Nadie tiene gusto de mentiras, por más piadosas o pequeñas que sean. No es bueno que decidan por nosotros lo que debemos o no debemos saber, cómo debemos hacer y por quién debemos enterrar algo.
No hay nada más avasallador que la mentira y la hipocresía, pues ambas nos hacen sentir como si fuéramos pequeños y vulnerables, nos hacen desconfiar del mundo y crear una protección de hielo que nos acaba rompiendo por dentro. Por eso, con pequeñas mentiras perdimos grandes personas porque mil verdades se ponen en duda y cientos de sentimientos que creíamos ser sinceros también.
El engaño alimenta la mala costumbre de manipular y fragmentar las experiencias y los sentimientos ajenos, algo que nos convierte en víctimas y que acaba siendo intolerable a la hora de buscar el bienestar y el confort dentro de una relación.Me gusta que me digan la verdad, y yo veré si duele o no
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se rompe, algo se rompe en nuestro interior.
Es verdaderamente triste que buenas relaciones y amistades sean destruidas por culpa de algo que podría haberse evitado. De hecho, cuando nos damos cuenta o descubrimos que fuimos engañados, generalmente pensamos que por más dura que pudiera ser la realidad, podríamos haberla soportado mucho mejor que la traición de nuestra confianza.
Cuando se descubre, la mentira siempre provoca más dolor que la verdad. Además, no debemos olvidar que el hecho de que la verdad un día sea revelada es algo muy probable pues, como bien sabemos, la mentira tiene una pierna corta. De cualquier modo, cabe decir aquí que no podemos exigir sinceridad y siempre ofendernos cuando alguien habla la verdad, siendo dicha dicha con respeto. Esto es importante porque muchas veces consideramos a una persona sincera aburrida o mala, menospreciando los actos de buena fe.
Sea como sea, siempre debemos intentar mirar tanto el engaño y la mentira, así como la sinceridad, bajo diferentes prismas. Porque a veces es tan duro decir algo que simplemente queda imposible decirlo.Compartir
La sinceridad es la base de toda confianza
Todos tenemos la creencia explícita e implícita de quela calidad de una persona depende de su capacidad para ser sincero y para mostrarse con claridad ante el mundo y ante las personas que la rodean. De la misma manera, presuponemos que la base de todo cariño sincero es precisamente la aceptación total y absoluta, sin por ello, condiciones o excusas. Es decir, en principio entendemos que no tenemos que mentir ni ocultar nada a quien queremos bien ya quien nos quiere bien.