Dificultad para respirar, taquicardia, náuseas, temores, sudoración, y el peor de los miedos. Sin previo aviso, todos estos síntomas pueden surgir de repente e involucrar completamente a quien tiene el síndrome del pánico.
Los ataques de pánico surgen sin razón aparente. De una hora para otra, es como si viniera una avalancha de angustia, que quita su respiración.
Nuestro cuerpo se prepara para un peligro que, en realidad, no existe.A nivel cerebral, lo que pasa es que los lóbulos frontales (que se encargan de enfocar nuestra atención consciente) se deshabilitan parcialmente y se concentran solamente en la sensación de alerta.
No podemos ver mucho más que nuestro propio miedo, que oscurece nuestro entendimiento, y nos hace incapaces de comprender que no corre peligro alguno. Al mismo tiempo, el cuerpo comienza a descargar adrenalina y otras hormonas para huir y protegerse. Sin embargo, como no hay una crisis física verdadera, la estrategia del organismo falla y nos sobrepasa, creando síntomas físicos muy fuertes. Una percepción irreal del ambiente también es característica del ataque de pánico.La persona siente que no es ella misma y que no tiene ningún control sobre la situación, lo que consecuentemente la hace escapar del lugar y de las circunstancias en que se encuentra.
La noción de tiempo también se altera: aunque breve, como una pesadilla, quien experimenta un ataque de pánico puede sentir que es eterno. Con el tiempo, si se repite, la persona puede desarrollar agorafobia y no querer salir de casa para evitar un episodio similar. Una de las peores trampas del ataque de pánico son los síntomas físicos. La taquicardia, los escalofríos y las náuseas pueden llegar a convencer a quien sufre de pánico que va a morir, lo que acaba creando un terrible círculo vicioso: cuanto más la persona se asusta, más los síntomas se intensifican, y cuanto más ellos se intensifican, más se asusta.
Cómo controlar un ataque de pánico? Controlar un ataque de pánico, sin duda, es un desafío para quien lo enfrenta. Pero, como sucede con prácticamente todos los problemas que enfrentamos en nuestras vidas, somos nosotros mismos los que debemos tomar las riendas de la crisis. Es una situación desagradable, sin embargo, mucho más allá, no va a suceder absolutamente nada, y es algo totalmente pasajero.Si tiene un ataque de pánico, intente no evitarlo, ni luchar contra él: acepte e intente enfocar su atención en el presente, y no en lo que puede suceder (morir, perder el control o provocar una escena).
Tan pronto deje de pensar en algo alarmante, el ataque va a desaparecer por sí solo
. Después, cuando los síntomas se están aliviando, quédese orgulloso de sí mismo por haber superado y no haga ningún esfuerzo, sólo relájese. Si entiende que necesita ayuda para controlar sus ataques de pánico, busque un profesional y, con la terapia adecuada, podrá dominar el pánico en lugar de dominarlo.