Hoy todo en mí está desordenado: el pelo, la cama, el corazón ... Ya no tengo quien desnude mis miedos y abrace mi alma, pero aún así, prometo que recogeré cada pedazo perdido, limpiaré mi vacío y tranzaré mi pesar para que nada de eso me impida volver a vestirme de sonrisas, con esperanza.
Cada uno de nosotros ha experimentado alguna vez esas encrucijadas vitales en las que, de repente, todo parece estar desorganizado. Nuestras brújulas personales ya no apuntan al norte y, casi sin saber cómo, llegamos al borde del abismo. Ahora, crea o no, en este momento sólo tenemos dos opciones: caer en el abismo y tocar el fondo o salir impulsados a cambiar, para una nueva realización personal.
Es curioso analizar por un momento el significado etimológico de la palabra "crisis". Viene del griego y deriva a su vez de dos términos muy interesantes: "la ruptura de algo" y la oportunidad de "analizar" eso.
Por eso, cuando todo está tan desordenado que no sabemos siquiera con qué pie empezar a caminar, nada mejor que analizar cada una de nuestras partes rotas para comprenderlas mejor y luego comenzar el cambio. Proponemos que usted reflexione sobre eso con nosotros. Un cerebro desordenado que intenta sobrevivir al caos
Sabemos que ese dato puede sorprenderte, pero nuestro cerebro no ha evolucionado sólo para permitir que seamos cada vez más felices.
De hecho, cada generación sigue teniendo casi los mismos problemas emocionales y existenciales que los anteriores. Nuestra masa gris no es ningún gurú en materia de felicidad. El cerebro sólo tiene una necesidad: garantizar nuestra supervivencia. Derivan de ahí, por ejemplo, los miedos, esos mecanismos instintivos que fueron eficaces para que el hombre primitivo se defendiera de posibles predadores. Pues bien, en la actualidad nuestros miedos son menos concretos y más intangibles: tenemos miedo de la soledad, del fracaso, de no ser amados, de no cumplir ciertas expectativas ....
A esto se suma a otro aspecto esencial. Según un estudio publicado en la "Revisión de General Psychología", las experiencias negativas dejan en nuestro cerebro una marca más profunda que las positivas. Sin embargo, su propósito es claro: darnos una nueva información para poder sobrevivir mejor ante nuevas situaciones vitales. Por lo tanto, el cerebro percibe estos instantes de crisis y desorden personal como "pequeñas amenazas" a nuestra propia supervivencia. De ahí su "invitación" para que seamos capaces de adaptarse mejor a nuestros contextos y para ello, en algunas ocasiones, sólo existe un modo: el cambio. Cómo lidiar con nuestras encrucijadas vitales
Pocas cosas dejan nuestro corazón tan desordenado como una ruptura afectiva.La inversión emocional y personal es tan alta en esas situaciones que después de esos adiós no podemos hacer otra cosa más que esconderse en el capullo de nuestra soledad para escuchar el rumor de todos esos sueños perdidos.
Dado que sabemos que nuestro cerebro no tiene ese interruptor natural para hacernos felices de nuevo, basta recordar varias cosas que él posee: resiliencia, la habilidad para enfrentar la adversidad y una altísima capacidad creativa para buscar la mejor estrategia con la que salir de nuestras encrucijadas vitales.
Ofrecemos para usted orientaciones simples que pueden servirle de ayuda.
Llaves para restablecer el orden y encontrar nuestro equilibrio personalCuando todo está desorganizado nada mejor que sembrar nuestro día a día con pequeños placeres. Puede parecer una tontería, pero cuando nuestra mente sufre un exceso de "pasado" y un temor extremo del "futuro" nada mejor que anclarlo al presente a través de actividades simples y placenteras.Salir para caminar, desconectarse de la rutina y de lo que es común en su cotidiano. De ese modo usted verá las cosas desde otra perspectiva.Entiende que vivir es, ante todo, tomar decisiones
. Ante todo encrucijada lo único que se requiere de nosotros es ser responsables de nosotros mismos.
Para tomar decisiones es necesaria una adecuada calma interior
. Puede ser que ahora sólo sienta el desorden de sus emociones y sentimientos, pero siempre llegará el momento en que usted debe detenerse y tener conciencia de dónde está y de lo que necesita.
Evalúe las posibilidades.
- Comience favoreciendo pequeños cambios y observe lo que sucede. Si te gusta el resultado, dé un paso un poco más grande, un cambio más audaz, y entonces ver cuántas colinas y montañas es capaz de mover.
- Concluyendo, en realidadlas personas no deberían temer tanto esos instantes vitales de desorden personal
- . Lejos de darles una asignación puramente negativa, es mejor verlos como lo que son: nubes temporales que nos obligan a abrir nuestros paraguas de colores para enfrentar la tempestad.