Donde usted no puede amar, no se demore

Acabar una relación no necesita ser entendido como un fracaso. El "fracaso" de nuestra propia autonomía emocional sucedería si nos empeñamos en continuar con una relación insana, improductiva y carente de evolución. Es decir, una relación en la que es imposible amar con pureza e intensidad.Porque, como dijo una vez Frida Khalo,

es mejor no tomarse donde la gente no puede amar. Y sucede que siempre cargamos lo que no dejamos partir. Lo que cargamos pesa, y lo que pesa nos hunde. Partiendo de esta idea, es fundamental entender que el miedo y la duda son normales y que muchas veces nos acompañan a lo largo de nuestras vidas. Pero hay que aclarar que el amor a cualquier precio es una forma de suicidio emocional.

Cuando necesitamos cerrar los pasos

Es difícil saber cuándo necesitamos cerrar los pasos. El hecho es que muchas veces las relaciones son víctimas del propio peso que genera el malestar y esa sensación de estar preso.

Uno de los primeros síntomas es la claustrofobia emocional: sentirse sofocado en la propia relación y sentir que hay que volar, que la autonomía se ha perdido y que no tiene sentido continuar así. Dependiendo de cómo encaramos esta situación, el conflicto emocional podría resolverse de una manera u otra. Es muy fácil encontrarnos atrapados en esa situación sin sentido y quedarse rodando sin encontrar una salida. Para aliviar esa angustia no existen recetas mágicas, pues dependemos de la confluencia de actitudes, experiencias, sentimientos y expectativas para dar un paso u otro. Cada uno necesita examinar a sí mismo y decir francamente lo que hace y no hace para cambiar la situación, así como considerar lo que le gustaría hacer.

En esas horas tan decisivas solemos ser amenazados por el miedo al vacío en forma de dolor profundo. Este temor de irse es normal, por lo que es fundamental preguntarse a sí mismo lo que quiere y está dispuesto a hacer, así como las motivaciones de la otra persona de la historia.

Si decidimos volar, habrá que considerar que probablemente no será un paraíso desde el principio. De hecho, decir adiós requiere mucho coraje ante la incertidumbre y el dolor que provoca salir del castillo que construimos, ahora con la intención de derribarlo.Se trata de poner un límite a un dolor que puede evitarse. Hablamos de una pareja, de una amistad o de cualquier tipo de relación: a veces hay que dar un basta a la frustración y al desencanto porque no tienen solución.

Cuando somos valientes para decir un ADEUS con mayúsculas, de los que cierran puertas y ventanas, otras nuevas surgen para pronunciar un Hola contundente nuevamente. CompartirDe vez en cuando las serpientes cambian de piel. Para librarse de su vieja piel, una serpiente escoge pasar por dos piedras cercanas que apriete su cuerpo, la raspen y la ayuden a eliminar esa capa que ya no sirve. Como es normal, este pasaje no es agradable; de hecho, le provoca dolor, pero

esa acción la ayuda a desprenderse de lo que ya está desgastado para dar lugar al nuevo. Cambiar de piel para renacer y amarse a ti mismo Cuando llegue nuestra vez de cambiar de piel y decir adiós, el nuevo comienzo puede sumergirse en una gran angustia.

No olvide que estará abriendo espacio para poder renacer. Es inevitable el sufrimiento cuando llega la hora de cerrar ciertas puertas, pero hacerlo es sinónimo de amarse a sí mismo.

Se trata de ver la propia vida de forma diferente, de ser valiente y de cambiar las cerraduras. Porque a fin de cuentas lo que vale es eso, saber evolucionar, permitir la estabilidad y adecuar la temperatura de nuestras vidas a nuestras necesidades.A veces vale la pena hacer reformas de vez en cuando, sacar de la mochila las piedras más pesadas y tratar de aliviar el dolor de espalda, en lugar de someterse a la inercia de continuar con lo que parece correcto.

Compartir Una vez que haya hecho esto,

no mire lo que ha perdido, sino lo que está por venir.

Recuerde: no se contenta con ser "casi feliz". No termine libros malos. Sal de la sala de cine si la película no es buena. Salga del restaurante si usted no tiene gusto de los precios y del menú. Erga la visión y contemple otros caminos si ese no es el adecuado. El tiempo no vuelve, no ponga precio en su bienestar.