"Querida muchacha del traje de baño verde"es la carta viral que habla que no importa cómo somos.No importa si nos caracterizamos por ser gente inteligente, creativa, inteligente, cultas, cariñosas, perseverantes o trabajadoras. Es más importante estar bonita, activa y moderna. Por eso nos escondimos. Por eso
escondemos nuestras marcas de vida, nuestras estrías, nuestros kilos más y nuestros kilos menos. Por eso usamos discretamente nuestra camiseta y buscamos ver más "bonitas" y photoshoparnuestra realidad. Esto fue reflejado con perfección por Jessica Gómez en su carta "Querida niña del traje de baño verde", texto que trajimos para este espacio para invitarla a reflexionar y ser su voz interior sana y la de sus hijos.
La carta viral: "Querida niña del traje de baño verde"
Querida niña del traje de baño verde:
Soy la mujer que está en la toalla al lado.
A que vino con un niño y una niña. Ante todo, quiero decirle que me estoy divirtiendo muy cerca de usted y de su grupo de amigos, en este pedacito de tiempo en que nuestros espacios se tocan y sus risas, su conversación trascendental y la música de su clase me invaden el aire.
¿Sabes de una cosa? "Me quedé medio aturdida al darse cuenta de que no sé en qué momento de mi vida dejé de estar ahí para estar aquí": dejé de ser la niña para ser "la señora del lado", dejé de ser la que va con los amigos para ser la que va con los niños.
Pero no le escribo por nada de eso. Escribo porque me gustaría decir que he mirado en ti. Yo lo vi y no pude evitar. Vi que usted fue la última en quedarse solo con traje de baño.Vi verte detrás de todo el grupo, discretamente, y sacar la camiseta cuando creía que nadie estaba mirando. Pero yo estaba. No estaba mirando para ti, pero la vi.
Vi sentarse en la toalla en una postura cuidadosa, tapando el vientre con los brazos.
Vi a poner el pelo detrás de la oreja inclinando la cabeza para alcanzarla, tal vez para no quitar los brazos de su estudiadísima posición casual.Vi levantarse para ir a dar un baño y tragar en seco, nerviosa por tener que estar así, de pie, expuesta, esperando a su amiga, y usar una vez más sus brazos como protección para cubrir las estrías, la flacidez, la celulitis.
Vi agonizada por no conseguir tapar todo al mismo tiempo mientras se alejaba del grupo tan discretamente como lo había hecho antes para sacar la camiseta.
No sé si tenía algo que ver, en su insatisfacción consigo misma, el hecho de la amiga por quien usted esperaba haber soltado la larguísima cabellera sobre una espalda en la que sólo faltaban las alas de la Victoria's Secret. Y mientras tanto allí, mirando al suelo. Buscando un escondite en sí mismo, de sí misma.
Y me gustaría poder decirle tantas cosas, querida niña del traje de baño verde ... Quizá porque yo, antes de ser la mujer que viene con los niños, ya estuve ahí, en su toalla. Me gustaría poder decirle que, de hecho, ya estuve en su toalla y en la de su amiga.
Fui tú y fui ella. Y ahora no soy ninguna de las dos, o quizá todavía sea ambas, por eso, si pudiera volver atrás, escogía simplemente disfrutar de la vida en lugar de preocuparme-o me vanagloria- por cosas como en las de las dos toallas, de ella, yo prefiero estar.
Quisiera poder decirle que usted lleva un libro en la bolsa, y que cualquier abdomen que ahora tenga sus dieciséis años probablemente perderá la firmeza mucho antes de que usted pierda el juicio.
Me gustaría poder decirle que usted tiene una sonrisa hermosa y que es una pena estar tan ocupada en ocultar que no le acerca tiempo para sonreír más veces.
Me gustaría poder decirle que ese cuerpo del que usted parece avergonzado es hermoso simplemente por ser joven. ¡Es hermoso simplemente por estar vivo! Por ser envoltura y transporte de quien realmente eres y poder acompañarla en todo lo que haces.Compartir
Me encantaría decirle que me gustaría que usted se viera con los ojos de una mujer de treinta y pocos años, porque tal vez así percibía cuánto merece ser amada, incluso por sí misma.
Me gustaría poder decirle que la persona que algún día amarla de verdad no amará a la persona que usted es a pesar de su cuerpo, sino que le encantar su cuerpo:
cada curva, cada agujero, cada línea, cada uno, pt. Adorará el mapa, único y precioso, que dibuja en su cuerpo, y si no lo hace, si no ama de esa manera, entonces él no merece su amor.Me gustaría poder decirle - y creer, pero incluso creer - que usted es perfecto de la manera que es: sublime en su imperfección.
Pero, ¿qué puedo decirle, que soy sólo la mujer del lado?
¿Sabes de una cosa? He venido aquí con mi hija. Es aquella del baño de color rosa, la que está jugando en el río y se ensucia de arena. La única preocupación de ella hoy fue si el agua estaba muy fría.No puedo decirle nada, querida niña del traje verde ...Pero voy a decir todo, TODO, a ella.
Y diré todo, TODO, a mi hijo también. Porque es así que todos merecemos ser amados. Y así es como todos deberíamos amar.
Existe una vida más allá del espejo y de las cremas anticelulitis. Nuestro bienestar está comprometido cuando evitamos mirar a nosotros, explorar y reconocer nuestro propio cuerpo, nuestra figura de mujer.
No somos lo que una crema anticelulitis hace de nosotros, estamos amando y conociendo todos los rincones de nuestro cuerpo, comprendiendo la razón por la que hay celulitis ahí o porque nuestros ovarios están en guerra.
No estamos seguras con nosotros mismos si cada vez que miramos en el espejo nos reprendemos a causa de los muslos gruesos, por los que sobresalen, por nuestra falta de curvas, por la celulitis o por nuestras arrugas.
Tenemos que crear un espacio interior seguro para nuestro cuerpo en lugar de castigarlo y humillarlo.
Somos mucho más de lo que creemos que somos. Nuestro interior encierra en sí mucho más de lo que nuestro intelecto puede comprender.
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