Hasta hace poco, el Síndrome de Blancanieves no era totalmente aceptado por el campo psicológico. Hoy en día, involucrados como estamos en una sociedad donde la imagen y la juventud son supervalorizadas como un medio para obtener el éxito personal y profesional,ese tipo de distorsión de imagen ha aparecido con más frecuencia.
Todos conocemos algún caso. Personas que, una vez llegada a la mediana edad, se ven como si entraran en un proceso de decadencia. Ellas se sienten incómodas con la imagen reflejada en el espejo, asociando los años vividos a un velo de negatividad absoluta. Más que un síndrome, estaríamos hablando de un proceso de pre-depresión que debe tenerse en cuenta dentro del campo clínico y social.
Esta idea fue acuñada por la psicóloga Betsy Cohen, que escribió un libro nombrando y explicando el síndrome de Blancanieves. Recordemos que, en esta historia, la madrastra mala tiene envidia de la juventud y belleza de la niña, a quien más tarde intenta envenenar con una manzana.
El espejismo de la juventud y su valoración exagerada causada por el Síndrome de Blancanieves
La juventud es una manzana que mordemos con voluntad: las esperanzas a realizar, las oportunidades a aprovechar y las aventuras a emprender. Sin embargo, eso significa que pasados los cuarenta o cincuenta, el horizonte alcanza su poniente y todas esas oportunidades se pierden? Los hombres y las mujeres con el síndrome de Blancanieves piensan así. Y más, desarrollan un cierto desprecio por los jóvenes, a quienes ven como competidores, como enemigos que minan su autoestima. Sería, por lo tanto, una enfermedad en la que los pacientes se vuelven inseguros de su propia imagen cuando llegan a una edad que ellos consideran el declive físico y personal.
Temen la vejez y los años que les queda por vivir, asusta tener que enfrentarlos en la soledad y lamentan principalmente los años perdidos o desperdiciados. Hasta hace poco, este cuadro psicológico se asociaba sólo al sexo femenino, pero día a día estamos viendo que él puede muy bien aplicarse a los dos sexos, personalidades que sobrevaloran la belleza como la respuesta para toda acción o comportamiento.
Este miedo a las arrugas a veces lleva a que deseen someterse a cirugías estéticas
para tener una imagen que les haga parecer jóvenes e incluso buscar socios más jóvenes para satisfacer esa necesidad. Pueden aparecer dos tipos de comportamientos, desde el más puro desafío o desprecio por toda persona más joven que él, a quien ve como un competidor, hasta los que necesitan socializar con las generaciones más jóvenes.Bajo esta concepción distorsionada de sí, está ante todo la inmadurez emocional. Debemos dejar claro que no existe una edad que nos clasifique como viejos. Creamos la edad en nuestras mentes de acuerdo con nuestras competencias emocionales.
Hacer cumpleaños no es nada más que aprender con experiencias e integrar conocimientos, con el objetivo de alcanzar una vida plena. Para ello, podemos elegir entre crecer con una mentalidad abierta o, por el contrario, asumir nuestra negatividad e inmadurez.
No somos sólo un embalaje físico dotado de belleza en un momento de nuestras vidas. Caer en esa creencia es lo que hace que las personas que sufren del Síndrome de Blancanieves pierden el presente. No apreciar el presente, no asumir o aceptar la imagen de sí mismo con optimismo, plenitud e integridad, no hace nada más que traer sufrimiento. La vida es una manzana atractiva a ser mordida con pasión a cualquier edad y en cualquier momento. El veneno está en nuestra mente y en nuestras inseguridades.