Nunca intercambiar confidencias con personas fofoqueiras

Los chismes viven en todos nuestros contextos. Vestidos en piel de cordero, se alimentan de rumores con su lengua afilada para mantenerse vivos. Poseen esa mentalidad de manada que es capaz de sentir placer con los problemas de los demás, violar confidencias y conspirar "por nuestras espaldas".

Por más reprobable que parezca, este tipo de comportamiento psicológico existe desde el principio de los tiempos. Los chismes son parte de nuestra naturaleza biológica como seres sociales que somos. Esto se explica, por ejemplo, por un estudio publicado en 2008 en la revista Scientific American. "Lo que sus ojos no vieron, inventan con su boca".Compartir

Robin Dunbar, célebre antropólogo, psicólogo y biólogo británico, también desarrolló una teoría en la que hablaba sobre los fofoqueiros como el terreno fértil donde comenzó a desarrollarse nuestro lenguaje. Según él, mientras nuestros antepasados ​​se encontraban en sus pequeños grupos sociales, empezaron a intercambiar información en un contexto confidencial, con el fin de fortalecer los lazos.Sin embargo, hay muchos tipos de chismes, y una buena parte de ellos no tiene malicia.

Muchas veces, con ese cambio, sólo deseamos recoger informaciones para eliminar la incertidumbre de nuestros ambientes más cercanos. Nuestro cerebro está diseñado para recoger datos para restaurar nuestro equilibrio cognitivo y, por lo tanto, necesitamos lo que otros puedan decir para superar estas disonancias, esas lagunas de información.

Características de los traficantes de confidencias Los chismes también pueden ser llamados traficantes de chismes: llevan y traen informaciones. Epicuro definió el chisme como un placer natural, pero no necesario.

Podríamos vivir toda la vida sin esparcir un solo rumor o sin tener interés por ellos que nada iba a suceder, no morir. Sin embargo, los traficantes de chismes los necesitan de alguna manera, porque tienen un efecto compensatorio contra sus decepciones, sus vacíos emocionales y sus incomodidades personales. Podríamos decir que ellas son como condimentos para su vida, sin ellas su vida no tiene gusto, es muy aburrida.

Además, el mecanismo biológico que desencadena el acto de agrupar unos con otros para compartir información privilegiada de una persona que está ausente provoca una reacción química intensa: libera serotonina, la hormona de la felicidad. Esto explica por qué para algunas personas el acto de esparcir rumores es adictivo y placentero. Citaremos en este artículo algunas características de los chismes.

Refuerza el sentimiento de pertenencia a un determinado grupo

Para los traficantes de chismes, compartir información es un medio para consolidar un "nudo" para excluir "ellos". De esta forma, se construye el sentimiento de pertenecer a un determinado grupo, un comportamiento muy común en ambientes de trabajo, escuela, e incluso en contextos familiares.

Proporciona la sensación de tener un status

Quien logra ciertas confidencias recibe instantáneamente un arma poderosa contra alguien

, un instrumento que, bien administrado, en un determinado momento puede ser una gran ventaja. Como Nietzsche diría, hay personas con necesidad de tener una posición, un status, y no dudan en conseguirlo a través de mecanismos de reputación moral dudosa. "Es necesario dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar".- Ernest Hemingway -

El chisme crea la "mentalidad de manada"

Como ya dijimos anteriormente, participar en un chisme y luego extenderse a los cuatro vientos sin saber si eso es verdad, sin aplicar ningún filtro de análisis o sin evaluar si ese acto es lícito, define esta mente unitaria y rígida que dice tan poco sobre nuestra propia evolución humana.De alguna forma, confirmamos que existe muy cerca de nosotros un envidioso que inventa un rumor, un chiquillo que lo esparce y un ingenuo que cree sin ninguna resistencia.

Es necesario detener este tipo de comportamiento.
Conseguiremos detener a los chiquiladores simplemente retardando la propagación de ese chisme.

La cuestión es: ¿cómo conseguiremos eso? Aplicando los filtros de protección.

El chisme es interesante y colorido, pero rara vez desempeña un papel constructivo.

Un estudio de la London Business School relata que los chismes ocupan casi el 70% de las conversaciones en un ambiente de trabajo, a punto de la empresa usar el chisme como una forma de medir su productividad. "No todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran".

Compartir Los proveedores de chismes equivocados y los traficantes de chismes perjudiciales afectan la dinámica de cualquier ambiente. Ellos son el origen del mobbing (en el contexto de las relaciones humanas, mobbing corresponde a una forma de bullying o de acoso moral), crean distancias infranqueables en el ambiente de trabajo y hacen que los funcionarios desconfiem de la gestión y dirección de su propio capital humano .

Veamos ahora qué tipo de respuestas debemos poner en práctica para evitar esas dinámicas.Cómo contener el chisme perjudicial

Considere en primer lugar quetodo chisme puede traer desinformación o daño moral

a la otra persona oa un grupo de personas que son objeto de rumores. Hacer parte de un chisme es una frontera que puede transformarnos en traficantes de chismes, o por el contrario, en un escudo responsable de frenar esta dinámica. Los chismes pueden ser una manera de socializar, pero necesitamos ser capaces de diferenciar los rumores que buscan ofrecer nuevas informaciones, correctas, útiles y significativas de aquellas que tienen propósitos perjudiciales.

Aprenda también a distinguir entre informaciones confiables y simples suposiciones.

Deje claro que usted no quiere participar en los grupos donde hay chismes maliciosos.

Sea intuitivo y muy cauteloso al intercambiar confidencias con alguien en su ambiente. Es mejor practicar la prudencia y el discreto silencio para no ser víctima de traficantes de chismes y curiosos. Para concluir, el chisme no encaja en nuestro ambiente de trabajo, en la escalera de los vecinos o con los amigos. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que ese tipo de comportamiento siempre nos acompañará. Por eso, muchas veces necesitamos considerar el silencio como aliado y confidente

  • ; él nos protege de las lenguas venenosas, de las personas falsas e interesadas, y nos libra de muchos problemas.