Personas conflictivas: no es algo personal, están en guerra consigo mismas

Personas conflictivas, personas negativas, personas tóxicas. Personas que nos perjudican y que afectan nuestra paz con mucha facilidad y, probablemente, con extrema frecuencia. En general, no queremos a esas personas en nuestras vidas, pero topar con ellas es inevitable.

Ellos tienen una habilidad especial para el enfrentamiento y parece que buscan una explosión sin cortes entre sus pensamientos, opiniones, emociones y comportamientos y los nuestros. Su conflicto genera un gran malestar e interfiere en nuestro propio concepto.

Probablemente no es algo personal contra nosotros, pero es posible que estén lidiando con una gran batalla consigo mismas. Al final, como dijo Gandhi, una persona en guerra consigo misma es una persona en guerra con todo el mundo.

Todos tenemos luces y sombras, todos podemos ser personas conflictivas

¿Quién no ha pasado por momentos de dificultad psicológica en su vida? ¿De la misma manera, quien nunca se comportó de forma injusta con alguien, perjudicó sin pudor y ofuscó sentimientos, deseos o motivaciones de otras personas?Es decir, todos queremos evitar algo que, en mayor o menor grado, ya hicimos de alguna forma a lo largo de la vida. Sin embargo, si paramos para pensar, tal vez cuando hablamos de primera persona conseguimos comprender mejor.

Sea como sea,

es cansado tener al lado una persona que critica en exceso , que cuenta chismes, que busca pelear, que vive quejándose de forma automática y que distorsiona la realidad cuando le conviene, generando discusiones donde antes reina la paz . Pero, precisamente por eso, es fundamental tomar distancia emocional, no dejar que su negativismo nos absorba, no internalizar sus ataques y no asumir sus insultos, los cuales pueden llegar a penetrar muy profundo y hacer marcas en nuestra autoestima .

Administrar los problemas generados por las personas conflictivas Consejos para detectar a las personas tóxicas, características de éstas, estrategias para defenderse ...Tal vez la mejor forma de identificar a una persona conflictiva sea comprender que ella está en guerra consigo misma y que no es una bolsa sin fondo de maldad.


Para ello es necesario entender que:

Nuestra manera de catalogar a las personas será determinante a la hora de relacionarse con ellas. Para vivir al margen de estas personas, es importante no dejar que esto se transforme en un círculo vicioso de malas preguntas y respuestas peores todavía. Hay personas conflictivas, sí, pero básicamente nuestra idea cambia si pensamos que estas personas tienen problemas que están generando guerras emocionales en su interior. Todos somos conflictivos en algún momento y en determinados ambientes.

También una persona que amamos profundamente puede comportarse como un guerrero ávido por venganza, pero no por eso vamos a dejar de gustarla, sea nuestro compañero, hermano, hijo, amigo o padre.

  • Otra clave para lidiar con esto es tomar distancia y evitar caer en la idea de que hay algo que hemos hecho mal. Si usted lo internaliza, se va arrastrando hacia dentro de las tempestades del otro. No permita que los demás lo arrastren a sus tempestades.
  • No debemos permitir que los demás nos arrastren hacia sus tempestades. ¿Por qué? Vamos a entender esto mejor con este ejemplo: - Si alguien llega a ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan. ¿A quién pertenece entonces el obsequio?
  • - A quien trató de entregarlo, respondió uno de los alumnos. - Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos, dijo el profesor. Cuando no son aceptados, siguen perteneciendo a quien los llevaba consigo.
  • Cada persona da a los demás lo que posee por dentro, sea o no agradable

. Esto no quiere decir que sean ellos los que nos lastiman, sino que somos nosotros los que validamos sus opiniones y acciones. En otras palabras, no existen las ofensas, sino los ofendidos.

Nuestra arquitectura interior tiene armas para defenderse de los ataques, y tres de las más poderosas son estas: crear distancia, comprender y saber ignorar lo irrelevante.

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Aún así, no es quien nos perjudica y sí quien replica ese mal miles de veces.

Podemos dejar que las palabras sean llevadas por el viento o que, por el contrario, permanezcan con nosotros.