La relación es un asunto interesante. En todos los sentidos. Pero hoy escribiré solamente sobre los amorosos. Todos quieren tener a alguien para dividir una vida, aunque existen rarísimas excepciones. Hay algunos que están felices solos, pero la gran mayoría sueña con encontrar a una persona especial.
Y muchas veces la gente encuentra, pero la mayoría me dice "no tuve suerte" o "tengo el dedo podrido" y por ahí va. No necesito profundizar en la vida de cada una de esas personas para ver una gran dificultad: ellas no se preocupan en cuidar del otro, en vez de eso, construyen alrededor una cerca bien alta para no perderlo.Son relaciones basadas en el egocentrismo, en la posesión, en los celos, en la dependencia, en todo menos en el afecto.
El amor se vuelve un miedo grande de perder, sólo. Una falta de confianza, la idea peligrosa de considerar a la persona amada una posesión personal.Toda relación basada en alguna forma de temor genera inevitablemente un alto sufrimiento. Y ahí la relación deja de ser buena, empieza a molestar. Por extraño que parezca, hay muchas parejas que mantienen este tipo de relación a lo largo del tiempo. Se hacen mal el uno al otro y, peor aún, permanecen en él por años. Sabotean la autoestima, desgarran sus sentimientos, se convierten en personas emocionalmente enfermas
. Hay personas que tienen la necesidad de dominar la relación, esto indica una falta de autoconfianza, por lo que es necesario arreglar estrategias y mecanismos de defensa para deshabilitar a la otra persona y tenerla bajo sus riendas bajo su control.Hay un miedo enorme de perder y una ansiedad que angustia
, porque no se puede vivir en un "mundillo" donde sólo hay dos personas! Tanto la necesidad de controlar cómo la dependencia son elementos inhibidores que causan el desequilibrio en la relación. Es claro que las relaciones amorosas son complejas. Pero, en realidad, la complejidad reside en las propias personas y no en la relación en sí.Desde que el mundo es mundo, las personas sufren por cuenta de relaciones.
Hay una carencia de competencias emocionales para saber demostrar una reciprocidad adecuada
, es decir, muchas veces la persona se dona demasiado, muchos reclaman que son sofocados, otros que se donan de menos, no saben transferir afecto, entre otras situaciones difíciles. La gran estrategia para resolver tales problemas es el amor propio, una relación consigo mismo, de autoconocimiento y aceptación.Pero la mayoría de las personas se preguntan cómo pueden amarse a sí mismas, cómo demostrar ese afecto, cómo aceptar, cómo reconocer que son únicas y especiales?
Fácil no lo es. Es primordial no olvidarse de la importancia de cuidar, de oír. Una buena autoestima, el autoconocimiento y un buen equilibrio emocional harán a cualquier persona recordar quién no debe considerar, quien no debe cuidar, quien no merece su atención y mucho, menos su tristeza. En las relaciones que funcionan y que traen felicidad para los dos no existe la necesidad de control, porque no existen miedos, temores, inseguridades, ni la voluntad de vulnerar el espacio personal de la persona amada. Las personas equilibradas emocionalmente comparten su plenitud, no traen sombras de egoísmo, ni vacíos que otros deban llenar. Las relaciones sanos se cuidan y, a su vez, permiten que cada uno considere su propio crecimiento, sintiéndose libre y siendo al mismo tiempo parte de un proyecto en común.
La sensación de que alguien nos exige, nos controla y no nos considera mina nuestra felicidad.
Lo importante es tener actitud, defender su territorio, cuidar de sus derechos y, sobre todo, oír la voz del corazón pidiendo respeto y espacio. Es fundamental cuidar de sí mismo y de su autoestima. El otro entra en nuestra vida para sumar, para compartir, para contribuir.
Antes de amar a los demás, ame a sí mismo.