Hay muchas emociones que podemos sentir intensamente. Culpa, rabia y tristeza son algunos de ellos. Sin embargo, hay una que no mencionamos y que causa un impacto tan fuerte que nos puede destruir: la humillación.
La humillación es un estado emocional negativo que deja una profunda y negativa sensación en cada uno de nosotros. Sentir que no valemos nada, que somos mediocres, que independientemente de lo que hagamos ser ridiculizado, es una cruz que podemos arrastrar por un largo tiempo. La Universidad de Amsterdam realizó un estudio en el que participaron 46 voluntarios para comparar sus reacciones ante diferentes estados emocionales.
Los investigadores analizaron las ondas cerebrales de los participantes mientras éstos oían insultos y elogios en una pantalla.
Los participantes también contaron historias diferentes en las que tenían que ponerse en la piel de los protagonistas. De esta forma, podrían conectar sus emociones colocándose en sus lugares. Por ejemplo, en una de las situaciones ellos marcaban con alguien y, una vez que llegaba esa otra persona, se volvía y se marchaba. Los investigadores descubrieron que el sentimiento de humillación causa una actividad cerebral mucho más rápida e intensa que la alegría, más negativa que la
rabia y que, además, las áreas ligadas al dolor también fueron activadas. Aunque los elogios crean alegría, el sentimiento de humillación era mucho más intenso que aquellas emociones placenteras. Pero, lo más increíble fue observar que él no podía competir con la rabia. Los insultos hicieron que muchos de los participantes estuvieran irritados o molestos, perola humillación tenía una carga mucho más negativa.El sentimiento de humillación está presente en nuestras vidas diarias. La humillación es una emoción presente en el día a día. En realidad, muchas personas no pueden comunicarse si no es humillando a los demás, creyendo que realmente les están haciendo el bien. Lo que pasa es que no tienen la empatía necesaria para transmitir lo que quieren decir de una manera más agradable y sutil.
Un ejemplo sería la madre que elogia al compañero de su hijo y lo muestra como una referencia en varias tareas y comportamientos. Sin saberlo, ella puede estar descuidando el esfuerzo de su hijo. Si esta comparación se hace con los dos niños presentes, el malestar de su hijo puede ser aún mayor debido a la humillación creada. Situaciones de este tipo son comunes en nuestros días, especialmente en entornos de trabajo. Incluso en las relaciones esa emoción también puede estar presente. Aparece cuando un miembro se burla del otro y lo hace sentir inferior. La humillación es una emoción desagradable e intensa que generalmente dura a lo largo del tiempo debido a la profundidad de su herida. Esto afecta nuestra autoestima y, de alguna manera, hace muy difícil fortalecerla nuevamente.
Ante la humillación, autoestima
¿Qué podemos hacer ante todo esto?¿Cómo podemos evitar que la humillación nos afecte y nos deje una profunda huella?
¿Cómo gestionar la incomodidad que nos causa?
La clave es conocerse a sí mismo y valorarse
. Es no dar más poder a la opinión de los demás que a las nuestras. Es saber quiénes somos y evitar que los demás nos definan. En suma, es cuidar de nuestra autoestima para que, en momentos de duda, podamos recuperar la confianza en nosotros mismos.Para eso,
es muy importante cuidar de nuestro lenguaje interno
, de la manera como hablamos con nosotros mismos. ¿Nos decimos cosas agradables o repetimos constantemente "soy un tonto", "todo va mal conmigo" o "soy un desastre"? Tenemos que tratarnos bien, valorizarnos y amarnos. Si somos permisivos con los demás, ¿por qué no ser con nosotros mismos? Siempre existirán los errores, no queremos ser perfectos. Tenemos que valorarnos hasta el punto en que cualquier intento de humillación por parte de otra persona sea indiferente para nosotros. Porque no podemos impedir que otros nos humillen, pero podemos cambiar la forma en que nos afecta.
Ahora que entendemos que eso es un ataque a nuestra identidad cuyo objetivo es causarnos dolor, vamos a actuar. Vamos a empezar a valorizarnos, a no depender tanto de la aprobación externa y creer que somos buenos y capaces.