No hay niño difícil, lo difícil es ser niño en un mundo de personas cansadas, ocupadas, sin paciencia y con prisa.Hay padres, profesores y tutores que se olvidan de uno de los compromisos más importantes de la educación de un niño: el de ofrecer aventuras infantiles.
Este es un problema tan real que, a veces, podemos estar preocupados por el simple hecho de que un niño sea inquieta, ruidosa, alegre, emotiva y enérgica. Hay padres y profesionales que no quieren niños, quieren robots.
Lo normal es que un niño corra, vuele, grite, pruebe, y haga de su ambiente un parque de diversiones.Lo normal es que un niño, al menos en las edades prematuras, se muestre como es, y no como los adultos quieren que sea.
Pero para lograrlo, es importante entender dos cosas fundamentales:
- La agitación no es una enfermedad: queremos un autocontrol que ni la naturaleza ni la sociedad fomenta.Hacemos un favor a los niños si las dejamos aburridos y evitamos la sobreestimulación.
- Enfermedades? Medicación para los niños? ¿Por qué?
Incluso estando muy de moda en el sector de salud y escolar,
la verdadera existencia del trastorno del déficit de atención con la hiperactividad (TDAH) es muy cuestionable, al menos de la forma exacta como está concebido.Actualmente se considera que este trastorno es una caja donde se amontonan casos diversos, que van desde problemas neurológicos hasta problemas de comportamiento o de falta de recursos y habilidades para encarar el día a día.Las estadísticas son abrumadoras. Según los datos del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales IV-TR (DSM-IV TR), la prevalencia del TDAH en los niños es de 3 a 7 casos por cada 100 niños y niñas. Lo que preocupa es que la hipótesis biológica subyacente a esto es simplemente eso, una hipótesis que es comprobada por ensayo y error con razonamientos que empiezan por "
parece que esto ocurre porque ...". Mientras tanto, estamos supermedicando a los niños que viven con nosotros porque muestran comportamientos perturbadores, porque no nos muestran atención y porque parecen no pensar cuando realizan sus tareas. Es un tema delicado, por lo que tenemos que ser debidamente cautelosos y responsables, consultando buenos psiquiatras y psicólogos infantiles.
Partiendo de esta base, debemos destacar queno existe un examen clínico ni psicológico que determine de forma objetiva la existencia del TDAH.
Sin duda, los exámenes se realizan sobre la base de impresiones y realización de pruebas distintas. El diagnóstico se determina con base en el momento en que se realizan y en la impresión subjetiva de estas pruebas. Inquietante, ¿no? No podemos olvidar que estamos medicando a los niños con anfetaminas, antipsicóticos y ansiolíticos, que pueden causar consecuencias nefastas en el desarrollo neurológico de ellas.No sabemos cuál será la repercusión de este medicamento y mucho menos del uso excesivo del mismo. Un medicamento que sólo reducirá la sintomatología, pero que no revierte de ninguna manera el problema.
Parece un salvajismo, pero ... ¿Por qué continúa? Probablemente uno de los motivos es el financiero, pues la industria farmacéutica mueve miles de millones gracias al tratamiento farmacológico administrado a los niños. Por otro lado está la filosofía del "mejor esto que nada". El autoengano de la píldora de la felicidad es un factor común en muchas patologías. Dejando de ladorótulos y diagnósticos que, en la proporción en que se dan, se vuelven cuestionables,
debemos colocar los frenos y tener conciencia de que muchas veces los que están enfermos son los adultos, y que el principal síntoma es la mala gestión de las políticas educativas y de las escuelas.
Cada vez más expertos están tomando conciencia de ello y procuran imponer restricciones a padres ya profesionales que sienten la necesidad de colocar la etiqueta de TDAH en problemas que a menudo provienen principalmente del medio familiar y de la falta de oportunidades dadas al niño para desarrollar las sus capacidades.Como afirma Marino Pérez Álvarez, especialista en Psicología Clínica y profesor de Psicopatología y Técnicas de Intervención en la Universidad de Oviedo,el TDAH no es más que una etiqueta para comportamientos problemáticos de niños que no tienen una base científica neurológica sólida
como es regularmente presentada. Él existe como una etiqueta infeliz que engloba problemas o aspectos incómodos que efectivamente están dentro de la normalidad.
"No existe. El TDAH es un diagnóstico que carece de identidad clínica, y la medicación, lejos de ser propiamente un tratamiento, es en realidad dopaje ", afirma Marino. Se generalizó la idea de que el desequilibrio neurológico es la causa de varios problemas, pero no hay certeza de que sea causa o consecuencia. Es decir, los desequilibrios neuroquímicos también pueden ser generados en la relación con lo que rodea al niño. Es decir, la pregunta adecuada es la siguiente: el TDAH es ciencia o ideología?
Conviene ser críticos y mirar a un mundo que fomenta el cerebrocentrismo y que busca las causas materiales de todo sin parar para pensar sobre lo que es la causa y lo que es la consecuencia.Partiendo de esta base, deberíamos pensar en cuáles son las necesidades y cuáles son los puntos fuertes de cada niño
y de cada adulto susceptible de ser diagnosticado. Abordar esto de manera individual proporcionará más salud y bienestar, tanto de los pequeños y de la sociedad en general. Entonces, lo primero que debemos hacer es un análisis crítico de nosotros mismos.