Mi infancia duró mucho, comparada a la de mi hijo. En la casa de amigos, en las calles del barrio, iba al club nadar, jugar pelota, sin pensar en citas, hasta prácticamente el final del gimnasio. La infancia duró más, así como los juguetes. La gente heredaba juguetes y ropa de nuestros hermanos.
Como fui el menor de seis hijos, rara vez tenía el primero, porque la bicicleta, los juguetes, los juegos de tablero y hasta los libros escolares ya habían sido usados por los hermanos mayores. Me acuerdo de jugar con el Falcón, con Playmobil, de jugar a la peor, de rodar pion y de jugar bolitas de gude en la salida del grupo, incluso después de los once años. Hoy, con once años, ya veo a los niños preocupados por el noviazgo.
Es increíble como todo duraba, desde muebles, utensilios, hasta juguetes. Varias generaciones utilizaban los mismos productos. Los muebles de la casa de mis padres eran los de cuando se casaron. Creo que tal vez sea esa una de las razones de que los sentimientos también hayan sido más duraderos en aquella época, porque la amistad solía ser para siempre y las parejas luchaban más para quedarse juntos. Hoy, nada dura, ni ropa, ni silla, ni carro de juguete, ni sentimiento. Es necesario consumir, hay que comprar, después de todo, los modelos se van convirtiendo en anticuados y las novedades se lanzan en un abrir y cerrar de ojos. Nada dura bastante, lo que, desgraciadamente, acaba ocurriendo también en el plano afectivo, en lo que se refiere a las relaciones humanas.
La necesidad de compra acabó contaminando los sentimientos , que pasaron a ser comprados también. De la misma forma, esa velocidad desmedida que impregna nuestros días acaba alejándonos de la necesidad de llevarnos, en ciertos momentos, en determinadas ocasiones, junto a personas especiales. Parece que todo tiene que ser ya, para ayer, incluso el amor - de ahí la conquista casi ni más existir, desgraciadamente. Con eso, muchas parejas se apresuran y se olvidan de conocerse de hecho antes de tomar decisiones de vida.Incluso a la velocidad de hoy, el amor requiere demora
Lógicamente,
es utopía querer que vuelvan los comportamientos de otrora
, una vez que el mundo siempre sigue y se moderniza, haciendo las costumbres algo a ser transformado. Al final, no cabrían, hoy, muchas actitudes que eran comunes allá atrás. Sin embargo, el amor todavía debe ser algo desarrollado con cuidado, tiempo y disposición, reflejado y tomado en serio. Amor requiere demora, compromiso y dedicación, pues es de él que se alimentan nuestros más bellos sueños de vida. Es el amor que nos ayudará a no caer, siempre que la vida diga 'no'. Por lo tanto, en el amor, por lo menos, nos sentimos.