Como en todos los conceptos, o como en todo en la vida, nunca existen categorías definitivas ni definiciones absolutas. Esto ocurre con el orgullo, que puede ser bien o mal utilizado. En la psicología se definieron dos tipos de orgullo, el positivo y el negativo.El orgullo positivo se llama autoestima y autoconfianza, y el negativo se llama soberbio.
El primero es necesario para sentirnos seguros y llevar una vida equilibrada, valorizarnos en nuestra medida justa, situarnos en nuestra vida y tener orgullosos de ella: esto es algo absolutamente sano. El segundo orgullo, lo que nos aleja del mundo, será el mejor generador de conflictos que podemos incluir en nuestra vida.
El lado positivo del orgullo se define como el exceso de estima para consigo mismo y para con los propios méritos,por lo que la persona cree ser superior a los demás. Este tipo de orgullo nos deja incapaces de reconocer y rectificar nuestros propios errores y destaca la falta de humildad. La humildad, la calidad contraria al orgullo, es lo que nos permite adoptar una actitud abierta, flexible y receptiva para poder aprender lo que aún no sabemos.
Las personas orgullosas transmiten muchas quejas mentales debido a su ego exagerado, quejándose de personas, de situaciones, del tiempo, del país,etc. Esto inevitablemente hará que salten de un conflicto a otro."Si no moderamos el orgullo, él será nuestro mayor castigo."
-Dante Alighieri-
Cuando el orgullo se transforma en soberbia
La palabra soberbia viene del latín superbĭa y es un sentimiento en que la persona se valora a sí misma en con respecto a los demás, sobre la valoración del yo en comparación con los demás. Se trata de un sentimiento de superioridad que hace a la persona jactar de las cualidades o ideas propias y depreciar las de los demás. Se puede decir que el orgullo puede llevar a la soberbia. La soberbia es una actitud orgullosa que encuentra su definición en la osadía de aquella persona que se jacta a sí misma. La soberbia, que nos hace sentir superiores cada vez que nos comparamos con alguien, refleja un complejo de inferioridad. A partir de ahí surge la prepotencia, con la que tratamos de demostrar que siempre tenemos la razón. También empleamos la vanidad, ostentando nuestros méritos, virtudes y conquistas.
Estas personas pueden ser muy intolerantes ideológicamente, agarrándose a una postura única y no permitiendo ninguna contribución ajena. Su capacidad de autorreconocimiento es muy baja, así como muestran una gran resistencia a pedir perdón y al cambio personal: ellas no piensan en el cambio, porque piensan que lo hacen todo bien.
Estas personas presentan un endurecimiento emocional, una distancia emotiva.Difícilmente olvidan una ofensa. Estas características bloquean las relaciones interpersonales."La soberbia nunca desciende de donde sube, pero cae siempre de donde subió."-Francisco de Quevedo-
Honestidad para derribar nuestro orgulloLa honestidad puede ser muy dolorosa al principio, pero a medio plazo es muy liberadora.
Ella nos permite enfrentar la verdad acerca de quiénes somos y de cómo nos relacionamos con nuestro mundo interior. Es así que iniciamos el camino que nos conduce hacia nuestro bienestar emocional. Cultivar esta virtud tiene una serie de efectos terapéuticos. En primer lugar, disminuye el miedo a conocernos y enfrentarnos a nuestro lado oscuro. También no permite que sigamos llevando una máscara para agradar a los demás y para ser aceptados en nuestro ambiente social y laboral. Por su parte, esta calidad nos impide seguir ocultando nuestros conflictos emocionales debajo de la alfombra. La honestidad nos da fuerza para cuestionarnos, identificando la falsedad y las mentiras que nos amenazan, como tentaciones, desde nuestro interior. A medida que la honestidad se va integrando en nuestro ser, nuestro orgullo acabará desvaneciendo
al no tener que representar papeles, con el objetivo de pasar la imagen de alguien que no somos.
"La honestidad es el primer capítulo en el libro de la sabiduría."-Thomas Jefferson-