La eternidad es pronto allí

La vida es breve, o es larga? Arriesgo uno depende. Cuando tenía veinte años, creía que alguien de treinta y seis era viejo. Personas de cincuenta, entonces, creía que gravitaban en otro mundo. El sentimiento era tan poderoso que todo lo que mis padres - en la franja de los cuarenta - decían entraba por un oído y huía por el otro. Pues yo estaba seguro de que conmigo todo sería diferente.

Por supuesto que no lo fue. Hecho que cada cual tiene su propia historia y sus caminos inéditos. Pero lo esencial - todo lo que sucede dentro del corazón - se repite generación a generación. En una especie de mantra inquebrantable. De la misma forma que mamá y papá, tuve ilusiones de juventud, arrogancias de adulta, sorpresas en la fase madura. Como casi todos los que nacieron y envejeció antes de mí,

me enamoré, desapasioné, enamoré de nuevo . Me entré en la piscina, anduve desnuda por la casa, probé cola de gallo, tomé coca cola con café. También hice cosas impagables.Dije palabras que me dan remordimientos y he practicado acciones de las que no me enorgulle. Pero también guardo con cariño mis bien-hechos,

mis palabras dulces, mi optimismo incorregible . Todavía pongo fe en la humanidad, todavía converso con algunos vecinos. También tengo mi trabajo - y el de los demás - como un alto valor. Pero no quité de la cabeza que estamos en el mundo para trabajar.Mi mayor vanidad es la de haber tenido, y espero seguir teniendo, una biografía común. No he asaltado ningún banco, no he matado a nadie, no he dado golpes del vicario, del billete premiado, de la nota falsa. No tiré la bolsa del jefe, ni la alfombra de la compañera. Al menos de manera consciente, no humilde gente ni maltrato a los animales.

Alguna persona me pide un autógrafo, o quiere sacar una autoestima a mi lado. Por la mañana, voy despeinada en la padaca y nadie hace cara de estar reparando.

Soy un ser libre. Un ser que transita por los años. Lo que me gusta es recoger impresiones, insights, despojos para luego escribirlas para ustedes. Mi legado es bisutería que dura poco, pero alegra. Si la suerte sigue sonriendo y me regalan más años de vida, creo que una hora voy a necesitar usar bengala. Este tiempo no llega para todos. Cruzo los dedos para que llegue a mí.

Ya me imagino, al lado de una amiga querida, caminando hacia la eternidad.