñarles gradualmente que podemos estar tristes y al mismo tiempo irritados o avergonzados. De esta forma, aprenderán poco a poco, conforme van madurando y flexibilizando sus pensamientos. Para concluir, podemos decir que no importa de dónde vienen las lágrimas. Lo importante es que el niño entienda lo que está pasando y consiga decir cuál es el origen de su incomodidad.
Esto la ayudará en la autorregulación y la reflexión en un momento que sus pensamientos parecen muy confusos y no responden de forma adecuada.
Ilustraciones de Karin Taylor.