Emociones: monedas con dos caras valiosas

Las emociones son uno de los contenidos más importantes de nuestra vida psíquica. Esto por cuenta de lo que representan, por la forma en que ocurren y por su capacidad de condicionar pensamientos y procesos fisiológicos. Pueden cambiar el ritmo de nuestro corazón, la pausa de nuestra respiración o la electricidad de nuestra piel. Son únicas porque inspiran y porque nos permiten reconocer a los demás como personas semejantes a nosotros. Similares en alegría, dolor o sorpresas. Similar en grandes características, porque en realidad somos muy diferentes cuando hablamos de pequeñas características.

No hay dos caras que encajen exactamente en sus arrugas o en su expresión; lo mismo sucede con el eco emocional en nuestro interior.

La primera cara de nuestras emociones: el mensaje

Dijimos en el título que las emociones son monedas de dos caras. Las dos son igualmente valiosas, aunque pueden ser influenciadas y rebelarse contra nosotros. ¿Cuál es la primera? No, no es el rostro de un rey o algún otro rostro reconocido.

La primera cara de las emociones es el mensaje: lo que nos dicen o intentan decir. La alegría dice

"¡Eh! Si usted todavía no se dio cuenta, algo bueno sucedió! " .Recarga las baterías porque vas a disfrutar de algo y, probablemente, habrá diversión. La sonrisa aparece y nuestro rostro se ilumina. Nos transformamos en una especie de flor que se abre porque tenemos ganas de compartir lo que está pasando con los demás; todo eso mientras abrazamos la emoción con toda nuestra voluntad.

La alegría también nos dice que golpeamos en la decisión tomada. Valida el procedimiento elegido y lo refuerza de manera que, en el siguiente dilema semejante, es más probable que optemos por la misma alternativa. Además,

la alegría nos hace más generosos, menos desconfiados, y desde la comprensión de su mensaje también podemos sentir que, tal vez, hemos sido un poco "tontos" por preocuparnos tanto. "La alegría fue nombrada el buen tiempo del corazón". - Samuel Smiles - La tristeza también tiene mensajes para nosotros. Ella nos dice que perdimos algo que, de alguna forma, nos importa.

Sea un amigo, una oportunidad o incluso un objeto por el que teníamos mucho aprecio.
La tristeza también es una invitación a parar y reflexionar. Ella suele decir que hay algún elemento que no encaja en nuestra historia y al que necesitamos dedicar cierta atención para que pueda integrarse a ella, sin causar sufrimientos ni daños.

Tal vez la emoción que tenga el mensaje más peligroso sea el disgusto. Es una invitación directa y contundente para que nos alejáramos de lo que nos causó esa emoción. En el fondo, actúa de la misma forma que el miedo, nos advierte de un peligro, aunque con esa emoción el repertorio de respuestas es más reducido. El más común es evitar.

Estas tres emociones son ejemplos de la primera cara de la moneda: el mensaje. En consecuencia, la función de la inteligencia emocional aquí es clara, se trata de saber escuchar, de saber identificar lo que la emoción intenta decir.

Pero no es tan simple. ¿Por qué, en realidad, es tan difícil? Bueno, porque es muy difícil vivir sólo una emoción a la vez.

¿Cuántas veces ya sentimos alegría y miedo cuando empezamos un nuevo proyecto y, de repente, surgen dudas sobre estar o no preparados para aquello?

Así como también ya sentimos alegría y tristeza cuando pudimos aprovechar una oportunidad, pero sabiendo que eso significa renunciar a otras muchas que también quisiéramos aprovechar ... o cuando cambiamos y acabamos acercándonos a algunas personas, pero al mismo tiempo alejándonos de otras.

La segunda cara de las emociones: la energía Usted llegó a casa agotado, fue a la cocina para comer algo y, de repente, percibió que está saliendo un humo oscuro del apartamento de abajo. En momentos así, el cansancio desaparece y usted se pone inmediatamente en movimiento. Es exactamente lo mismo que ocurre cuando un estudiante tiene una prueba al día siguiente; es capaz de pasar horas y más horas estudiando.

Muchas de las emociones que sentimos nos dan más energía que cualquiera de esas bebidas llenas de azúcar y cafeína que encontramos por ahí.

Cuanto más intensa sea la emoción, más energía nos va a proporcionar.

Esto puede ser muy positivo si estamos en la selva y damos cara con un león, pero en el mundo contemporáneo, esa energía necesita ser regulada con más inteligencia. Por ejemplo, podemos causar mucho daño con la energía proveniente de la rabia o de la ira, tanto para los demás como para nosotros mismos.

Puede que nos arrepentimos al decir algo a los demás, causando dolor o dejando heridas indeseadas que serán muy difíciles de olvidar. Cuando guardamos demasiado esa energía y no buscamos una forma de externalizarla, también estamos haciendo mal a nosotros mismos. Es por eso que los ejercicios y los deportes son tan importantes para las emociones: ellos nos permiten pasar esa energía sin causar daño a nosotros ya los demás. Cara o corona? Bueno, como vimos, las emociones son cara o corona. Son información y energía. Elementos muy poderosos que pueden proporcionar mucha alegría si saben canalizarlos de forma inteligente.