Las cifras vienen aumentando.Cada vez se sabe de más casos de hijos que maltratan a sus padres, no sólo verbalmente, sino también físicamente. Son precisamente los casos de agresión física que vienen disparando las denuncias.
Las estadísticas indican que este tipo de situación es más frecuente entre hombres adolescentes, y que las madres son las principales víctimas de este comportamiento.
Durante el siglo XX la gran preocupación que rodeaba al mundo de los jóvenes estaba asociada a lo que se llamó "revolución sexual". Todo parece indicar que durante el siglo XXI la problemática gira en torno a los altos niveles de violencia que afectan a las nuevas generaciones. El síndrome del emperador
"Síndrome del emperador": así se denomina ese conjunto de rasgos presentes en los hijos que maltratan a los padres. Es que parece haber algo en ellos que los lleva a seguir sintiéndose el centro del mundo.
Ejercen un tipo de poder sobre sus padres , como si estos últimos fueran sus subalternos o, como mínimo, dependieran de ellos.Estos hijos son narcisistas. Piensan que sus deseos y sus necesidades son más dignos de atención que los de cualquier otro mortal sobre la tierra.
Suelen ser bastante obstinados y, a su vez, muy poco perseverantes con sus proyectos personales. De hecho,
para ellos es difícil trazar un plan y seguirlo hasta el final. La cosa va mucho más por el lado del deseo impulsivo: quieren algo y lo quieren ya, pero no tratan de conseguirlo, sino que quieren que alguien les dé listo. Una vez que lo obtiene, casi siempre dejan de desearlo rápidamente. También son muy insensibles.
Carecen completamente de empatía: no saben, ni les interesa saber lo que siente en los pies del otro. Generalmente están invadidos de angustia. No encuentran un norte y tampoco desarrollan valores, en el sentido más profundo del término. Por eso mismo,
agredir a sus padres no les parece digno de reprobación. Él puede decir, "ellos merecen". El hogar de los hijos que maltratan a sus padres
Casi siempre hay algunos antecedentes de educación que repercuten en la indolencia frente a sus padres.
En general, estos hijos provienen de hogares en que se alternaba la superprotección (entendida como control extremo) con la superexigencia.
Probablemente había críticas severas frente a su comportamiento , y para aliviar los excesos, entraba la permisividad sin límite.También es común que vengan de familias con altos índices de violencia
, en las que el castigo físico era considerado una práctica "normal". Tan "normal" que los niños aprenden a asumirlo como norma para tramitar diferencias y conflictos. Hay quien califique a estos jóvenes como una especie de "analfabetos emocionales". No saben qué hacer con lo que sienten, pues nunca fueron educados para entenderse a sí mismos, ni para ejercer el control sobre sus emociones.Sin duda,
detrás de un hijo que maltrata a sus padres hay una educación con serias deficiencias.
La mala noticia es que no es nada fácil erradicar estos patrones de comportamiento.
La buena es que tampoco es imposible. Se trata de un proceso que generalmente requiere intervención profesional, con el cual todos los miembros de la familia deben comprometerse. El resultado, ciertamente, siempre es bueno para todos.