Todos, independientemente de ser hombres o mujeres, jóvenes o mayores, podemos encontrarnos viviendo una relación de dependencia emocional. A veces pensamos que eso no puede suceder con nosotros, pero vale la pena considerar que probablemente esas personas también pensaban que nunca iban a caer en ese pozo.
Así, antes de ser tan radicales con nuestras afirmaciones, deberíamos preguntarnos: ¿qué puede llevarnos a construir una relación de dependencia? ¿Qué sentimos cuando estamos en una relación así? ¿Cómo podemos percibir que estamos en una relación como ésta? Por un lado, si tenemos conocimiento de lo que implica una relación de dominación y dependencia, podemos darnos cuenta con más facilidad de que estamos en una relación disfuncional, y eso nos puede dar más fuerza para cambiar la situación. Por otro lado, podremos detectar cuando otras personas están en una relación de dependencia, y así intentar advertirlas cuidadosamente. ¿Qué nos lleva a una relación de dependencia?
Todos tenemos expectativas a cerca de nosotros mismos y del par que nos gustaría tener. Estas ideas están influenciadas por creencias sociales y culturales. En nuestro caso, aprendemos que para ser felices tenemos que tener un socio y priorizar a la pareja en cualquier otra cosa (Castelló, 2006).
Buscamos continuamente relaciones de pareja que nos completen, de modo que cumplan nuestras necesidades
. Buscamos fuera en lugar de mirar hacia adentro. Esto hace que no podamos ser suficientes para nosotros mismos, que alimentemos miedos y busquemos a los demás para obstruirlos. "Si no nos sentimos suficientes para nosotros mismos, entonces dependemos del otro, y si dependemos del otro no somos libres". Por otra parte, la manera de establecer vínculos afectivos está muy condicionada por la forma en que vivimos la conducta de apego en la infancia (Guix, 2011). Por ejemplo, si tuvimos un exceso de protección, sentiremos inseguridad y buscaremos personas que nos protejan. Por otro lado, si tuvimos poco o ningún vínculo afectivo buscaremos desesperadamente a alguien para darnos el afecto que necesitamos.El tipo de relación que observamos entre nuestros padres también nos influye en nuestras relaciones en pareja.
Por ejemplo, si en nuestro ambiente presenciamos una relación de dominación y dependencia, en la que parece que podemos amar y recibir malos tratos al mismo tiempo, podríamos establecer una relación del mismo estilo ya que conocemos de primera mano los mecanismos que la mantienen .
De cualquier forma, lo ideal sería que no busquemos la mitad de la naranja que nos completa, ya que no existe. En realidad, estamos completos y somos responsables de nuestra propia felicidad. Además, tendríamos que crear nuestros propios criterios al elegir la forma en que queremos relacionarnos con nuestro par, sin ser influenciados (excesivamente) por cualquier patrón.
Es importante tener claro lo que queremos y lo que no queremos en una relación. ¿Qué sentimos cuando estamos en una relación de dependencia? Viviendo en una relación de dependencia no podemos ser nosotros mismos, nos sentimos limitados y anulados, siempre tratando de agradar o no perturbar a nuestro par. Sentimos ansiedad, desconfianza, culpa, miedo, etc. "Síntomas" que pueden deberse a una baja autoestima, a sentir que no valemos nada o que somos inferiores a nuestro compañero, a necesitar excesivamente del otro, a sentir miedo o intolerancia a la soledad. "Si no somos nosotros mismos, si somos sólo en el otro, si somos el reflejo, nuestra autoestima depende de que la luz llegue o no en nosotros. Como la luna, que cuando no recibe la luz del sol, es como si no existiera ".
-Villegas- Además,
cuando estamos en una relación tóxica tendemos a aguantar más de lo que deberíamos : comentarios desagradables de desvalorización, miradas y silencios de incriminación, censuras, invasión de privacidad, constantes preguntas para controlar, mentiras ... Incluso podemos llegar a soportar agresiones verbales y físicas. A veces la idealización del par nos lleva a disculpar su comportamiento (cansancio, nerviosismo, él hace lo mejor que puede, etc.) y nosotros pensamos que eso va a cambiar. Otras veces es el precipicio que imaginamos lo que nos bloquea.
¿Cómo podemos percibir que estamos en una relación de dependencia?
No es fácil percibir que estamos en una relación de dependencia emocional, pero hay siempre indicadores y señales que reflejan esa disfuncionalidad, como por ejemplo, las emociones.Nuestras propias emociones nos muestran que la relación no está funcionando bien. En una relación saludable no deberíamos sentir miedo ni sufrimiento.
"Las emociones exponen los problemas para que la razón los resuelva."
- Greenberg -
Cuando estamos dentro de la relación, podemos perder la perspectiva y ver sólo lo que amamos sobre nuestro socio. En realidad, no vemos lo que no estamos dispuestos a ver, y muchas veces percibimos cuando ya hemos recorrido un largo camino (Grad, 2015). Por eso es importante escuchar y considerar-no obedecer de manera sistemática- los consejos sinceros de las personas que nos conocen bien. Por más que nos desagrada que otras personas nos digan "esa persona no es para usted, usted debe dejarla", y que pensemos que ellos no nos entienden ... Puede que ellos estén seguros.Pero, ¿por qué soportamos una relación que nos hace sufrir?
Especialmente cuando se supone que es una relación libre que tenemos porque creemos que nuestro socio es un apoyo importante, una fuente de confianza en la que podemos encontrar alguna incondicionalidad. Si eso no es así, quizás sea necesario romper con la dinámica o reconsiderar la situación.
La verdad es que podemos tener una relación sana, sin dependencia o sufrimiento, basada en la confianza y el respeto. Por eso, es importante señalar que nosotros también tenemos parte de la responsabilidad: Nosotros no somos responsables de lo que el otro hace, sino de lo que hacemos.Si cambiamos (actuamos, pedimos ayuda ...) la situación cambiará.
FUENTES:
Castelló, J. (2006). Dependencia emocional. Características y tratamiento. Madrid: Alianza Editorial.
Grad Powers, M. (2015). La princesa que creía en cuentos de hadas. Barcelona: Ediciones Obelisco. Greenberg, L. S. (2000). Emociones: una guía interna. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Guix, X. (2011). T'estimo Tant! Els estils afectuosos por los compromisos. Barcelona: portic. (La versión castellana es Como te quiero! Por Aguilar Editorial) Villegas, M. (2011). El error de Prometheus: psico (pato) logia del desarrollo moral. Barcelona: Herder.