Tal vez por el egoísmo de un mundo cada vez más materialista y superficial, tal vez por sentirnos menos de lo que somos, la verdad es que la mayoría de nosotros ya se demoró en terreno pedregoso, donde el alma se hería, donde el aire sofocaba , donde nada nos veía. Normal nos sentimos desanimados y nos desvalorizamos de vez en cuando, sin embargo, quedarnos más allá de la cuenta donde nos sentimos apenas suena el masoquismo.
No seremos queridos por todos, ni bien quistes en todos los lugares que asistimos, pero eso no quiere decir que no tengamos nuestro valor. Si nos abrimos de acuerdo con lo que realmente pulsa dentro del pecho, encontraremos los lugares donde descansar nuestros sueños, las personas con quienes caminaremos de la mano, pues entonces tendremos, sobre todo, a nosotros mismos.
¿Por qué correr detrás de quien no nutre un mínimo cariño por nosotros, de quien nunca nos invita a nada? ¿Por qué quedarse amando en baño María alguien que apenas mira a nuestro lado, que se acomodó con nosotros allí, pero, en realidad, poco importa, poco nos toca, poco nos ve, poco nos ve? ¿Por qué frecuentar ambientes en los que nos sentimos invisibles?
No será fácil ni tranquilo, pero tendremos que alejarnos de ciertas personas que nos hacen sentir como alguien que no vale la pena, de ciertos ambientes, dejando atrás mucho de lo que pensamos ser vital, pero que, con el tiempo, sólo si mostrará dispensable. Vamos sintiendo el aire volver, los colores se reavivar, los sonidos más nítidos, el corazón más leve, mientras nos alejamos de todo lo que nos hace mal. En el frente, seremos agradecidos por todo el dolor del sufrimiento, porque estar sonriendo a la boca. Se aleja de quien te haga sentir como alguien que no vale la pena