El poder del grupo, un lugar peligroso para dejar la responsabilidad olvidada

Todos nosotros tenemos un grupo de referencia con quien compartimos pasatiempos, trabajo ... de hecho, es esencial para realizarnos como personas. El poder del grupo nos da seguridad, fuerza y ​​nos ayuda a sentirnos cómodos con nosotros mismos. Sin embargo, también nos condiciona. ¿Cuántas veces no teníamos certeza de que íbamos a hacer algo, pero acabamos sucumbiendo a la inercia y nos consolamos al repetir que los demás actuaron de la misma forma? El grupo orienta nuestros pensamientos y nuestros comportamientos.

Dentro de la socialización secundaria, es uno de los elementos más importantes en el aprendizaje de las normas sociales. El grupo nos ayuda a enfrentar las adversidades, pero también es el escudo con el que nos protegemos del mal que hacemos. El problema viene aquí, cuando justificamos nuestros actos porque "los otros también hicieron ".El poder del grupo nos da seguridad, pero también nos condiciona.Compartir el grupo y la identidad

Desde el momento en que nacimos, formamos parte de una colectividad: la sociedad. Somos miembros de una comunidad que incluye a muchas personas. Sin embargo, cuando crecemos no identificamos el conjunto de la sociedad como nuestro grupo, pero nos vemos como un individuo más. Por lo tanto, dedicamos una gran parte de nuestra vida a buscar una referencia, alguien con quien nos sentimos cómodos.Dentro de nuestro desarrollo personal y moral, el grupo moldea nuestra identidad y en la adolescencia eso se vuelve muy importante.

Los padres dejan de ser nuestros guías y son relegados al segundo plano. Buscamos otras fuentes de conocimiento y será en el grupo de semejantes que acabamos consolidando nuestra personalidad.

El poder del grupo y la desindividualización Vinculado con lo que decíamos anteriormente,

la identidad individual se convierte en una identidad de grupo. No nos vemos como un sujeto único con nuestra propia conciencia, sino como parte integrante de varios grupos. Es decir, perdimos parte de nuestra autoconciencia y nos dejamos llevar, a veces, por lo que el resto hace. Un resultado del poder del grupo. Esto es un inconveniente en sí, ya que delegamos los criterios y la responsabilidad de nuestras acciones a los demás. Sin embargo, este problema se multiplica cuando los actos son antisociales y no se ajustan a las normas comunitarias. La desindividualización surge como una pérdida de la autoconciencia en que el individuo evade su identidad como sujeto propio. La responsabilidad, por lo tanto, no está relacionada con los actos que hacemos como individuos, sino como miembros del colectivo al que pertenecemos.

Para entender: compartimos la responsabilidad entre todos los miembros. "Yo actué mal, pero el resto hizo lo mismo que yo. De esta forma, la acción es devaluada y es vista como menos ofensiva, ya que las consecuencias generadas no fueron sólo para nosotros.

Este fenómeno aumenta cuando, además de ir en grupo, vamos cubiertos. El anonimato físico dificulta nuestro reconocimiento, permaneciendo en un estado de invisibilidad ante el mundo. La responsabilidad, por lo tanto, también se diluye, y es más difícil sentirnos culpables de lo que hicimos. Después de todo, nadie sabe quiénes somos. El poder de la situación

El poder de la situación constituye el primer principio para explicar la modificación del comportamiento, a pesar de los pensamientos del individuo.

El contexto en que nos encontramos orientará nuestra manera de comportarnos. Un ejemplo bastante representativo es el experimento realizado por Asch. En él, un grupo de personas fue expuesto a una prueba en la que tuvieron que responder lo que consideraban correcto como solución a un problema. En el experimento, varios de los integrantes estaban "combinados" y tenían que dar una respuesta evidentemente errónea a los ojos del resto.

Un alto porcentaje de las personas que formaban parte de la investigación y no estaban "combinadas" indicaron la respuesta equivocada ...Si no conocían la respuesta de los demás, habrían escogido otra.Esto muestra que nos preocupamos por lo que el resto piensa de nosotros y adecuamos nuestro comportamiento al desequilibrio del grupo. Nosotros actuamos de acuerdo con lo que creemos que el resto de nuestros semejantes espera de nosotros. Muchas de las personas entrevistadas estaban convencidas de que la respuesta que estaban dando no era correcta, pero ellos preferían estar equivocados y ser "aceptados" que acertar.

El grupo es parte de nosotros, nos modifica y nosotros lo influenciamos: compartimos intereses, mejoramos nuestra capacidad de relacionarnos, etc. Sin embargo, la presión del grupo se diluye ante la percepción del mal que hacemos. La filosofía que emerge es simple: "si uno cae, todos caen".