8 Estrategias psicológicas para manejar el fracaso

Administrar el fracaso o la molestia emocional causada por las situaciones en que no obtuvimos el resultado esperado es una tarea cotidiana.Antes de un nuevo proyecto, sea financiero, académico o personal, nos hacemos siempre la misma pregunta: ¿y si yo falla? No hay pregunta que nos asuste más, porque el éxito es lo que más nos importa. Sin embargo, nos preocupamos por tener una buena estrategia para saber levantar cuando caemos? Porque muchas veces ese es precisamente el principio del éxito.

Ser capaz de superar las fallas, los problemas, la frustración o incluso el estrés puede significar la diferencia entre obtener éxito o hundirse en un pozo de difícil salida. Por eso, debemos trabajar no sólo para alcanzar nuestros objetivos, sino también para saber cómo manejar el fracaso.

¿Qué entendemos como éxito?

El éxito depende de cada situación y de cada persona.En general, está asociado a la esfera financiera y profesional. Un buen salario, resultado de tener un buen trabajo. Sin embargo, el éxito está materializado en muchos planes de nuestra vida. La deseabilidad social, la calidad de las relaciones sociales que establecemos, encontrar a la persona que nos completa.

No siempre conseguiremos todo lo que queremos, y saber cómo reaccionar ante estas situaciones nos ayudará a lidiar mejor y también a ser más fuertes.

¿Qué entendemos como enfrentamiento?

El enfrentamiento involucra una serie de pensamientos, procesos cognitivos que orientan nuestro comportamiento hacia la resolución del problema.Estamos continuamente cambiando la forma en que procedemos, dependiendo de los recursos que tenemos o de las exigencias generadas por el entorno, o por nosotros mismos.

¿Y cuáles son esas estrategias? Tal vez pensemos en procesos específicos de gran elaboración. Sin embargo, cualquier tipo de respuesta que damos inmediatamente a un acontecimiento (sea bueno o malo), asumirá un método de enfrentamiento. Así que llorar por el término de una relación ya es una técnica de enfrentamiento, así como salir en una noche de fiesta con sus amigos, ir al gimnasio para "desconectarse" o quedarse viendo una maratón de sus películas favoritas. Todas son diferentes unas de otras, pero igualmente válidas para manejar esa sensación de malestar.

Estrategias generales

Podemos distinguir, en un primer momento y de forma general, dos tipos de estrategias:

  • Estrategias de resolución de problemas: aquellas que apuntan al cambio del problema. Este último fue la causa de la generación de malestar, por eso, modificándolo, se busca transformar la situación.
  • Estrategias de regulación emocional: adaptación de la respuesta emocional que damos al problema. Es decir, puede ser entendido como un mecanismo de autocontrol. Nos adaptamos al estímulo de la solución dada.

"Si el plan no funciona, cambie el plano, no cambie el objetivo."
-Anónimo-

No todas las estrategias resuelven positivamente el conflicto. Podemos responder en un determinado momento de cierta manera, pero las consecuencias emocionales posteriores pueden no ayudar a mejorar la situación. Por el contrario, pueden incluso empeorarla. Por ejemplo, si respondemos con un grito (regulación emocional) a una persona que nos ha hecho mal, la situación sigue inalterada. Pero, además, perpetuamos ese daño, agravando el conflicto ya existente.

Las formas de gestionar el fracaso

Lazarus y Folkman fueron los precursores del estudio de nuestra manera de manejar el fracaso y sus repercusiones. Ellos evaluaron y clasificaron los pensamientos y las acciones que realizamos para lidiar con diversos problemas que podemos enfrentar a lo largo de nuestras vidas.

En total, existen ocho estrategias que abarcan tanto las que se refieren a la resolución de problemas en cuanto a la regulación emocional. A su vez, cada una de ellas consiste en una serie de elementos reflejados en diferentes formas de comportamiento o de pensamiento; formas que abarcan las diferentes maneras que las personas tienen para solucionar los problemas que pueden enfrentar. Esto fue recogido en un cuestionario, el famoso Ways of Coping.

Tipos de estrategias para manejar el fracaso

  • Confrontación:la persona vuelve a la realidad para intentar modificarla, y de alguna manera procura rehacer de ese fracaso intentando nuevamente. A veces esta estrategia involucra grandes riesgos, ya que implica que la persona tiene que invertir más recursos, sea para conseguir esa nueva oportunidad, sea para garantizar el éxito.
  • Distanciamiento:contrario al anterior. En este caso, el sujeto intenta distanciarse de lo que ocurrió, especialmente en cuanto a sus atribuciones, tratando de minimizar su papel en lo ocurrido.
  • Autocontrol:los esfuerzos de la persona se concentran en controlar las emociones. No significa no hacer nada, se trata de una acción mental.
  • Apoyo social:esta estrategia se basa en encontrar apoyo en el medio ambiente que nos rodea. A veces la externalización de lo que sentimos puede ayudarnos a concentrarnos mejor en el problema. Hablar con otras personas, que nos escuchen y nos aconsejen, puede ayudarnos a ver las cosas desde otra perspectiva.
  • Aceptación de responsabilidad: reconocer el papel que cada uno desempeñó en el desarrollo de lo que sucedió. Aceptar el hecho de que podemos haber sido culpables y concentrar la resolución del problema en nosotros mismos.
  • Escape o evasión: fantasía sobre posibles soluciones que podría realizar, pero no se pone en movimiento de hecho. Otras estrategias que se encuadran en ese grupo pueden ser más activas, pero también corresponden a ese esquema de evasión: comer, beber, fumar, etc.
  • Planificación:desarrollan posibles estrategias para resolver el problema como método de enfrentamiento. La planificación también puede significar trazar un plan de acción para minimizar las pérdidas asociadas a ese fracaso.
  • Reevaluación positiva:percibir los aspectos positivos que podemos obtener con el fracaso. Es entendido popularmente como ver "el lado bueno de la situación".

Resumiendo, la vida es un aprendizaje constante. Pocas veces el camino que tomamos sigue el curso deseado y, en ese sentido, puede surgir la sensación de fracaso o el sentimiento de frustración. Algo normal, no hay nada patológico en eso. Sin embargo, nuestra oportunidad de crecer y aprender de lo ocurrido aparece cuando ponemos en movimiento nuestros recursos emocionales para manejar ese fracaso. Es cuando surgen las lecciones fundamentales que sentimos en la propia piel y que nos hacen aún más sabios.