Hoy en día es muy fácil desistir de lo que nos hace más felices por miedo, por comodidad, por inherencia de la propia vida, pero principalmente, por influencia de nosotros mismos.
¿Cuántas veces nos sentamos en aquella silla perdida en el ático de nuestra cabeza y estamos inertes? Una inercia que nos sofoca y mata lentamente, sin que percibimos! Estamos sólo con nuestros anhelos, nuestras angustias, perdidos en un torbellino de emociones y pensamientos negativos!
La tendencia es olvidarnos de lo que realmente importa, de las cosas más simples de este paso por este mundo! La sonrisa más transparente, beber un vaso al final de un día de verano, esa conversación con su madre, que espera su visita el domingo por la tarde sólo para dar un dedo de charla. El alma anhela por algo siempre mejor, anhela por más, nunca estamos satisfechos , no es verdad? Es legítimo, es saludable, pero no debemos vivir obsesionados por tener más, sino por ser más.Intentemos encontrarnos en aquella esquina que se ve desde el balcón oscuro. Si es necesario, paramos!
Paremos en nosotros y por nosotros. Paramos en el tiempo y en el espacio, nos sentamos en la silla del tiempo, llena de polvo y telas de araña, pero cuya madera y el terciopelo todavía están ahí, su esencia está ahí!
Su esencia está escondida entre las telas, el polvo y el olvido , pero simplemente, está allí! Así como la nuestra también está; puede estar un poco escondida, dormida hasta, pero están en nosotros! ¡No nos perdamos de nosotros! Nos encontramos en la sonrisa más sincera, en el abrazo más caliente, en el beso más deseado, en el cuerpo más guardado, nos encontramos, pura y simplemente!Podemos perder el rumbo por instantes, podemos perder el juicio "reorientándonos" de vez en cuando, pero
nunca y jamás podremos perderse de nosotros mismos!